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Showing posts from February, 2010

En busca del éxito, no de la excelencia

Hace unos 15 años, mientras hacía mi doctorado, había una red de colombianos en el exterior que nos comunicábamos por Internet y que compartíamos las angustias de quienes ven al país desde afuera, tan descuadernado a ratos, tan contradictorio y tan lleno a la vez de posibilidades y de talanqueras. En esa época hubo un gran debate en línea acerca del regreso a Colombia de la diáspora de científicos y académicos colombianos y de las razones para volver o no volver. Uno de los principales argumentos para que nuestro mejor talento, que con esfuerzo el país prepara hasta terminar su pregrado y a veces un posgrado y que luego, en su etapa productiva termina rindiendo el fruto de ese esfuerzo a países del primer mundo, era el nivel salarial. Se hacían las cuentas y un profesor universitario por la época podría ganar unos 15.000 dólares al año, comparado con salarios de 50.000 a 100.000 que podían ganar vinculados a empresas o universidades de europeas o norteamericanas. En ese sentido

¿Tiene lo público que ser malo?

Una cosa me llama la atención desde hace tiempo, a muy pocas universidades públicas parece que las cuidaran y las quisieran. Uno camina por los pasillos de la mayoría y los encuentra sucios, pintados (y no digamos con un mural de Rivera), con papeles de todas las pelambres pegados hace meses, arrancados de a poquitos y de los que ahora solo queda un pegote. Es como si su carácter de pública involucrara la necesidad de acabar con ella, como sea. Como si no hubiera la necesidad y hasta el derecho de tener esas universidades en buen estado y conservarlas así. Como si para protestar hubiera la necesidad de acabar con la calidad de las cosas. En cierta forma los edificios son parte del mensaje que se enseña en nuestras instituciones y no cuidarlos es precisamente el mensaje lamentable que damos: lo público es malo o digno de volverlo malo. Hay que decirlo, pocas universidades se salvan de tener un campus donde los baños estén permanentemente malos. En ninguna hay papel en ellos, no hay