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Escribéndo un mensaje en estos días le iba a contar a alguien al respecto de otra persona a quien con dificultad tuve que sacar de mi vida hace un tiempo, para decirle de esa dificultad y de lo que vivía, y quizá todavía vivo, le dije que todavía quería compartir con ella. Y es verdad, era la mejor forma de describirlo, era la frase correcta como la sentía.   Pero también, casi al instante, cambié la frase porque algo que no entiendo bien es la palabra compartir. Quienes me han dicho esa palabra son las mujeres con quienes he tenido alguna relación que es o aspira a ser de pareja. Iba a decir "sentimental" pero me arrepentí también y preferí decir relación de pareja. Se me courrió que no toda relación de pareja es sentimental...  Es una pensamiento medio inútil e impreciso.  Pero sí, es con esas mujeres  que he usado esa palabra. Y generalmente ha sido en ese contexto en el que se van a ir o ya han hecho tales cosas o han pasado tales cosas que no hay ...

La gente normal

Desde que empecé a leer, y no me refiero a las frases de los libros de la escuela, sino desde cuando alguna vez decidí que iba a leer y empecé a consumir libros, empecé a odiar a la gente normal. Hoy no usaría ese término pero en su momento ese era el verbo: odiar. Quizá peor pues menospreciar está por debajo. Como digo, hoy diría otra cosa. Lo que no cambia es que lo normal (diciendo eso respecto a la la gente) se compone de cosas que no quiero para mí o peor, que encuentro ajenas, repelentes, si no dañinas y nocivas. No sé quién es la gente normal: no sé qué quieren, no encuentro nada qué decirles. No tengo forma intuitiva de relacionarme con ellos que no sea la simpatía pues son humanos, pero no hay eco en mí ni resonancia alguna con mis propios pensamientos o condición. No creo que entiendan el dolor, no creo que sepan (más allá de una sensación superficial) de la tristeza, no creo que sean capaces de comprender el silencio. La gente normal, como cualquiera, merece mi general simp...

Relaciones, en pasado.

Mis relaciones son todas en pasado, ninguna es en presente. A todas las mujeres que he conocido, desde los 18 años aproximadamente, y en quienes me he interesado, sea que logre tener con ellas una relación o no, les he escrito. Mucho. Les he escrito mucho. De todas desde que soy mayor de edad, guardo lo que he escrito y no entregué. Que es también considerable. Y en algún caso hasta lo que entregué. Y conservo lo que me han escrito que suele ser muy poco, casi nada. En la era de internet conservo cada correo que envié o me enviaron (envío unos cinco por cada uno que recibo o peor), cada borrador que se quedó sin ser enviado, que también son muchos. De vez en cuando leo esos borradores no enviados o esas notas no entregadas. Me sirven creo yo para recordar que de vez  en vez repito los mismos escenarios y saber como mis respuestas han cambiado. Algunas dramáticamente, otras apenas ligeramente. Me pregunto qué han tenido en común las mujeres a las que intenté seducir, con éxito...

palabras como saetas

Mi historia sobre esto inicia en que nací fuera de tiempo. Debería haber nacido a finales de diciembre, como Jesús de Nazareth, pero llegué a mediados de octubre, casi dos meses y medio antes. Era bastante poco probable que sobreviviera. El médico le explicó a mi mamá, cuando fueron al hospital después de nacer en casa, que mejor usaban las encubadoras en niños que tenían alguna posibilidad "de criarse". El hecho es que no morí chiquito como deseo durante más o menos una hora diaria que hubiera pasado y algunas personas desean 24/7. Y como consecuencia estoy aquí. Pero la razón por la que esto empieza la historia es porque siempre fui más bien de baja talla y peso. Otro elemento de la historia es que crecí en un vecindario donde muchas disputas y problemas entre niños las arreglábamos, caballerosamente, a los puños. No me la pasaba en una golpiza diaria pero eventualmente había que resolver algún conflicto y una pelea a puños era la forma aceptada y sana para el día, hora y...

La mentira

En alguna parte de este blog hablé sobre la verdad y lo dificil que es al menos en lo humano encontrarla y saber bien qué es. Mi problema con la mentira es un poco menos complejo, es el peor de los defectos del carácter de una persona. Porque en la mentira están encapsuladas muchos otras debilidades como la hipocresía, la deshonestidad y una lista larga. No escribo esto gratuitamente, lo escribo porque hace solo un par de días me di cuenta de una gran mentira que me habían construido y sentí como la figura e imagen de alguien querido y hasta admirado se venía al piso. Cómo me habían inventado una historia y la habían articulado y mantenido por un largo tiempo sin necesidad alguna; como, cuando yo hablaba con esa persona, ella debía cambiar su mente hacia una realidad distinta a la que tenía al frente para mantener una narrativa  conmigo sobre algo inexistente. E inútil, que es casi lo peor. Porque decirme la verdad no hubiera sido problema real y no habría cambiado nada al f...

Las relaciones en mi mundo

Sufrir es una de esas cosas humanas que no entiendo. Nadie nos está haciendo nada y, sin embargo, sentimos dolor. Sin estar enfermos físicamente, sin que nadie nos haga daño, sufrimos. Lloramos incluso, apretamos los dientes y padecemos. Yo, por ejemplo, quiero confesar al jurado que sufro como pocos con algo específico, las relaciones con otras personas. Digo, las relaciones afectivas; no las de trabajo, no las de colegaje o profesionales. Esas son lo más normal que pueden ser. Pero hablando de amistades, amor, relaciones que involucren emociones, eso es algo con lo que no soy capaz. Uno diría que con el tiempo debería tener alguna estrategia, algún aprendizaje práctico al menos para tolerar y no sufrir. Pero no, no soy capaz. De pronto hay algún nombre para eso pero lo desconozco. Solo sé que cuando alguna persona aparece en mi vida y en alguna medida uno encuentra unas cosas comunes; en mi caso, que puedo hablar con ella, que puedo contar las cosas que quiero, que las conversacion...

¿Cómo estás?

La pregunta que más temo es ¿cómo estás? Y es que la verdad es que no sé. La respuesta más honesta que puedo dar es que no sé. Pero no es la más amable con la gente que me pregunta y en aras de ser cortés pues digo que "bien". Pero dos cosas: una, realmente no sé y dos, no sé para qué soy cortés. Imagino que uno es cortés para mantener funcionando cierto engranaje social, para recibir la simpatía de los demás y poder contar con ellos si llega el caso o al menos no sufrir el producto de su ira. Pero en mi educación hubo algo que quedó mal, yo soy cortés de una forma sincera, espero caerle bien a la gente. Según parece esa no es la razón original de la cortesía y por lo tanto siempre parezco tener el fin equivocado. Y hay algo más que quedó pésimo en mi educación y aún no he podido detectarlo, pero sí sé el resultado: los intentos no salen bien casi nunca. Luego, sigo la regla de cortesía como por la inercia que me enseñaron o alguna vaga esperanza de que le caeré bien a no sé...