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País de mierda, país feliz

Lo dijo un comentarista deportivo, César Augusto Londoño, único que curiosamente se atrevió a decir algo en este tono en televisión cuando mataron a Jaime Garzón hace ya muchos años. De vez en cuando lo decimos en voz baja y con el mismo tono de rabia: realmente, somos un país de mierda. Siento mucho si esto daña la fantasía de que este es el mejor vividero o de que somos felices. Cada cual puede ser feliz, eso no obsta para que este sea, como digo, un país de mierda. De hecho las dos cosas no son incompatibles. Mis vecinos son felices en vacaciones haciendo bulla, lo que solo parece hacer infeliz a unos dos o tres desgraciados, entre los que me incluyo. Quizá por eso somos tan felices según esos estudios frívolos: porque nos tragamos lo que sea, no respetamos y aun así dizque somos felices y yo hago la hipótesis de que es porque podemos, por nuestra propia cuenta, atropellar a otros, abusar del sistema, las normas, los vecinos, el que sea o lo que sea, sin que pase nada. A muchos eso ...

Extorsión eléctrica

Es francamente indignante. En Colombia parece que, aparte de sufrir unos de los índices más altos de tributación del mundo, ahora debemos empezar a pagar la extorsión eléctrica a la que unos inversionistas extranjeros nos quieren someter. La clase media y media alta colombiana parece que da para pagar todo, todo descuadre lo tienen que asumir a través de subsidios, impuestos y rescates de última hora, sin importar que ya se haya pagado. El fondo de estabilización de precios de hidrocarburos no funcionó y, vaya sorpresa, un impuesto que através de la factura eléctrica veníamos pagando por nueve años para subsidiar privados y que debería servir hoy, no sirve, no alcanza y no funciona. Ergo, en esta lógica que socializa pérdidas y privatiza ganancias, hay que poner a pagar a los contribuyentes y usuarios (que somos todos) lo que por imprevisión e incompetencia, si no desidia, no se hizo a tiempo. Cuando uno hace un negocio, diga Ud. comprar un porcentaje de alguna tienda en un centro...

Trabajar sin moral

Creo que cada dos o tres días me formulo la misma pregunta, ¿cómo hace uno para trabajar para una persona o empresa sin ética, sin valor social o sin proyecto moral? Cuando digo trabajar quiero decir 'prestar sus servicios', cuando digo 'sin proyecto moral', quiero decir sin una validación social, moral y ética de lo que se hace. No que todo paso en la vida necesite un reflexión profunda, eso sería paralizante; pero digamos de las cosas importantes que hacemos en el día, el sentido que gana esa vida cuando pasan más días y se hace lo mismo o casi, el propósito general de seguir haciéndolo hacia el futuro: que todo eso no sea por la sola supervivencia es importante para mi. Es lo que llamo el sentido o proyecto moral. No intento ser genérico en esta reflexión. Mi primera preocupación tiene que ver con lo que hago. Trabajo para una universidad pública y además asesoro al ministerio de educación (eso dicen ellos). El paréntesis no lo pongo porque sea algo secundario. Y...

El alcalde y la multinacional

Ver al actual alcalde de Bogotá recibiendo un premio de Siemens, con viaje pagado seguramente por los contribuyentes de la capital y con viáticos y demás incluidos, es deprimente. Siemens es una multinacional con un historial de escándalos que dejaría pensando a muchos. Y sin embargo, en Colombia se pasean como Pedro por su predio. Si les cabe duda, busquen en Google "Siemens corruption scandal" y verán la lista que sale, toda de medios muy serios. . Lo anterior entonces solo nos lleva a una de esas pequeñas burbujas en las que afloran lo que como humanos somos: el alcalde con su ego del tamaño de una catedral buscando aprobación en entes que otrora generarían su propia denuncia, una multinacional buscando un funcionario con dinero y poder y un ego débil para halagarlo y comprometerlo, una Colombia que mira para otro lado con la pereza típica de quien ha visto esto, y lo ha dejado pasar, durante décadas. Un país 'mamado' de leer la misma noticia una...

Negociamos todo, desconfiamos de todo, aprendemos poco

   Todo es negociable. Esa pareciera a veces, al menos para mí, ser la frase que mejor nos resume como nación. Quizá no tanto resumir como describir: negociamos la justicia, negociamos la administración pública, las elecciones (en todo nivel y en todo ámbito), negociamos los presupuestos, los impuestos, las leyes. Pero lo más importante, negociamos principios. Como es apenas lógico, no todo el mundo. Pero en general, lo hacemos. Sin juzgar muy duro, pues entiendo bien que debo hablar en primera persona. Y lo peor, intercambiamos cosas con valor no cuantificable por otras de muy poco valor cuantificable.     Transamos por ejemplo la justicia por unos pocos millones. Escogemos pésimos juristas y de poca moral a cambio de unos pocos beneficios tales como cargos bien pagos por un tiempo y una pensión;  ¿qué sacamos como nación de eso, por ejemplo? nada, pero como individuos sí, que cuando nos llegue el turno esperamos ser medidos con un estándar bajo y laxo ...

La corrupción es un fractal

Una de las cosas más llamativas de las matemáticas para el público general en los 90 eran los fractales  Hoy ya hay pocas personas que parezcan interesarse en el tema. Quizá una de las razones es que los gráficos de los fractales se sobre-utilizaron en todo tipo de cosa y al final, hay que ser francos, no son muy variados. Esto es de esperarse, los patrones fractales se caracterizan porque se repiten. Si alguien quiere un ejemplo, aquí hay uno: Mandelbrot Fractal Set Trip To e214 HD from teamfresh on Vimeo . E sta es la versión de YouTube El hecho es ese, si hacemos zoom sobre una parte del fractal encontramos el fractal mismo: idéntico patrón general, sin importar el factor de ampliación. En otras palabras si observamos el fractal en gran tamaño luce muy parecido a si usamos un microscopio. Esto no es el común denominador de la naturaleza. Si hacemos zoom sobre un gas encontramos gran cantidad de partículas diminutas (polvo por ejemplo), si hacemos zoom de nuevo a...

Reality Country o Los Juegos de la Angurria.

El periódico un día de esta semana traía dos noticias aparentemente desconectadas: que la Contralora General suspendió las investigaciones a personas aforadas (por obra y gracia del Consejo Superior de la Judicatura) y que se revivió (por obra y gracia del Consejo de Estado) una deuda gigante con algunos miembros de las las altas cortes por una bonificación que se había eliminado en un decreto. Grandioso. En un sólo día nos quedamos casi sin control fiscal y les damos todavía más dinero público a quienes con tan poca gracia y tanto tino esquilman los recursos de todos los colombianos. La justicia y el control (de todo tipo) han sido los peores damnificados de la Constitución del 91. Los mecanismos divisados y propuestos nos han llevado a esto que hoy tenemos y que no es para nada bueno ni mejor que lo que había con la Constitución de 1886. Si algo, el progreso ha sido que se democratizó la corrupción: ahora roba más gente y en más niveles. Ni siquiera importa que en la Contral...

Introducción a la Corrupción.

Tengo un hijo adolescente y por supuesto casi a diario sale con soluciones propias a problemas ancestrales y entre las soluciones no suele primar el uso de la razón ilógica de la civilidad. Razón ilógica en la medida en que a veces toca sacrificar el interés inmediato propio al bien público de la civilidad, como cuando se sede el paso en una fila, que nos hace llegar más tarde pero ganamos en otros aspectos como el de tener una buena imagen de nosotros mismos o ver a otros contentos por que pudieron llegar a tiempo u otras cosas intangibles de esa naturaleza. Bienes secundarios, que en realidad son también escasos por que en Colombia dar las gracias está pasando a la historia. Pero me desvío... Para volver a la historia. En los últimos días mi hijo llegó a casa con una flamante licencia para conducción de automóviles. El único problema es que no sabe conducir, no ha estado al mando de un carro más de unos minutos en su vida (algún día que le estaba empezando a enseñar a manejar), ...