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Showing posts from July, 2014

Como dios caído

El sexto sentido parece ser la percepción de sí mismo. Saber, por ejemplo, en qué posición están las manos, los pies y la cabeza sin tener que mirar o verse en el espejo es un sentido tan importante como los otros cinco. Quizá haya siete u ocho, pero a mi ese se me quedó como una de las cosas en que la ciencia avanza y la cultura no... seguimos hablando de cinco sentidos aunque sean seis o más. De cualquier forma, saber dónde está uno físicamente, es decir, saber si uno está parado o acostado, si estamos en posición fetal llorando debajo de una mesa o encima de la mesa sentados, es fundamental para nuestro bienestar. Uso eso para decir que periódicamente me pregunto dónde estoy. Dónde están cada una de mis partes y qué hacen o en qué ángulo se encuentran respecto a las demás. Si quiero moverlas o no es otra cosa, una sobre la que debería buscar una cita en Molloy o algún otro texto de Samuel Beckett. Quizá las mueva, quizá sea mañana y quizá lo deje en la fase de proyecto. Al

Las jirafas van para Hamburgo

Este es uno de esos pasajes de un libro que nunca se le borra a uno de la mente. No solo el pasaje y su poesía y las ideas que despierta, es todo el libro. Lejos de África es una texto maravilloso, una aproximación inolvidable a otro mundo, a otras formas de percibir el universo y de relacionarse con él. Los párrafos sobre la muerte para los nativos africanos, aquellos hermosos pasajes describiendo las constelaciones que se ven en nuestras latitudes (son casi las mismas de Colombia), las leí hace muchos, muchos años y aunque no las he releído las recuerdo. Hoy releí este texto y decidí transcribirlo.  Las Jirafas van para Hamburgo Isak Dinesen, Lejos de África. "el puerto de Mombasa se  posa un barco alemán de carga a vapor que regresa a casa. Pasé a por el lado en el bote de remos de Ali bin Salim con sus remeros swahilis, camino a la isla y de regreso. Sobre cubierta había una caja de madera alta y sobre el borde de la caja se elevaban las cabezas de dos jirafas.

La Justicia colombiana, nada que celebrar

Esta semana supongo que mucha gente estaba celebrando, mientras oían la lectura de la sentencia contra Andrés Felipe Arias. Debo tener algún botón equivocado en la cabeza porque cada que veo algo así, dentro de mí algo se revuelve. En Masa y Poder ,  Elías Canetti,  analiza el comportamiento de las masas y en alguna parte de mi mente al ver una masa dirigirse contra algo (en la imaginación de la masa las personas son un algo, no seres humanos, de ahí que linchar no es matar sino eliminar un algo dañino) yo mismo me quiero salir de ahí. Ese es el caso. El  Espectador en su editorial y un antiuribista casi profesional, Felipe Zuleta, por mencionar solo dos, han puntualizado mejor que yo el despropósito del tamaño de la condena. Baste decir que en Colombia hay presos por homicidios que pagan menos cárcel. Y hay gente que anda libre luego de asesinar y torturar o pagan con casa por cárcel crímenes mucho más graves. No hace mucho recordamos que los asesinos de Andrés Escobar no pagaron ca