País de mierda, país feliz

Lo dijo un comentarista deportivo, César Augusto Londoño, único que curiosamente se atrevió a decir algo en este tono en televisión cuando mataron a Jaime Garzón hace ya muchos años. De vez en cuando lo decimos en voz baja y con el mismo tono de rabia: realmente, somos un país de mierda. Siento mucho si esto daña la fantasía de que este es el mejor vividero o de que somos felices. Cada cual puede ser feliz, eso no obsta para que este sea, como digo, un país de mierda. De hecho las dos cosas no son incompatibles. Mis vecinos son felices en vacaciones haciendo bulla, lo que solo parece hacer infeliz a unos dos o tres desgraciados, entre los que me incluyo. Quizá por eso somos tan felices según esos estudios frívolos: porque nos tragamos lo que sea, no respetamos y aun así dizque somos felices y yo hago la hipótesis de que es porque podemos, por nuestra propia cuenta, atropellar a otros, abusar del sistema, las normas, los vecinos, el que sea o lo que sea, sin que pase nada. A muchos eso les brinda felicidad, aparentemente.

Verán, en mi cabeza ser feliz como sociedad o como nación es otra cosa, es respetar a los demás: sus límites y derechos, respetar el planeta y, en particular, disfrutar de los servicios y bienes propios y públicos sin atropellar a nadie, sin tener que violar leyes, pagar sobornos, sufrir en silencio, aguantar sin poder actuar o decir algo, sin rabiar en privado. Y saber que nuestras opiniones serán valoradas y las podemos hacer valer. Tranquilos de que los demás no van a tomar ventaja de un descuido nuestro ni se les van a dar de vivos, de que el Estado va a tratar de cuidar lo que es de todos, va a usar eficientemente los recursos que nos cobra en los impuestos para hacer un mejor lugar, dar oportunidades a todo el mundo, proveer buenos servicios y asegurarse de que haya justicia y que si alguna vez toca ir y comparecer ante esta, encontraremos algo funcional, eficiente, imparcial y, perdón la redundancia, justo.

Diría que eso es lo que constituye un país feliz. No un conglomerado de individuos sin proyecto colectivo alguno, cada uno contento con la tajada que logra sacar, tranquilo de que sus vivezas serán toleradas y no verá las cosecuencias de sobornar empleados públicos, violar leyes de todo tipo, imponerse a los gritos, pisotear los derechos de otros y, por encima de todo, de personas que jamás reclaman sus derechos, que a veces ni los conocen y, quizá por eso, nunca pasan por la experiencia de que su voz no sea escuchada o su opinión valorada. País feliz de tener el mejor show de televisión: los noticieros.

Y quiero solo por poner ejemplos, decir qué cosas nos vuelven un país de mierda. He aquí algunas:

I. Empecemos con algo no muy reciente: la venta de Isagen. Corrió mucha tinta sobre esto y no creo que pueda yo dar argumentos mejores en contra de esa venta que los se dijeron en numerosos lugares. Yo volvería a apuntar mi dedo índice hacia la venta a una compañia corrupta de parte de nuestro patrimonio pero, por encima de ello, la inmensa irresponsabilidad de vender algunos bosques, cuencas, quebradas y rios y la fauna que los puebla a un especulador financiero. Eso es quien compró Isagen.  Señalaría que pasado el susto de un posible apagón y de la venta no volvimos a saber de eso. Nadie sabe dónde están los recursos de esa venta y qué se ha hecho con ello. Todo producto de un país de mierda que permite que quienes dirigen hagan sin control alguno lo que les da la gana convencidos de que una vez pase el ruido todo quedará en el olvido.  Como quedó en el olvido ya la forma como se despilfarraron billones del fondo para prevenir los apagones.

Y todo lo anterior no pasó porque no haya habido algunas voces que nos opusiéramos públicamentre a la venta, no. En este caso algo de ruido hubo. Pero el Congreso no fue capaz de sacar al Ministro de Hacienda que sigue en su puesto y por lo poco que se sabe ya convertió ese dinero en un fondo de enriquecimiento a través de contratos a unos pocos, ya de por sí dueños de mucho. El Congreso tiene las herramientas para sacar un Ministro, pero la mermelada pesa mucho. El Consejo de Estado podría también haber parado la venta, no lo hizo; seguro engordado con mermelada dada a través de nombramientos y más contratos a familiares de magistrados y consejeros y otros diversos empresarios de la justicia, que no jueces o fiscales.

Pero lo que nos vuelve un país de mierda no es haber perdido esa batalla, en todos los países alguna batalla se tiene que perder. Es más, es hasta posible que los que querían vender tuvieran razón (y la historia ha mostrado que no la tenían pues de las famosas carreteras y autopistas nada). Lo que nos vuelve país de mierda es que un tipo como Mauricio Cárdenas sea Ministro de Hacienda, luego de haber entregado miles de millones de pesos en la conciliación de Dragacol hace ya también muchos años a otro tipo que hasta en la cárcel estuvo. Aparentemente el enredó solito, nadie le firmó los cheques. Que aun así Cárdenas sea Ministro y se crea con derechos naturales a hacer lo que le da la gana, eso es lo que nos vuelve país de mierda.

El escándalo Dragacol hubiera sido la muerte política de alguien en un país con algún control sobre la corrupción, no aquí. Eso es propio de país de tercera. Muestra el poder de los apellidos, la risa que a la clase dirigente le produce la ética, la inoperancia de la justicia, la incapacidad de parar la corrupción y la total falta de control sobre esta clase enpoderada, de hecho desbordada de poderes y frenada por... nada ni nadie, dueña de la mermelada que mueve todo, supera todo y pasa por encima de todo. Que este tipo, que lleva comiendo del Estado desde siempre pues su padre no paró de comer del Estado desde siempre, que tiene hermanos como Hernán Cárdenas comiendo contratos del Estado desde siempre, siga tomando decisiones en contra de los mejores intereses de todos, no debería extrañarnos, ya lo hizo antes y no lo detuvimos. Lo que nos debe extrañar y nos convierte en país de mierda es no reaccionar y de una vez sacarlo de posiciones de poder. Mandarlo a trabajar por una vez a alguna parte donde no viva de los recursos de todos, no venda el patrimonio de todos, no tenga a su familia comiendo del patrimonio público.

II. Para seguir, tomemos lo que implica Ser Pilo Paga. No tengo nada en contra de que muchachos de bajos recursos tengan acceso a buenas universidades. Personalmente me tocaron épocas de almorzar un día sí y al otro no para poder sobrevivir mientras hacia mi pregrado y me hubiera beneficiado de alguna ayuda estatal. La tuve, en cierta forma, mi Universidad casi fue gratis, tuve una monitoría que me permitía almorzar a veces solo ese día de por medio pero que igual lo permitía. Y llegué a pesar como 38Kgs a los 19 años, pero la cosa se logró. Así que tuve ayuda, no lo niego, mi madre jamás hubiera podido pagar las cosas ella sola. Así que mis simpatías con quienes reciben las ayudas, seguro las merecen. El problema no es con ellos.

A pesar de eso, me llama la atención que se pasen a universidades privadas cerca de 450 mil millones de pesos cada año, sin que tengan que estas hacer nada realmente, sin que tengan que poner nada de su cuenta ni compensar nada. Es un negocio redondo.  Vale decir, SPP fue ideado en la Universidad de los Andes, el mismo lugar don de Cárdenas estudio y luego enseñó, qué raro. Volviendo al tema, cuando hablan de privatizar la educación, ahí tienen el ejemplo. La Universidad del Valle, la UIS, la U de Antioquia, cuestan más o menos eso cada año al estado colombiano: 450.000 millones de pesos. Con eso cada una de ellas forma entre 30 y 40 mil estudiantes. No 10 ó 12 mil. En  cuatro años de este programa y a 580.000 egresados de educación media anuales (uno dos millones y medio en cuatro años) tendremos que el programa impacta a 40.000 estudiantes. Es decir menos del 2%, Si esos tres billones de pesos se usaran para mejorar las mencionadas universidades se impactaría a unos 150.000 estudiantes universitarios.

Pero no solo eso, esas universidades públicas ponen sobre la mesa investigación y otros productos que las universidades privadas a duras penas ponen. Luego, se les da una enorme tajada a cambio de muy poco. Cobran sus matrículas altas a estos muchachos como a cualquiera y siguen como si nada. Con ese mismo dinero y teniendo en cuenta que hay que sostener a los estudiantes podría crearse una universidad de unos 20.000 estudiantes en mucho mejores condiciones para el estado. Más investigación, más y mejores resultados. Pero no, Parody y su séquito de egresados de Uniandes y la Javeriana (hay que ser egresado de allí para tener trabajo en el gobierno central) o asesores del Rosario y otras universidades del estilo redirigían los recursos hacia lo que les interesaba: sus universidades. Ahí está, podríamos impactar 150.000 pero formamos 12.000. Excelente. Lo que da rabia y nos vuelve país de mierda en este caso: el séquito de aúlicos de mineducación, que no parecen hacer cuentas y ser capaces de denunciar esto.

III. Solo para seguir refrescando la memoria recordemos que a corte de 2015 o 2016 supimos que este gobierno se había gastado la tercera parte de lo que entra por Isagen en publicidad. Resulta casi increíble, 2 billones de pesos en eso. Y de los que más gastan en publicidad inoficiosa... mineducación. Y de nuevo el Congreso hizo nada. Y nosotros los electores, nada. Eso es lo que nos convierte en país de mierda. No hicimos nada, ya olvidamos el asunto.

IV. Reficar, no ha pasado un año desde cuando Reficar estaba en las noticias. Quién volvió a escuchar de esto? nadie. Quién ha vuelto a preguntar por las investigaciones, las pesquisas y las auditorías? Qué ha pasado con la nube de ministros en esa junta directiva? (respuesta: nada, están en sus cargos o salieron pero ahora asesoran a otras empresas para que puedan hacer lo mismo). De nuevo, nuestro Cárdenas sigue ahí. No es de país de mierda que aun a sabiendas de billones y billones de pesos despilfarrados en la refinería de Cartagena no estén ni cerca de ser recuperados como inversión y sí estén en las arcas de personas y empresas corruptas?

V. Y no quiero siquiera empezar con la Corte Suprema de Justicia... o como se llame porque no puede ser posible que eso una corte así sea Suprema.

VI. Y para qué hablar de la debacle de pasarle 1.3 billones de pesos de la ciencia a los contratistas que sirvieron para elegir al actual Congreso y Presidente y que serán lo que alimente sus reelecciones? Para qué pensar que como los políticos no pudieron gastar esos dineros porque no había universidades o centros de investigación dispuestos a dar su nombre para patrocinar las corruptelas entonces mejor se los llevaron a donde sí hay gente entrenada en hacer eso? (y que es feliz).

Quería traer algunos casos a colación de los más sonados. Debería traer a colación los que nadie comenta, como tener que tumbar unas pirámides de un megalómano más que fue alcalde de Medellín y que desde que las hicieron era obvio que eran un daño. Debería mencionar las megaobras del siguiente alcalde firmadas a último minuto. O un tunel totalmente innesario hacia Rionegro, contrato firmado a último minuto por un exgobernador. O el reenganche  por parte de otro exgobernador (que ya está en la lista de este párrafo), de un secretarío de despacho, apenas unos minutos después de terminar una sanción por contratos indebidos. Pero no quiero poner más ejemplos, todos conocemos muchos: la corrupción no tengo que ilustrarla yo, basta ver algunas noticias.

El subdesarrollo no nos lo impone nadie, nos lo ganamos a pulso cada día. Pero eso sí, somos como país de mierda, el más feliz. Eso no nos lo quita nadie. Porque volvería a repetir uno de los párrafos del principio: es el único país donde te sales con la tuya el 95% de las veces sin importar qué tan corrupto o criminal seas o qué tan vivo te declares. Eso es lo que nos convierte simultáneamente en país de mierda y en un país feliz. Un país sin rumbo ¿da para gente feliz?






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