¿Tiene lo público que ser malo?

Una cosa me llama la atención desde hace tiempo, a muy pocas universidades públicas parece que las cuidaran y las quisieran. Uno camina por los pasillos de la mayoría y los encuentra sucios, pintados (y no digamos con un mural de Rivera), con papeles de todas las pelambres pegados hace meses, arrancados de a poquitos y de los que ahora solo queda un pegote. Es como si su carácter de pública involucrara la necesidad de acabar con ella, como sea. Como si no hubiera la necesidad y hasta el derecho de tener esas universidades en buen estado y conservarlas así. Como si para protestar hubiera la necesidad de acabar con la calidad de las cosas. En cierta forma los edificios son parte del mensaje que se enseña en nuestras instituciones y no cuidarlos es precisamente el mensaje lamentable que damos: lo público es malo o digno de volverlo malo.

Hay que decirlo, pocas universidades se salvan de tener un campus donde los baños estén permanentemente malos. En ninguna hay papel en ellos, no hay jabón, el concepto del aseo quedó secuestrado en la portería de la institución. Y es que no se pueden poner esos elementos porque se los roban. Y por favor, esto no tiene nada que ver con la idea de que porque son pobres y en la casa no tienen entonces se los llevan... la pobreza si algo tiene es que es bien repartida, hay muchos pobres. Pero no todos roban y no en todas partes acaban con lo que ven con la disculpa de la pobreza. Esa es una salida fácil a un problema más estructural de nuestra comunidad. O mejor de nuestro no saber lo que es de la comunidad: de lo público.

El sentido entonces de lo público hace agua en Colombia. Lo público es como si por naturaleza fuera para pobres y por ende malo, o en vías de volverse malo si aún no lo es. Pero es justamente donde está el meollo del asunto: lo público debería ser justamente lo mejor y más cuidado, precisamente por ser para la comunidad, para todos. Y falla en aquello de que como es de todos es de nadie. En lugar de ser responsabilidad de todos es de beneficio de los pillos o del cuidado de nadie.

Es lamentable pero esa falta de conciencia sobre lo público es lo que nos vuelve una sociedad en la que los recursos no parecen doler cuando cambian de propósitos públicos a propósitos privados y para hacerlo acortamos el camino acabando con la legalidad. Y si todos lo hacen entonces yo tengo algún derecho a hacerlo puesto que algo me ha de tocar. La pulcritud con lo público...  suspira uno de la sola posibilidad de alguna vez llegar a que eso fuera un lema de todos.





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