Diversidad Social y Colombia: Antónimos Anónimos.

En primera instancia debo decir que pude leer un artículo en El Espectador, http://www.elespectador.com/columna148146-desventajas-de-educacion-de-elite que me llevó a otros dos artículos:

http://www.theamericanscholar.org/the-disadvantages-of-an-elite-education/ y

http://teaalwaystastesthesame.blogspot.com/2009/05/encuentros-cercanos-de-tercer-tipo-con.html

El primero de los cuales leí de un tirón como cuando uno siente que le hubiera gustado escribirlo uno mismo. Me vinieron a la mente un sinnúmero de hechos y eventos que enlazaban perfecto con estos ensayos.

Todas mis reflexiones apuntan a que en Colombia no sólo somos intolerantes y excluyentes, sino además bastante racistas. En nuestro país, en las universidades de élite, no sólo vemos el fenómeno mencionado en el artículo del American Scholar sino que encima de ello la diversidad étnica tampoco se ve. La queja de William Deresiewicz es plenamente válida pero se agrava porque no pasa lo que él reconoce en las universidades gringas: que hay al menos diversidad étnica. No sé la experiencia de todos pero la mía (y vivo en un ambiente universitario) es que en las universidades grandes y buenas hay muy pocas personas de color, todavía menos indígenas, menos aun otras etnias.
Peor que eso uno no ve en el centro del país a cajeros de banco o de supermercado de color. Los vemos de aseadores de personal de servicios muy básicos pero poco o nada en cargos de responsabilidad.
Hace muchos años entre gente interesada en Colombia pero residente en el exterior, en una época en que el país no estaba todavía en la era de internet, alguien preguntó si éramos un país racista o no. 'No', respondió algún compatriota, de hecho - decía - queríamos mucho a las personas de color. Yo me permití contestar que quizá éramos (y pienso que todavía somos) uno de los países mas segregados racialmente del mundo. Aquí la población negra vive en la periferia en términos de país, en las zonas más inaccesibles y lejanas geograficamente y en las más inaccesibles y lejanas en términos de comunicaciones. También viven en las regiones generalmente más insalubres, lo mismo que prácticamente todos los indígenas.
Como resultado reciben malos servicios públicos, si es que alguno. Salud y educación, ni hablar. Y para colmo, la cultura de corrupción los priva de al menos ir formando capital humano que signifiquen avances y que pueda servir para salir del círculos vicioso de la pobreza y el aislamiento. Muchas veces no es siquiera falta de recursos, es que se van en pagar corruptos.
Y en cuanto a la diversidad cultural... poco es lo que realmente se hace. En las universidades pensamos que por traer unas danzas "folklóricas" ya entendemos el país y lo conocemos. La dura realidad es que nuestros universitarios, que luego tomarán las riendas del gobierno, no tienen idea del país. Esas experiencias que a veces los europeos y los americanos se permiten: echarse una mochila al hombro y recorrer su país o continente, por aqui se hace pero para ir al país de otros. Eso no es malo, pero el conocimiento de lo que vive la gente en Colombia no llega a las élites.
Desde ese punto de vista uno se pregunta, esas Universidades que preparan para bien o para mal las élites que luego gobiernan, deciden por todos nosotros, figuran, se hacen elegir y nos representan, ¿qué versión de país tienen? Una persona que conocí estudio en la Universidad de los Andes y se fue a trabajar en control de Malaria. Alguna vez contaba que en un recorrido por un río de esos que conducen a la periferia y por ende a los pobladores de color o indígenas, llegó a un pueblito de esos de nombre que uno no podría ni ubicar en un mapa y que posiblemente ni Google Earth lo muestra. Lo encontraron vacío. Luego de mucho rato, empezaron a aparecer personas... se habían ido al oir la lancha porque el pueblo estaba lleno de la guerrilla de las Farc y pensaron que habia llegado el ejército. La historia no es tanto esa como las preguntas que el auditorio que escucho la historia hizo. Nadie había oído decir que eso pudiera pasar. Estamos hablando de mediados de los 90's y la historia tenía unos años de ocurrida. En ese momento las Farc estaban en su pico de actividad y nadie allí pensaba que las Farc tuvieran ese tipo de control. Estoy hablando de muchachos que estaban haciendo doctorados en economía, eran aspirantes a cargos de poder, profesores universitarios de fuertes facultades de economía, pero no sabían la realidad de la mitad de Colombia.

En cuanto a diversidad cultural uno visita una universidad de esas cuya actividad se centra en los negocios y que educa a las élites empresariales y para ser francos, uno ve un estudiante y es como si los estuviera viendo a todos. Se visten igual, hablan igual. Bueno, no igual, pero las diferencias son mínimas. Y todos en la universidad forjan la red de contactos que les permitirán tener "éxito", no necesariamente un criterio sobre lo ancho y diverso que es este país o sus necesidades. Éstas se reducen a cifras y estadísticas.

La idea de un año rural debería ser mucho pero mucho más pensada. No porque sriva para el avance de la carrera de nadie sino porque pondría a nuestros egresados (especialmente los de universidades reconocidas) en contacto con esa Colombia que creen que no existe o que muchos se niegan a mirar. Esa que convive con la violencia, con la exclusión y con la ignorancia, esa que no vé salidas distintas ni alternativas. Quizá ese contacto sea de mutuo beneficio para ambas partes y nos ayude a tener un país más integrado. Un solo país y no uno para unos y otro para otros sin puntos de contacto, sin posibilidad de construir comunidad, reconocer objetivos de todos y un futuro para la nación.

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