Una buena idea, vuelta mierda.

La investigación en Colombia ha sido un elemento de política pública que casi todos los políticos mencionan como fundamental pero que es el primero en sufrir y ser sacrificado ante cualquier desajuste presupuestal. Eso no es quizá exclusivo del país, en España y en general en Europa a raíz de la crisis económica actual los presupuestos de investigación han caído con la consecuente pérdida de personal calificado y proyectos. Sin embargo, no por ser un mal compartido la cosa se hace menos aceptable.

Una solución que se ha planteado desde hace años ha sido el diseño de impuestos a las ganancias producidas por la extracción de recursos naturales no renovables, para destinar esos recursos a la Investigación; entendiendo por ésta no solo la actividad en sí de investigar sino también las actividades comúnmente ligadas a ella como la formación de capital humano, la generación de empresas basadas en el conocimiento y la agregación de valor a productos y servicios propios. De esa forma, al extraer metales o petróleo por ejemplo, se prevé que al agotarse han generado otras actividades económicas que tomen el lugar de esa explotación y sirvan al continuo desarrollo del país. Se reemplaza un recurso natural por una base industrial, un know-how propio, basada en recurso humano propio y desarrollo sostenible. Es una forma también práctica de no aumentar los ingresos del país sin aumentar al mismo tiempo el empleo, ya que la actividad minera suele demandar menos empleo que la actividad industrial una vez se llega a maximizar la producción. Al retener recursos de esas actividades, éstos se pueden usar para becas doctorales, investigación y otras actividades similares, que si bien no son empleo en sí, sí son formas de vincular profesionales a actividades productivas, importantes para el país y que con el tiempo servirán a ampliar la industria, abrir nuevos nichos productivos, aumentar la productividad, etc. a la vez que se saca de la lista de desempleados a esos profesionales que están estudiando o investigando. Chile tiene un esquema de ese estilo aunque con la tragedia del terremoto del año 2010 se habló de gastar parte de esos recursos en reconstrucción.

En cualquier caso, Colombia hizo un cambio importante en su legislación relacionada con la Investigación al aprobar una nueva Ley de Ciencia y una reforma que dispone que un porcentaje de las regalías deben ir investigación; regalías que son producidas por la explotación minera y que antes iban a proyectos de las regiones en cuyo territorio se producen esos minerales o petróleo. En principio una excelente idea puesto que incrementa enormemente el flaco presupuesto destinado a investigación (0.37% del PIB en años recientes) y le quita recursos a proyectos inútiles que todo el mundo está cansado de gritar que solo sirven para alimentar a los corruptos cuyo apetito es insaciable.

Como dice algún dicho alemán "el diablo está en los detalles". Y en este caso realmente los detalles dan grima. Estamos hablando de unos 500 millones de dólares, así que no es poca cosa. Lo que ha resultado de todo el ejercicio de Colciencias es más bien desastroso. En primer lugar el solo hecho de que el Director de dicho Departamento, Jaime Restrepo Cuartas, tenga que salir a aclarar que los políticos van a tener que ver con la asignación de dichos recursos "pero no mucho", es poco menos que lamentable (ver la declaración aquí). Y que luego se sepa que los recursos serán repartidos de tal forma que un departamento como Córdoba que cuenta con menos de 100 grupos de investigación recibirá más recursos que el Valle, Santander, Antioquia o Bogotá, solo muestra que estos recursos no van a ser invertidos con el criterio de nación que se requiere para que tengan el efecto buscado. (Ver la noticia aquí.)

Las regiones tienen todo el derecho a decidir su futuro y aquellas que apenas despuntan en actividades de ciencia y tecnología merecen apoyo. Sin embargo, el camino a recorrer es largo y el atraso gigante. Colombia no cuenta con grandes laboratorios como aquellos que en otras latitudes han impulsado el desarrollo científico. Brasil por ejemplo ha hecho inversiones como el Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón que han significado avances fundamentales en áreas originalmente no relacionadas con las partículas elementales tales como la nanotecnología, los materiales y otros. Cuba con sus laboratorios para el desarrollo de vacunas e investigación biotecnológica son un ejemplo más de que es necesario concentrar personal con altas calificaciones y equipos de punta para producir innovación. En el libro "Where Good Ideas Come From", Steven Johnson muestra como los ambientes complejos, con alta competencia y excelencia, generan más y mejores ideas. Es la razón por la que lugares como el Laboratorio de Inteligencia Artificial del MIT se ha sostenido como fuente de innovaciones y desarrollo por años. Crear lugares donde las ideas y la complejidad fluyan y la inteligencia y la sana competencia prevalezcan es una forma de cultivar innovación.

En Colombia, sin embargo, con la fragmentación de los dineros y bajo la dirección de Colciencias, los recursos de regalías vendrán a alimentar laboratorios a medias (muy buenos para sus dueños pero no de impacto para la región y el país), proyectos que alimentarán la pila de artículos científicos sin citación alguna y a engordar a los hijos políticos de personajes grises metidos en la ciencia, que también los hay. Ese poquito que tengan que ver los políticos con la asignación de presupuestos hace un daño desproporcionado a su tamaño, ya dio para que se regara el rumor de que Colciencias ya había comprometido 200 millones de dólares de esas regalías con Ministerios antes incluso de recibir los proyectos que debían estudiarse. Eso puede no ser cierto pero la sola idea da rabia.

Una muestra de cómo tan buenas ideas (nueva Ley de Ciencia Tecnología e Innovación, Reforma a las Regalías, Creación del Fondo Francisco José de Caldas) van camino al desastre lo tenemos al observar la composición del Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación. En él no se ven realmente representados los investigadores a través de aquellas personas que con sus aportes han ganado el derecho a opinar y a ser tenidos en cuenta. La verdad es que, hechas excepciones, allí no hay brillantez, ingenio e imaginación y hay personas que uno todavía se pregunta qué hacen ahí. Un religioso ex-director del Sena, un comerciante de Medellín, un alcalde y otro asesor de una gobernación, que hacen parte del Consejo Asesor mencionado, no son las personas más calificadas para asesorar la investigación, mucho menos diferenciar con criterio el tipo de investigación que se hace, las áreas a perseguir, las prioridades, etc.

El monto de los recursos anuales daría para ejecutar un proyecto de largo plazo. Pero eso parece ser que a los colombianos nos queda grande. El Instituto Nacional de Salud solía ser un pilar de la investigación en malaria y otros males tropicales propios. Aun en épocas en que poco o nada de investigación se hacía en Colombia, por allí se investigaba. Hoy, luego de se descentralizaran sus servicios, el INS no es la sombra de lo que fue y los científicos no duran en nómina por los malos salarios. Como ese hay ejemplos en diversas áreas (tampoco muchas) de laboratorios y proyectos que podrían concentrar equipos de punta, personal altamente calificado y un sistema de movilidad que le sirva a todo el país. Lo que tendremos sin embargo es una re-edición de esa mal entendida descentralización.

Los grupos de investigación son la célula básica de esta actividad pero no son ni un órgano y mucho menos un organismo. Cada grupo intenta defender sus intereses y sus proyectos y lo hace con todo derecho, lo mismo que cada investigador. Sin embargo, la visión de nación requiere otras ideas y unas políticas que señalen una ruta y una forma de actuar. Y otras ideas no son suprimir la investigación básica para favorecer la supuesta investigación aplicada o favorecer unos grupos sobre otros como intenta implementar a la fuerza Colciencias. Otras ideas son otras formas de organización, son la búsqueda de la complejidad en los proyectos, la búsqueda de la innovación por la vía del alimento a la inteligencia y la creatividad, que tampoco es pagar proyectos inútiles a niños o escuelas sin una guía científica seria. 

La formación de doctorado por ejemplo es necesario re-dirigirla, al menos parcialmente. Uno no ve convocatorias para becas doctorales en revistas científicas dirigidas a "aquel que quiera hacer un doctorado en alguna parte en algún tema". Uno observa convocatorias para estudiantes de doctorado específicas hechas por grupos específicos con temas específicos. En Colombia sin embargo las becas/préstamo están dirigidas a quien quiera y en lo que le parezca. Es hora de que las becas doctorales sean para hacer estudios con proyectos concretos y hechas de tal forma que se atraen los mejores estudiantes, vengan de donde vengan, buscando la excelencia. Esto, acompañado de formación doctoral  en el exterior con selección real de talento, serían un menú mucho mejor que el que ahora hay.

El punto es que el futuro no es más brillante porque ahora una región que está emergiendo tenga más presupuesto que otras que han mostrado más madurez y avance. Ni es mejor con que los políticos tengan solo un poco que ver con la asignación de presupuestos, ni es mejor con que se sigan aprobando proyectos sin unas prioridades hechas con mucha altura pues el consejo asesor no es más que una colección de representaciones políticas y acomodo y no es una guía estructural académica con la autoridad moral y científica para determinar un norte. Y si el futuro no es más brillante, ¿qué estamos haciendo? cogimos una buena idea y la volvimos mierda. Las regiones tampoco tienen esas guías y están mucho más influidas por rivalidades y politiquería, así que rara vez veremos que le den a esto la seriedad que merece. En otras palabras, pensar que solo la plata resolverá el atraso científico colombiano no es más que pensar con el deseo. Por supuesto, algunos buenos proyectos se van a realizar y no todo lo hecho va a ser deleznable, pero el todo no será muy distinto y el futuro seguirá siendo gris en ese sentido.

PS. Debo aclarar que fui becario de Colciencias para mi doctorado y he sido miembro de un Consejo Nacional de Programa de la misma entidad, eso para aclarar posibles conflictos de intereses y el hecho de que debo asumir que he participado del sistema que critico.

Comments

Andrés Arenas Salamanca said…
Interesante punto. El análisis me parece más que pertinente.

Popular posts from this blog

Poema de William B. Yeats

Las campanas de El Jardin, Antioquia

El fin de la soledad (William Deresiewicz).