Las campanas de El Jardin, Antioquia

En GoogleEarth aparece como una mancha de color sobre un tapete verde mas bien informe y casi feo. De un verde poco natural. Si uno viera esa imagen quizá preferiría coger para otra parte, abandonar del todo la idea de ir por allá. Sin embargo, a medida que se avanza por una carretera que le muestra todo lo cambiante y diverso este país, va cayendo uno en cuenta de que el viaje, si no por el destino, al menos por el trayecto, vale la pena; como en el poema de Cavafis. En el camino, se pasa por el lado de Amagá para descubrir, al otro lado de un cañón que debe tener un nombre bonito pero que la verdad es que ignoro, el Cerro Tulsa, como esculpido a mano. Luego, al llegar a la rivera del Rio Cauca y pasar al otro lado, a la Cordillera Central, puede uno por un largo trecho palpar el fluir de tantos ríos y quebradas que uno corre el peligro de pensar que es inacabable, que tendremos agua para siempre.

Al final, luego de dejar pasar por un ladito de Andes empieza un ascenso en verde. Algo que en realidad por deslumbrante uno podría casi ni ver. A lado y lado, hasta donde puede ver, verdes de todos los tonos y texturas, sembrados de café, frutas, flores o simplemente monte, bosque natural, árboles de todos los tipos, malezas que a veces parecen sembrados de algo que uno no sabe que utilidad pueda tener. Es un concierto difícil de olvidar tanto si lo ve uno bajo el sol picante de las zonas templadas o si lo entre neblina o nubes. Aunque ese no es realmente el final pues la montaña sigue subiendo, los bosques se ven cada vez mas cerca y más bellos y uno quisiera en realidad seguir el camino y ver que hay más arriba, más allá, al otro lado de aquella colina o aquella curva.

Se llega entonces a Jardín o El Jardín, Antioquia. Para el visitante de primera vez la noticia es que sí, en realidad hay muchas flores en el municipio así que eso más o menos dirime el problema de si en realidad es o no un municipio florido. Más allá de eso, se trata de una zona hermosa de la cordillera por si no ha quedado claro hasta ahora. La gente es amable en la mejor tradición de amabilidad que hayamos escuchado de nuestros abuelitos antioqueños o del Vejo Caldas. El título de la historia tiene precisamente que ver con esa amabilidad que uno quisiera poder encontrar con más frecuencia...
Guías, chicos en edad de colegio, se te ofrecen para llevarte y contarte lo que el municipio tiene que mostrar. Una de las tantas caminadas te lleva al Charco Corazón. Una llovizna pertinaz nos impidió ver la roca que le da el nombre (sin sorpresas, una roca con forma de corazón) en ese camino destapado inicia la historia, la de las campanas de la iglesia de Jardín. Según nuestro acompañante, las campanas habrían entrado por este camino que viene de Río Sucio, Caldas. (Visitado Google Earth y consultados algunos mapas, se ve de cierto que aunque no fácil, hay un camino que lleva hacia esos lados.) Dijo nuestro guía que las campanas fueron compradas por el municipio de Andes en Alemania a principios del siglo XX. Las campanas, demasiado pesadas (tres toneladas) fueron traídas en 100 mulas y 100 hombres llegando por Río Sucio. Las mulas, seres vivos comunes y corrientes y no de hierro, se enfermaron al llegar a Jardín. Las campanas fueron pues descargadas ahí y por razones que no nos contaron, allí se quedaron... es una historia fácil de creer. Podrían haber llegado por Buenaventura y venir del Valle. Eso explica la llegada por Rio Sucio. O podrían haber llegado por la Costa Atlántica y traidas en barco hasta Honda y en ese caso a lomo de mula pasando la Cordillera. En fin, creimos fielmente en la historia y buscariamos como fuera una ruta que explicara la ruta. Sólo que no había más que contar y nos quedamos con algunas preguntas.

Con la curiosidad por el hecho, que las campanas de Jardín eran para Andes; fuimos a la iglesia de Jardín (iglesia no, basílica menor según nos explicaron prontamente dos o tres personas diferentes) a indagar un poco más. Lo sorprendente es que semejantes campanas, desde hace como 100 años puestas en Jardín, no han sido vistas por nadie del pueblo. No dimos con un creyente o no creyente que dijera haberlas visto. Lo único que se ve en las dos torres de la iglesia es un altoparlante, pero no se ve ni el perfil, ni la sombra, ni un asomo de las campanas... solo dos tiritas de lazo, delgadas y exiguas que son las que --todos dicen-- halan para hacerlas sonar. De lejos, de cerca, desde abajo, nada. Sobra decir que los dos lacitos, se insertan en un cielo raso azul claro, que no deja ver más. Si uno tuviera unas campanas de varias toneladas, importadas de Alemania, las haría ver y sonar, no? serian un sitio para visitar.

En todo caso, sin cejar en el empeño, preguntamos al señor que vende las imágenes de santos y veladoras en la puerta de la iglesia. Él, sin embargo, no pudo tampoco contar ninguna historia de las campanas... De hecho lo único que logramos fue que empezara una encuesta para ver de quienes entraban y estaban por ahí en la iglesia había visto las campanas. Nada, nadie las ha visto. Decepcionados porque nadie podía corroborar la historia de las campanas, fuimos a la Casa de la Cultura. En la documentación del pueblo sólo hay una foto de la iglesia en construcción y ni sombra de las campanas, aunque las torres en la foto que vimos están a medio hacer.

Andando, por ahí, por los salones de la Casa, entre antigüedades no tan antiguas unas y no tan en buen estado otras, nos alcanzó el de la iglesia. Había por fin localizado a otra persona que sabía algo de las campanas... la señora que era la dueña de la venta de las imágenes. Preocupado por no habernos podido contar nada de algo tan a la mano, tan cercano, le había indagado a la viejita (93 años) por la historia. Sólo que la historia que para ella era relevante era una distinta a la de como llegaron allí... esa parte se nos queda en el tintero. Pero, importa eso?
La viejita narró a través de nuestro improvisado historiador que las campanas llegaron a Jardín, aunque no pudieron ser instaladas en el campanario pues el costo de subirlas era demasiado alto. El párroco de la época (los años 30?) se ingenió un método que serviría para recoger el dinero. Cada que un parroquiano pasara por ahí las podía tocar y por hacerlo dejaba una dádiva. Con el dinero recolectado por fin las izaron a su lugar de hoy.

Las dos historias parecen buenas, cómodas y se pueden juntar en una sola. Aparte de querarla creer, incita a querer saber más, a tener un motivo para volver a averiguar otro poco, a conocer al párroco y saber su parte. Esa curiosidad sólo aumenta cuando se nota que en las fotos lo único que se ve en lo alto de las torres es un altoparlante barato. Desde dentro de la basílica las cuerdas para tocar las campanas son demasiado mundanas y ordinarias para pertenecer a campanas de toneladas y tener semejante tradición. Más increíble aun, nadie parece estar muy enterado de nada ni muy interesado en las anécdotas... Andes no reclamó sus campanas? se alviaron las mulas? Pagó Jardín por ellas?
No hay alivio a la curiosidad al irse uno dando cuenta de nadie ha visto las dichosas campanas. ¿Será que nunca existieron? ¿será que siguieron su camino a Andes y nadie se dio cuenta? ¿será que en lo alto de las torres sólo hay un gran secreto?

Indudablemente quisiera subir a verlas... o a ver que hay allí. Y si hay o no campanas al menos contemplar desde lo alto un paisaje único e inigualable. Definitivamente sí quisiera volver a Jardín, volver a sentir que alguien que no te conoce se toma el trabajo de buscarte en medio de la llovizna para contarte una historia del pueblo, para volver a ver ese océano verde y esas montañas increíbles, volver a comer trucha, dulces y café (de los Andes). Me gustaría sin duda, en compañía de ella, volver a Jardín, a caminar, a indagar más historias, a conocer mejor como se vive cuando se vive en paz.

Comments

Unknown said…
creo que tendras que volver y buscar la verdadera historia de las campanas porque esa que te contaron esta media falsa. Lastima que sin corroborar te hayas tomado la molestia de subir tal información a la interne. bye bye
Unknown said…
This comment has been removed by the author.
Gracias Leidy por leer el blog... no es una nota histórica; es una anecdóta que me parece refleja cierta imaginación popular muy bonita y que además me dio la oportunidad de aprender un poco de la gente de El Jardín, hablar con algunos de ellos, conocer un par de lugares y permitir un hilo conductor a una visita que es inolvidable. Y más que nada es tener la esperanza de que quien lee vaya y conozca y tenga la maravillosa experiencia de hablar con las personas que viven allí.
Unknown said…
Nelson, me convenciste (hay que decir que no soy la chica más difícil).. que rico ir a Jardín, con sus historias mágicas, sus gentes y sus dulces...!! A lo mejor nos encontremos con los sucesores del conductor de las mulas y nos llegue una nueva historia...
Unknown said…
La Basílica Inmaculada Concepción de Jardín, un referente de la fe jardineña

Desde 1934 Santa Teresita y San Miguel tañen con fuerza en el municipio de Jardín para anunciar la Santa Misa… tañen, porque son campanas

y así con los nombres de estos dos santos, fueron bautizadas por la comunidad, desde que arribaron a este municipio antioqueño, traídas, primero, en barco desde Hamburgo –Alemania- y desde el puerto de Cartagena, a lomo de mula. El Padre Ángel José Pareja García, Cura Párroco del Templo, estableció que fue el sacerdote Juan Nepomuceno Barrera quien comenzó el proyecto: “Con los pecados más grandes, se construyó este templo… y es que el padre ponía de penitencia traer piedras y materiales para la edificación… así fue cómo también se consiguieron las campanas también”, dice entre risas.

La basílica está consagrada a la Inmaculada Concepción, es decir, la advocación mariana que honra a la Virgen María, por concebir al hijo de Dios, y tan grande como esta creencia religiosa, es la fe con la que el templo fue construido entre 1916 y 1934 con piedra labrada a mano, extraída de la cantera del sector de las Peñas vereda Serranías. Tomada de la pagina de epm
Unknown said…
La Basílica Inmaculada Concepción de Jardín, un referente de la fe jardineña

Desde 1934 Santa Teresita y San Miguel tañen con fuerza en el municipio de Jardín para anunciar la Santa Misa… tañen, porque son campanas

y así con los nombres de estos dos santos, fueron bautizadas por la comunidad, desde que arribaron a este municipio antioqueño, traídas, primero, en barco desde Hamburgo –Alemania- y desde el puerto de Cartagena, a lomo de mula. El Padre Ángel José Pareja García, Cura Párroco del Templo, estableció que fue el sacerdote Juan Nepomuceno Barrera quien comenzó el proyecto: “Con los pecados más grandes, se construyó este templo… y es que el padre ponía de penitencia traer piedras y materiales para la edificación… así fue cómo también se consiguieron las campanas también”, dice entre risas.

La basílica está consagrada a la Inmaculada Concepción, es decir, la advocación mariana que honra a la Virgen María, por concebir al hijo de Dios, y tan grande como esta creencia religiosa, es la fe con la que el templo fue construido entre 1916 y 1934 con piedra labrada a mano, extraída de la cantera del sector de las Peñas vereda Serranías. Tomada de la pagina de epm
Anonymous said…
NELSON. Creo que es necesario darte una informacion mas amplia, porque tu relato está totalmente equivocado.
Durante los años 1918 a 1934 ejerció como cura párroco de Jardin el Presbítero Juan Nepomuceno Barrera quien al llegar al municipio se encontró con un templo pequeño, construido en bahareque y en muy mal estado, y de inmediato se empeño en construir un templo nuevo, para lo cual reunio a las autoridades y personalidades mas prestantes, a quienes les presento el proyecto de una construccion de grandes dimensiones y al estilo de las mas importantes de Europa. Unos pocos se entusiasmaron y le manifestaron su apoyo, pero la gran mayoría manifestó que tal idea era un desproposito para un municipio pequeño y que no estaban dispuestos a aportar recursos para tal obra. El presbítero Juan Nepomuceno Barrera con decisión y gran tesón se dió a la tarea de conseguir los recursos, tramitar los permisos, delegar al italiano Giovanni Buscaglione el diseño y elaboracion de los planos, y se encargaron a la ciudad italiana de Carrara el envio de las piezas como altar mayor, sagrario, púlpito, bapisterio y angeles custodios, en marmol, y además a la ciudad de Hamburgo en Alemania la construccion de las dos campanas de su historia. Todas éstos elmentos para el templo llegaron de Europa en barco, se trasbordaron por buque por el Rio Magdalena hasta Puerto Berrio, y de alli mediante recuas de mula se trasportaron hasta Jardin, pasando previamente por Andes. Todas las piezas encargadas fueron tasladadas de Andes a Jardin por el camino real existente, con excepcion de las dos campanas, las cuales por su peso, de 875 y 500 kilos respectivamente, no pudieron se trasnportadas inicialmente y fueron descargadas temporalmente en el parque principal de Andes, donde permanecieron por meses, hasta que se diseñaron unos andamios para trasportarlas con el concurso de mas de 100 mulas y bueyes y los mas expertos arrieros de la zona, hasta su arribo a Jardin. Izarlas hasta su destino final tambien fue otra odisea, pero al final, ahi estan en su sitio, les dieron por nombre San Miguel y Santa Teresita, y forman parte de la Basilica de la Inmaculada Concepcion, declarada Monumento Nacional y Basilica Menor por el Papa Juan Pablo II
Gracias Anónimo por la información, como decía en un comentario anterior, no intento ser historiador, solo narro una anécdota del viaje a El Jardín y que le da fantasía a un lugar que vale la pena conocer.
Unknown said…
https://youtu.be/DB5HbyipWGM

Ver el vídeo de 100 hombres antioqueños dónde comparten la verdadera historia de las campanas

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