Alfredo Molano, las matemáticas y los pié de página

Soy físico de profesión, la estudié por pura convicción, porque pensaba que tenía algún talento y me gustaba la sensación de poder encontrar explicaciones científicas a las preguntas que a veces yo mismo me formulaba o a veces escuchaba por ahí. Además me leí un librito de una serie que los años casi me han obligado a condenar, pero que salvó mi carrera de lector de alguna forma pues sin esos libros quizá no habría sabido qué libros leer posteriormente en la vida. Eran unos libros de Salvat con versiones abreviadas e ilustradas de clásicos juveniles. Cada tomo tendría 30 páginas o algo así, uno de los títulos era "Albert Einstein" y su lectura me entusiasmó estando de unos 10 u 11 años. Otros libros de la colección eran Ivanhoe, Tom Sawyer, Corazón... qué sé yo. No quise ser cruzado, ni caballero de la corte del Rey Arturo, pero sí físico, así que entendía la diferencia entre ficción y realidad o algo parecido.

Bueno, empecé por ahí no por hablar de libros sino para decir que no tengo nada en contra de la disciplina que adopté. Sin embargo, no soy miembro de la Sociedad Colombiana de Física ni de agremiación alguna. De hecho no hago parte de ninguna sociedad excepto "la sociedad" como un todo, pese a que mi mamá me llamaba antisocial cuando estaba chiquito.  Formo parte de esa sociedad por su definición misma, creo. Como la definición de universo (al que pertenece todo lo que existe) la definición de sociedad me abarca.

Poco más que eso, más bien en la vida tiendo a desvincularme de sociedades en las que me matriculan de facto y a no buscar pertenecer a ninguna debidamente constituida. Tampoco soy parte de la Asociación de Profesores de mi Universidad ni soy parte de asociaciones de egresados, partidarios de esto o aquello u objetores de lo uno o lo otro. De verdad me disocio apenas me ponen un rótulo o una condición.

Aparte de muchas y profundas divergencias ideológicas con todas las mencionadas sociedades hay otras razones de fondo para no matricularme en ellas. La más importante es lo que en matemáticas se conoce como "clase de equivalencia". Ya dije que era físico así que me deben perdonar usar el lenguaje matemático. Déjenme explicar... la idea de sociedad es la de un conjunto de personas. No puedo evitar ser parte de un conjunto, lo mismo que, aunque a veces me gustaría, no puedo de dejar de ser parte del Universo. Pues una clase de equivalencia o simplemente "clase" es la de un grupo que se identifica entre sí de tal forma que uno es intercambiable por otro según alguna regla o condición. Entre números es más fácil... digamos "ser par o impar" establece dos "clases" entre los números. Las clases son excluyentes. Obviamente uno puede cambiar la regla y la clase se disuelve de alguna forma o usa otra regla y las clases se recomponen.  Una características de las clases de equivalencia es que para nombrar a todos los miembros, basta nombrar a uno solo. Es decir "2" basta para nombrar todos los pares. Y lo triste es que las clases cuando se hacen entre humanos cumplen la misma condición, de hecho es así como se construyen muchos poemas y  metáforas y  el sentido de muchas figuras literarias, pero explicarlo me alejaría todavía más del tema.

Para no alejarme indefinidamente del objeto de este texto, quiero decir que no me gusta ser miembro de una "clase". Inevitablemente lo soy,  ya lo sé, pero si puedo evitarlo, lo evito. Bueno, Alfredo Molano http://www.elespectador.com/columna165948-el-sueno-paisa me ha puesto en una clase de equivalencia: "Los Paisas". Y protesto. Aunque nací en la "Antioquia la Grande" y he vivido aquí muchos muchos años, aunque muchas de mis características me delatan como oriundo de estos pagos, protesto. Los Paisas, en boca de Molano y pese a su asterisco y pie de página, somos una especie de banda. Somos unos negociantes que venderíamos al planeta tierra si eso nos diera una ventaja momentánea pasado mañana en la compra del planeta marte donde no hay nada que hacer ni vender. Somos una clase. Y por ende yo como cualquiera somos intercambiables y en su opinión aparentemente todos negociantes sin ética, paramilitares y otras cosas que molesta traer a la memoria.

No somos una clase. Los antioqueños, los paisas sólo somos personas que nacimos por aquí, nada más. No nos asocia ni el odio ni el amor a nada ni a nadie en particular. No somos intercambiables ni podemos ser reducidos a una característica. En Bogotá y en otras partes la gente hace barbaridades, vende lo que no debe, quiere abrir el Darién, quisiera secar cada humedal, etc. etc. y, sin embargo, uno no ve un asterisco y un pie de página de Molano para hablar de "Los Rolos" como clase cuyo representante sería... ¿quién?

No quiero pertenecer a clases. De hecho hago maromas impensadas para que no ser de "la rosca" que es la típica clase colombiana. Para ser franco he perdido muchas oportunidades en la vida por no hacerme parte de la (una) rosca cuando he podido. Pero una rosca no es otra cosa que la reducción de las personas a una clase de equivalencia cuya condición es "ser amigo de..."  o "ser clientela de..."

Aprecio a mis amigos pero no siento que deba ser clasificado por ello, lo mismo que no me interesa pertenecer a varias sociedades o asociaciones. Por eso aun cuando los quiera, no soy de su rosca. Y no pocas veces algunos que creía amigos han dejado de acompañarme en la vida por no integrarme a su rosca, es decir por no pensar que ser amigo de ellos era la característica que me definía.

Y para rematar desdice de la inteligencia de cualquiera cuya objeción contra Uribe, Fajardo u otros, es que "son paisas". Ojalá esos nunca alcancen el poder porque me imagino que nos harán lucir algún símbolo en la ropa y nos prohibirán entrar al olimpo.

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