La muerte de un escritor

J.D. Salinger murió hace un par de días. A mediados de los años 90 se regó el rumor de que  publicarían una de sus novelas y Amazon.com la iba a distribuir. Fui uno de los tantos cientos de miles que nos pusimos en lista de espera para un libro que finalmente nunca apareció, desvaneciendo las esperanzas de agregar un nuevo cuento o novela de Salinger a nuestra colección. 

En Salinger sin embargo las cosas son casi siempre nuevas. Cuando uno relee uno de sus cuentos encuentra tonos y sutilezas que quizá leyó la primera y la segunda vez pero ya fueron olvidados y entonces los descubre uno por vez primera. Un autor excepcional. "For Esmé with Love and Squalor" es uno de los mejores cuentos que he tenido la fortuna de leer. Los personajes infantiles de Salinger en este cuento son quizá sus creaciones más perfectas. La descripción de la guerra que se logra en esas páginas, sin entrar en absolutamente ningún detalle, es más completa que novelas enteras dedicadas sólo a ello y el contraste con la frescura de esos niños nos presenta un claroscuro insuperable de la sordidez de la guerra y a la vez los motivos mas sublimes que nos mueven a los seres humanos. 

Salinger era uno de los pocos escritores que lograba crear personajes inteligentes en sus escritos que son creíbles. Crear un personaje intelingente debe ser lo más complicado para un escritor... porque no basta describirlo como inteligente sino hacerlo actuar como tal, hacerlo decir y hacer juicios inteligentes. Sera por eso que quizá no abundan. El estúpido infortunadamente prolifera pero los personajes realmente inteligentes son dificiles de encontrar. Salinger hizo de la inteligencia una de sus vetas narrativas más impresionantes. Casi todos sus personajes son sensibles e inteligentes, suficientemente neuróticos y algo paranóicos (al derecho o al revés) como para describir lo que a veces implica no poder parar la máquina de pensar. Sus personajes no son felices en general. En uno de sus libros una madre se queja de que la inteligencia de sus hijos les sirve para todo menos para ser felices. Y casi todos ellos sufren la tortura de tomar un tema y tenerle que encontrar diferentes ángulos de lectura, de ver la otra cara de la moneda y de entender que en la vida muchas cosas admiten con cierta facilidad dos lecturas completamente opuestas pero que co-existen en cada uno de los actos humanos. De ahí talvés parte la frescura, no inocencia, de sus personajes infantiles.

Las reflexiones religiosas de Salinger nos dan otro ángulo en el que resulta dificil superarlo. Sus interpretaciones de los "personajes" de la Biblia, sus juicios sobre como actúan esos personajes y el uso del budismo zen y sus enseñanzas en contraste con las enseñanzas y prédicas cristianas o judías,  nos dejan ver un escritor en búsqueda de una religión que realmente lo acerque a un comportamiento que no se pueda leer sino de una única y sola forma. De una religión donde los jucios son eliminados (justamente por imposibles) y donde Dios sea más generoso que los hombres y nos mida con una vara que nosotros no somos capaces de usar para medirnos a nosotros mismos o a los demás (reparafraseando un poco a Borges). Salinger entonces sin proponérselo nos describe verdaderos seres humanos en cada una de sus páginas, motivados a la vez por lo más alto pero tambien por lo más egoista. Por lo espiritual pero en ciertas formas de lo más terrenal (la vanidad).

Quizá en ello encuentro explicable su retiro y lucha por no estar en el centro... una pelea contra la vanidad humana. Eso es un poco lo que hoy que supe que Salinger murió se me ocurre compartir. Habría mucho más que decir. Heinrich Böll dijo alguna vez que había dos escritores que debían recibir el premio Nobel: García Márquez y Salinger, uno ya no está para ello y nunca lo hubiera aceptado, el otro ya lo recibió y su vanidad a veces supera su talento.

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