Los no temas

Estaba hoy pensando en escribir algo y repasé mentalmente los temas pendientes; todos me desaniman. O casi. Y al final decidí hacer un inventario para ver si alguna vez me extiendo en alguno si es que encuentro la paciencia, el tiempo y el ánimo.

I. La campaña presidencial. Creo que pocas cosas deprimen más que ver la campaña presidencial actual. Santos es el baboso más grande que ha dado este país. Su mérito es su apellido, ser Santos, nada más. Su falta de inteligencia y tino se le nota en cada salida tonta, por no decir estúpida. No habla con propiedad de nada, no dice sino barrabasadas cada que abre la boca. Tiene tan poco que mostrar en cuatro años que con solo abrir la boca le sale algo que no va con la realidad o con el país. Pero, por esa misma razón, da una pereza infinita hablar de él. Lo cual es poco menos que irresponsable porque justo en estos momentos es que habría que hablar de lo que vamos a hacer con este país. Sin embargo, ponerse a señalar todas sus palabras vacías, las razones por las que siempre parece fuera de lugar, incómodo en su propia ropa, generando desconfianza por sus actuares poco auténticos y faltos de gracia y espontaneidad, eso da fatiga de solo pensarlo. Esta semana asistió a la demolición de una casa de vicio (dice él). El acto es tan estúpido como vender el sofá para evitar que la esposa lo use para ser infiel... y además cuando el dueño demande al Estado se hará rico.

II. La prensa nacional. Leer un periódico nacional me hace entrar en un estado que oscila entre la total desesperanza y las ganas de enterrar la cabeza en la arena para siempre. Sacarla solo para ver cine y alguna serie de televisión, leer algo y tomar algo y volverla a enterrar. Ojalá con una avestruz vecina con la cual compartir algunas dudas y consideraciones generales sobre el acto mismo de enterrar la cabeza. Pero si Colombia es lo que pinta la prensa (algo que ya deprime), lo que más desalienta es que el periodismo nacional nos señala lo mal que andamos y que no tenemos cómo salir de ahí. No porque el periodismo nos señala los problemas sino porque escriben tan mal, investigan tan poco, se venden tan fácil, se acomodan y se adaptan y conviven con la mermelada de tal forma que uno sabe que ese es el nudo gordiano de todos nuestros líos. Nuestros profesionales (en este caso periodistas) son superficiales, faltos de rigor ético, de rigor moral si se quiere; en resumen, faltos de valor. Les falta espina dorsal para pararse erguidos. Uno abre un periódico y yo por lo menos me limito a ver lo que no voy a leer: las propagandas disimuladas, las historias insulsas y secundarias que son primera plana, los temas que no están y no se tratan o cuando se tratan se ponen con tal superficialidad que no dan ganas de pasar al tercer párrafo. Nuestros periódicos son la epítome de porqué estamos tan jodidos.

III. La educación. Desde hace años salen pruebas PISA, antes también salían las TIMMS y otras. Y todas tienen malos resultados para Colombia. Ahora, sin embargo, a los columnistas de Bogotá les dio por ser todos expertos en educación. Todos saben qué hay que hacer y cómo. Todos tienen fórmulas, todos tienen la receta y saben cuál es el problema. Atando con el párrafo anterior, llenan columnas y columnas de prensa sobre lo mismo, con los mismos lugares comunes y los mismos errores conceptuales. Hace una semana salió un artículo muy altisonante en El Espectador, lo abrí y era un publireportaje de la Fundación Compartir haciéndole propaganda a un estudio que ellos habían hecho. Nuestra falta de sentido crítico para ver el problema de la educación solo habla más mal de nuestra educación. Y estos columnistas y los lugares de donde toman datos o informes son solo parte de una especie nueva de animal "expertus burocraticus inutilum". Todos son parte o han sido parte de la burocracia oficial o de ONGs que vive de que todo esté mal para recomendar recetas que luego no funcionan pero les dan trabajo en otra parte y les permite seguir viviendo del problema.

IV. Colciencias. Esta tan jodida que no vale ni la pena empezar. Tiene funcionarios de tanta pobreza intelectual que mejor ni entra uno a tocar el tema.

V. La justicia. Nuestro aparato de justicia es tan poco garante de justicia y arrastra un lastre tan pesado de corrupción que ameritaría hacer borrón y cuenta nueva. Alguien propuso una revocatoria a todos los magistrados de altas cortes para volver a barajar a ver si se elige gente al menos intelectualmente de alguna altura para esos cargos, puede ser. Solo que, sabiendo cómo va nuestro sistema, lo más posible es que salgan todos pero elegimos exactamente a los mismos, no con la misma cédula sino dos o tres números antes o después, no los mismos nombres sino la misma gama de apellidos por región, es decir, gente de las mismas familias que siempre están al mando garantizando entre ellos que ellos siempre serán los elegidos.

VI. Este blog. Se está volviendo muy monótono y toca buscar temas nuevos. Los tengo pero no quiero perder más popularidad; discusión interna de yo con yo. 

VII. Mi adicción a los puntos suspensivos. Es mi salida fácil cuando no sé qué hacer o me da pereza pensar. He borrado tantos puntos suspensivos que llenarían blogs enteros de solo puntos. Y aún quedan muchos. Pereza mental? desconocimiento de gramática? falta de ideas? todas las anteriores? (¿qué tal eliminar el "¿" de todas partes?)

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