Bienvenidos a Gotham

Hace poco estuve unas horas visitando la Feria del Libro en Bogotá. Nada que ver con nuestra famélica fiesta del libro de Medellín; honestamente la nuestra tendría mucho que mejorar. Por ejemplo, hacer venir a Carolina Sanín muchas veces hasta que yo la pueda conocer personalmente, ya luego la pueden incluso acabar (mentiras, pero casi, casi). Iba a contar realmente que, como no tenía mucho tiempo, visité primero un pabellón de libros académicos (como si no viera suficientes cada día) de la que salí algo espantado por cualquier razón sin mucha importancia. Y como para limpiar el paladar de esta experiencia me fui al pabellón de diseño y caricatura y ya no salí de ahí.

De una parte porque me entretuve una cantidad de tiempo en el local de un colectivo de dibujantes que se han tomado en serio la tarea de hacer unos comics nacionales que me gustaron mucho. El dibujo de algunos es excelente y seductor, la edición buena y me impresiona que además todos son muy jóvenes y siempre, siempre, es bueno ver gente tan joven y creativa apostándole a cosas que no son muy valoradas en Colombia; se requiere mucho entusiasmo y convencimiento para hacer propuestas de ese estilo e intentar vivirlas. El talento ni se presta ni se vende... y eso siente uno viendo a estos chicos.

Luego, y ese es el motivo de la presente, me fui a ver los locales de DC Comics y Marvel. (Antes de una parada buscando un libro que deberíamos leer en clases de historia pero ya ni se consigue, A Sangre y Fuego, de Mary Roldan). Todo lo anterior para decir que la figura de Batman tiene une je ne sais quoi que me interesa. En realidad sí sais quoi, o más o menos: me parece digno heredero de Ulises o algún héroe épico traído a la modernidad y debilitado por la urbanización del planeta, el calentamiento global y las dudas que nos deja sin resolver el existencialismo. Sospecho que mucho de ese encanto de último tiempo tiene que ver con la interpretación de The Joker (nombre que prefiero a El Guasón, una palabra mucho menos completa para describirlo) de Heath Ledger y un diálogo en el que Joker le muestra a Batman qué tan cerca están; la poca diferencia entre el bien y el mal cuando esas ideas se toman como absolutos (ver). En fin, el hecho es que Batman sin The Joker es mucho menos interesante, para empezar, y a veces no menos criminal.

Todo lo cual me llevó a pensar qué tan parecido es este país de Gotham City. Ciudad Gótica es un lugar donde uno no quiere vivir. Todo se ve apacible por encima, la gente es buena en principio y bien intencionada, honesta en general. Pero en realidad la corrupción de toda la estructura es evidente inmediatamente se pasa de la superficie. En el fondo Gotham está regida por mafias que se turnan, políticos incapaces o corruptos, una policía que no sirve para mucho, un sistema judicial que no da la talla y ciudadanos que son fácilmente presa del miedo. De ello se aprovechan los villanos para hacer de las suyas, seguir libres, mantener sus imperios y mantener ocupado a Batman. Batman es un tipo que prefiere ser él mismo criminal dejando de vez en cuando un espacio a ver si alguna parte del sistema legal hace algo. Pero normalmente, como no hacen mucho, él mismo imparte justicia; su versión de la justicia al menos (usualmente una buena paliza, pero no es raro que el menú de opciones incluya la pena de muerte para algunos que son super-malos, a su juicio suyo, claro).  Batman además es un tipo impaciente, única característica en común conmigo, para ser exactos.

Gotham mantiene unas formas, la gente hace lo que puede, trabaja, va al cine, a museos y me imagino que a ferias del libro. Los políticos mantienen las formas: una gobierno que cobra impuestos y hace algunas cosas. Todo aparentemente funciona, solo que no funciona. Por debajo de la superficie todo es corrupto y solo los villanos realmente sobreviven. Este país en que vivo no podría ser más parecido a Ciudad Gótica. Solo que no hay Batman. Nadie toma siquiera por deporte la verdadera vocería de los que no tienen el poder. Como resultado, los supervillanos nuestros... (abra el periódico y escoja uno) siguen generalmente libres y haciendo de las suyas. A mi me tocó la suerte de una empresa villana, dirigida por personas sin traza de humanidad, anormalmente arrogantes y sin ética ni moral, que le quitan a la gente sus ahorros y los convierten en arena. A otros les han tocado otras catástrofes, otros villanos, algunos más malos que los villanos con los que yo tengo que lidiar.

Y, sin embargo, ni reaccionamos a lo que eso significa. Mejor dicho, nuestro individualismo es nuestra característica definitoria como colombianos: yo lidio con mi villano y espero que el Superhéroe de turno de pronto me ayude, pero no me interesan mucho los villanos que no me afectan directamente. A esos los leo en la prensa, me entretengo hablando mal de ellos, viéndolos en la tele, leyendo de sus fechorías en los periódicos. Y si por casualidad no hay un supervillano en mi vida, asumo que es que los otros o son de malas o hicieron algo para merecer a su villano. Porque nuestro cristinamismo da para explicar todo, incluso la desgracia: "algo debió hacer", es una explicación que uno oye cuando alguien sufre. Si no le hizo algo a otro ser humano entonces a dios o algo así, pero algo.

Leer a Mary Roldan por ejemplo, nos ayudaría ver esos supervillanos en su verdadero papel, eso solo por poner un ejemplo. La verdadera educación está, digo yo, en enseñarnos a poner límites y pelear con dignidad, no tolerar al super-malo, así no sea yo la víctima. No necesitar a nungún héroe, resistir a Batman y si es el caso realmente combatir su tendencia medio criminal, no valerse de ella.

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