Desde que tengo memoria de mis cosas, ahí está la ansiedad. Ahora mismo la siento escribiendo esto, como una fiera que de repente se sintiera amenazada en su posición cómoda y quisiera sabotear este ejercicio para mantenerse allí, sin tener que salir o exponerse a los peligros de la luz del sol. Mejor estar en el silencio interior, en una caverna segura, oscura y amurallada desde la cual atacar con la ventaja y desventaja de una sola entrada. Supongo que los psicólogos, neurólogos y psiquiatras tienen a la ansiedad debidamente clasificada, definida y bien contenida conceptualmente. Los que sufrimos nuestra ansiedad solo podemos determinar los síntomas según se padezcan y tratar de encontrar alguna ruta de evacuación hacia la angustia existencial común y corriente. Lejos, ojalá, de sentir el corazón acelerado, el diafragma pensando por sí mismo, los pensamientos yendo hacia lugares extremos, de un lado a otro, a veces lentamente y a veces a toda velocidad, en simultánea cerebral. Y so...