Educamos para seguir, no para liderar

Me pregunto en este momento cuál es el propósito de la educación nuestra, si formar personas autónomas, críticas e independientes, ciudadanos que defienden y reclaman sus derechos y respetan a los demás, que son capaces de eregirse como líderes de sus comunidades o simplemente formar gente sumisa que acepta lo que se les dice y ya está. Conozco mucha gente que ha llegado mucho más lejos de lo que se merece por ese solo mérito. En este momento creo que lastimosamente toda la evidencia apunta hacia eso: nuestra educación está dirigida a formar gente que sigue a otros y los obedece sin preguntar mucho. En lo que diré aclararía que no se puede buscar el problema en los estudiantes, están donde están en buena parte porque quienes participamos de su educación fallamos, no por otra causa.

"Cuando grande quiero obedecer a otros toda la vida" puede uno suponer que algún niño en alguna parte esté diciéndole a la mamá en este instante. No parece una aspiración muy probable pero no sobra decir que puede ser posible y. desde esa perspectiva, interesante. Yo quería estudiar para arquero, así que nada de raro tiene. Sin duda una vida cómoda, resuelta... no hay que pensar, no hay que decidir, no hay que inventar, solo hay que seguir a otros. Y eso en algo colinda con la religión, que es más o menos parecida aunque ahora no quiero divagar sobre ese punto. El hecho es que ser un simple seguidor de órdenes tiene sus comodidades. Ser líder y abrir camino, adaptar otras formas de pensar, vivir según ellas o crearlas, al menos no seguir a ciegas, quizá temer pero no dejarse amedrentar por la soledad, las amenazas de una cosa u otra, es mucho más difícil, demanda energía constante, demanda estar decidiendo, estar eligiendo, estar valorando qué camino es mejor y qué tiene que ver ese camino con uno. Hay que tener una noción del "uno" en lugar de un referente promedio dado por el colectivo. Eso cuesta más construirlo. Pensándolo bien, ese "uno" necesita un colectivo pero me refiero a una identidad que se da por poner en duda los referentes de ese colectivo y por asumir algunas posiciones basadas en convicciones y principios propios pensados de la forma más autónoma posible no simplemente el lugar común.

Sin embargo, hay que decir que esa aspiración de "cuando grande quiero obedecer a otros sin pensar" es más o menos de una minoría. Buena parte de los niños se piensan a si mismos dirigiendo, conquistando, abriendo paso, creando y liderando. En las películas generalmente se identifican con el "guapo", el duro que rescata y lidera la solución, casi ninguno al final de una película dice "me gustaría ser como el que se dedicó toda la película a bajar la cabeza y obedecer a ciegas". Acepto, no es tan articulado lo que digo pero algo de eso hay. Nuestra educación (¿toda la educación? ¿la de todos?) hace un esfuerzo denodado para matar esos sentimientos y en la Universidad nos encargamos de rematarlos; el mensaje promedio a los estudiantes es:  'Uds. no son capaces, yo sí, sino miren la facilidad con la que hago todo'. Estoy convencido de que ese es el mantra de nosotros los profesores universitarios en Colombia. Es un mensaje bombardeado a diario diciendo que ¡cómo! no se les ocurrió esta idea o habilidad que yo llevo trabajando 20 años y que Uds. han tenido un mes para desarrollar pero qué importa si es obvia e inteligente ¡increíble! Esto es especialmente crítico con los estudiantes de primeros niveles.

Pero no es solo la independencia y autonomía y la seguridad en sí mismos lo que matamos. Matamos su pensamiento crítico. Imponemos soluciones, cuando un estudiante pregunta algo incómodo o difícil lo más fácil es descalificarlo, no entendió o la pregunta no tiene sentido. Si nos pillan en un error sacamos las notas, ponemos lo correcto en el tablero y alegamos que se nos perdió un 2 en el camino pero que es muy fácil y de hecho algunos se las arreglan para hacer ver eso como una habilidad más del profesor. Y de todas formas no importa, en el examen ponemos algo todavía más difícil, con un truco que vimos luego de 15 años de trabajo, para mostrar quién manda y sabe. Con todo ello los estudiantes en la mitad de la carrera son un mar de inseguridad que se convierte en una curiosa admiración por algunos de sus profesores; ya son seguidores de alguien. Ese no se equivoca, hay que ser como él, hay que adoptar sus formas de hacer, todo lo que hace vale y está justificado, incluidos los errores, la falta de rigurosidad, las falencias normales, las cosas que no entiende o no sabe.Ya formamos a alguien obediente que aspira a ser como esa persona a la que ahora ven como alguien que jamás 'realmente' se equivocara, así se equivoque permanentemente, hemos inculcado el gen del seguidor.

Como decía, eso procede de un mensaje subliminal y permanente: 'Uds. nunca van a llegar, sus profesores son unos duros que entienden todo lo habido y por haber y los estudiantes apenas podrán aspirar a reproducir lo que otros han hecho, si acaso'. Ante una pregunta respondemos "¡pero si es es muy fácil! no es sino que..." y sigue una explicación que se supone que debería ser obvia para alguien que lo único obvio que tiene claro es que no la ve como obvia o fácil.  Logramos que nuestros argumentos empiecen a ganar por autoridad y que los acepten como tal, ahí es donde todos perdemos.

Pero hay más aún, Abusamos de nuestro poder, ponemos tests incontrovertibles e infalibles (jamás pensamos en aceptar que cometimos un error en la evaluación, por poner un ejemplo), ponemos notas casi sagradas. Y nos aseguramos que no protesten o se rebelen... si alguien lo hace ya queda en la lista negra. Peor aún, la Universidad colombiana es un mar de abusos de poder, faltas al debido proceso y a cualquier cosa que huela a derechos. No los matamos personalmente, así que respetamos el derecho a la vida. Sin embargo, la diversidad cultural y racial de nuestras universidades grandes es muy limitada. Homogeneizamos a los estudiantes para que se gradúen los que aprenden a obedecer sin meterle un ¿por qué? y lo hacemos sutilmente pero, si eso falla, no dudamos en hacerlo a la fuerza. La gente "rara", rara vez se gradúa. Puedo decir que he escuchado esa frase "ese no se gradúa" refiriéndose a estudiantes con modos extraños o poco familiares. Partimos de que solo es inteligente el que se parece a los profesores y reproduce lo que hacemos, no el que busca el camino menos transitado. Y lo peor es que los profesores nos creemos ejemplo de algo, difícil algo más pretencioso pues la realidad del país es que en ciencia o tecnología tenemos muy poco que mostrar. Pero me alejo del argumento que realmente quiero presentar: la Universidad se encarga de que el futuro ciudadano acepte lo que le pasa como una especie de destino prefijado en los cielos.

Los profesionales no aprenden del funcionamiento del Estado, de sus derechos y cómo defenderlos, del valor de hacerlos valer, del valor de llevar la contraria, de criticar y hablar libremente, de la necesidad incluso de hacer esas cosas. En otras palabras, confundimos dejarlos hacer lo que les de la gana (las drogas, las pintas en la paredes, el trato irrespetuoso, etc.), con la libertad; digo, libertad en términos de la sociedad y principios liberales de occidente. Existe una risible "cátedra ciudadana y constitucional" que no merece segunda mirada. Prueba de todo ello es lo que acaba de pasar en la Universidad de Antioquia. Violando todos los derechos a diestra y siniestra de los estudiantes se logró reprimir una protesta válida contra una medida del Consejo Académico. Se violaron derechos constitucionales (hay sentencias de la Corte Constitucional que muestran la ilegalidad de lo actuado), se violaron normas internas (se inventan cosas y procedimientos que no están en dichas normas), se actuó abusivamente por parte de casi todos los Consejos, autoridades y comités internos. Y sin embargo, la respuesta de los estudiantes fue tibia y dubitativa: dejemos así, hagamos lo que nos dicen o nos dejan hacer, mejor bajamos la cabeza y protestamos en silencio.

Una tutela, una sola, podría haber parado este desastre, nadie la puso, nadie hizo nada. Es difícil, un reto más grande para alguien: alzarse en contra de normas injustas y medidas autoritarias de gente que parece tener todo el poder; no todos lo van a hacer, eso es entendible, pero al menos uno de unos 12.000 afectados, uno solo hubiera bastado para proteger los derechos del colectivo. Digamos que 6.000 por decir algo no se vieron afectados realmente, quedan otros 6.000. Esto en realidad es lo que me ha llevado a la pregunta del inicio de este escrito: ¿qué formamos, lideres o seguidores? Ese es el dilema y es eso lo que nos hará falta reparar para ser una nación desarrollada socialmente.

Lo más curioso es que luego de que semestre tras semestre de estas prácticas de matar la iniciativa, les enseñamos "emprendimiento", a hacer empresa y pretendemos que innoven y creen. Mejor dicho, premiamos lo que queda de creatividad después de 10 semestres matándola y haciendo la tarea de dejar lo menos posible de ella. Queremos que salgan a liderar cambios y procesos. Eso no va a pasar, no con lo que hacemos en los 10 semestres previos.Y lo más oprobioso de todo es que esas profesionales cuando sean jefes sabrán hacer con sus empleados lo que con ellos hicieron como estudiantes, sabiendo que nadie alzará la voz o dirá algo, que todos aguantarán en silencio y aceptarán su destino con las injusticias y aberraciones que se le ocurran al jefe, directivo o superior. El cristianismo llevado al límite. He hablado de educación superior que es la que conozco un poco. La otra sin embargo puede ser peor, estas cosas en la básica y media sí que son pan de cada día.

Es lo que yo repararía de primero en la educación superior... la capacidad de rebelarse dentro de la civilidad, de reclamar y hacer valer derechos y de hablar con miedo pero no por eso dejar de hablar.

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