Los puros de espíritu

Siento que es algo que inició muy temprano en mi vida. Que ha estado en mi estructura mental por siempre, aunque hay que decir que como la misión de mi cerebro es buscar unidad y continuidad en mi personalidad es bien posible que eso no sea exactamente así y haya abundante evidencia en contra pero yo ni me dé por enterado. (Es algo que parte de tener una imagen única de uno mismo con una historia, un relato coherente acerca de ese justamente llamo "uno".) Bueno, aun si esa evidencia fuera abundante no creo que cambiaría de opinión de forma inmediata. El hecho es que detesto a los puros. Detesto a esas personas que en cada caso y cosa adoptan un atrio, un podio para pregonar y denunciar todo lo malo y la maldad del mundo y a "los demás" o a "la gente", de los cuales por supuesto ellos no hacen parte. Yo siento que es ponerse uno mismo de ejemplo. Es decir, mostrar que uno los impuros (el resto) deberían ser como es uno (el ungido), cosa que se puede hacer de forma implícita o explícita. Algunos de este combo de puros usa el muy corriente "no es que yo sea perfecto, pero..." y eso solo empeora las cosas.

Lo más complicado es que la cantaleta de este blog es tranquilamente un síntoma de eso mismo que estoy criticando. Este blog  es un juicio moral cuasi permanente y en cierta forma, como tal, circular. Mi única defensa es que busco desesperadamente formas de salirme del mismo. Una de ellas es el silencio, hay peleas que no doy, me callo a la hora de caerle encima a alguien especialmente cuando hay una masa detrás. (Castigo eso sí, con lo que tengo a la mano, los procesos y males que me parecen podridos y de vez en cuando personas, como voy a hacer aquí hoy). En fin, intento abstenerme de entrar en discusiones en las que sé que mi juicio no aporta mucho, ya por estar de acuerdo o no, pero en las que definitivamente no aporto gran cosa, Seguro soy un fracaso en ello y también puede que lo mío sea simple cobardía o pereza. Con frecuencia es lo segundo. Pero es lo único que puedo decir en mi defensa, lo demás y todo lo que digo se vuelve contra mi de forma implacable y directa y no tengo un mecanismo suficientemente bueno para evitar que lo que tiro para arriba me caiga encima, no en este caso. Sin embargo, lo hago igualmente y quizá sea por autoimplicarme. En fin, no salvada esa objeción pues procedo.

Lo que digo que creo que esa gente "pura" (según sus propios estándares) y que parece nunca cometer un error o que hasta sus errores solo sirven para mostrar su perfección, que hasta usan sus fastidiosos defectos para intentar venderse como gente ideal, incorruptible, impoluta; esa gente, repito, me hace sentir nauseas. Y creo que entre más famosos son, peor. Algunas personas a quienes admiro en lo moral y ético, si se quiere espiritual, están rotas por dentro (o estuvieron porque algunos murieron). Pero hacen algo que, me parece, parte de lo que me hace admirarlos: son prudentes, mantienen en la privacidad de su vida sus defectos y no intentan convertirlos en parte de un argumento a su favor; digamos que son gente privada (aunque una que otra vez correspondan a figuras públicas). La exposición continua, el exhibicionismo de palabra o escritura, solo contribuyen a demeritar alguna cosa buena que la gente hace. No admiro casi nunca a alguien que no se sabe callar y que se exhibe permanentemente. Quien diga "es que aquí nadie entiende como entiendo yo" o "excepto yo, nadie ve las cosas como realmente son" o algo similar, ya está por fuera de ese pudor que aleja a la gente del exceso y del exhibicionismo moral. Que es lo que se es cuando uno es predicador.

(En el Breviario de Podredumbre, una guía temprana para mí, Cioran dice que "en todo hombre dormita un profeta y cuando se despierta hay un poco más de mal en el mundo... La locura de predicar está tan anclada en nosotros que emerge de profundidades desconocidas al instinto de conservación. Cada uno espera su momento para proponer algo: no importa qué. Tiene una voz: eso basta. Pagamos caro no ser sordos ni mudos.")

Es que ser puro, incorruptible, a los ojos de uno mismo, da una especie de licencia para hablar de todo, de cada cosa, de pensar que nuestra opinión o nuestro jucio es muy importante. El mundo no puede vivir sin él, y por eso hablamos con igual carisma sobre el conflicto de Siria o las ondas gravitacionales. Eso es algo que en mi mente denuncia rápidamente al que cree que su visión es LA visión, lo que saca a relucir al predicador que llevamos dentro. Predicador que, sobra decir,  está ungido por alguna divinidad (así se sea ateo). A veces la divinidad es uno mismo.

Observo por otra parte que hay gente que simplemente no escribe sino de lo que sabe, que puede ser poco, pero cuya opinión o pensamiento importan y que solo ocasionalmente se aleja de esos temas que conoce y, cuando lo hace, aporta algo. Esas personas merecen mi admiración.

Wittgenstein por dar un ejemplo, es uno de esos personajes definitivos del siglo XX. Una persona un poco (o muy) quebrada internamente, sobre la que hay rumores más bien devastadores, pero que tuvo la lucidez de escribir que 'sobre lo que no se puede hablar es mejor callar'. Un hombre riguroso a la hora de pensar y que en no pocas ocasiones actuó poniendo en sus acciones aquello que sus palabras implicaban, sin importar demasiado sus consecuencias. Versus, digamos, unos de nuestros columnistas domingueros que mañana promociona sin temor a un poderoso que le sirve para promover sus libros u obras (o que le da contratos oficiales cuando está en el poder) y luego descalifica al familiar de algún político por hacer lo mismo. Y en ese rasgo de exhibición permanente, al otro día escribe con aire de superioridad sobre música, pintura, fútbol, la historia de la humanidad o el fenómeno de El Niño o el Big Bang o una un exoplaneta de los ya miles que hay o a la mañana siguiente narra ciclismo. Y no quiero decir que no haya habido o haya actualmente en Colombia gente que, aun sin la estatura intelectual de Wittgenstein, tienen o han tenido una prestancia similar en lo moral. No es un asunto de solo calibre intelectual.

En una conferencia de Bertrand Russell, Why I am not a Christian, (creo estar citando bien) explica que le parece que  los cristianos tienen un problema. No dan o hacen las cosas porque realmente dar o hacer sea algo que salga así no más, en realidad les gusta es la imagen de verse a sí mismos dando o haciendo. Mejor dicho,  es algo que les da poder, lo que dan se ve recuperado en buenos pensamientos acerca de sí mismos (por ellos mismos u otros). O mejor, dar o hacer algo por otros es solo un forma de complacer su propio ego y reiterar su superioridad moral; "soy tan generoso" se les podría escuchar decir hablando de sí mismos si se colara lo que piensan. Los puros muestran una aproximación casi igual hacia los demás, pobres corredores de mitad del lote.  Este paréntesis lo hago para decir algo: creo que uno puede hacer algo por alguién más y una forma de decidir si lo hace por ellos o solo por uno es imaginarse si es capaz de hacerlo anónimamente e incluso dejar que otro se lleve el crédito. Si es así, es por lo demás, si no entonces es por uno mismo o una mezcla al menos.

Algo así creo que aplica a puros como Héctor Abad o Vladdo. Creo francamente que aparte de la vanidad o  el dinero no escriben sino para releerse ellos mismos y recibir halagos por lo que escriben y complacerse con sus propias palabras. Les encanta la voz de ellos mismos, verse dando una conferencia más o echándose una diatriba más. Y no que haya algo malo del todo con la vanidad. En algún momento voy a escribir sobe los beneficios de algún egoismo (y la necesidad del mismo). Pero puedo casi asegurar que esos personajes al ser confrontados negarían el papel de la misma y dirían que es "una humilde opinión".

Por eso y por otras razones, especialmente porque son felices condonando a los poderosos de los que dependen y que usan para avanzar sus carreras, los he dejado de leer. Cada que un intelectual promueve a un político lo dejo de leer. Borges hablando de Dostoievsky decía "Yo habia imaginado que Dostoievski era una suerte de gran Dios insondable, capaz de comprender y justificar a todos los seres. Me asombró que hubiera descendido alguna vez a la mera politica, que discrimina y que condena." (Leer aquí este prólogo magistral que induciría a cualquiera a leer a Dostoivesky.) La palabra clave es descender. Yo soy menos flexible, no me asombro, me aterro.

Ahora, el daño que hacen los impolutos es enorme. Empoderan a políticos igual de malos y corruptos a seguir su caza y a hacerlo con un halo inmaculado que solo crea en mi cabeza más dudas. Y lo otro curioso que logran, eso ya es mi opinión llevada a un cierto extremo, es dañar todavía más lo poco que el mundo ha logrado. Me explico con un ejemplo, a estas alturas falta como un año para una elección presidencial en Colombia. Y a causa de que los ineluctables puros dedican su esfuerzo a llenar páginas y páginas de periódicos y revistas alabando los acuerdos de paz, casi sin una sola crítica (muy pocas), han hecho creer a los políticos, de los cuales no son más que bufones con cara de intelectual, a que piensen que eso es lo que todo colombiano piensa. De otra parte, en sus escritos alienan a los colombianos normalitos como uno, que justificadamente tienen (tenemos) algunas dudas, pero que no sienten (sentimos) tener la capacidad intelectual o verbal para confrontar a los que promueven con verbo y trucos dialéticos efectivos e infinitos los acuerdos, mejor dicho carecemos de la energía o el púlpito. Como resultado, la gente se aleja y se lleva consigo el apoyo a esos acuerdos. Y sienten (sentimos) más y más que este proceso es de otros, de los que lo firmaron y los que los apoyan directamente y de nadie más. Todo esto es pegarse un tiro en un pie. Porque lo peor que puede pasar es que la gente sienta que eso es asunto de "ellos" pues eso solo lleva que las masas que podrían defender estos acuerdos como debe ser, estén anestesiados y alejados. Sobra decir, la complacencia trajo la derrota en el plebiscito y un mal síntoma es la apatía cuando se entregaron las armas.

De otra parte partidos como el Centro Democrático, no se relajan. Van a pueblos, hacen reuniones, hablan en cada departamento, cada semana, casi todos los días y el tema y el discurso siempre es el mismo. Y es efectivo, recoge esos temores, los interpreta, se los apropia, los envuelve en otros y lleva adelante su campaña. Y ese trabajo fue el que les dió el triunfo en el plebiscito. Y es lo que me temo que les dará la próxima presidencia de Colombia. Los demás partidos, pero especialmente los puros e inmaculados diletantes de la paz, siguen mirándose con admiración a sí mismos decir cosas históricas en frente de un espejo. El CD en ese instante sostiene una reunión con líderes de barrio de algún municipio pequeño. Saben que ahí están los votos que necesitan. No en la mirada sobrada y sobradora de los inmaculados, sino en la palabra frente a frente.

Los puros de los que hablo son, han sido y serán en buena parte los responsables de la perdición de varias elecciones sobre temas importantes. Su arrogancia frente a la gente "del común" no tiene parelelo. Los demás somos unos desinformados, brutos e ignorantes que no acertamos una. Y el desprecio con el que miran a esos 'otros' solo hace que esos 'otros' voten en la dirección opuesta aun a sus propios intereses de mediano y largo plazo. Se sacan un clavo para seguir aferrados a la cruz.

En fin, por mi parte, trato de escindir el hartazgo que me producen estos inmaculados de las posiciones que defienden. Esto porque no quiero condenar las causas solo en razón de algunos que están detrás de ellas. Solo confieso que cuesta trabajo a veces coincidir en opinión o voto con algunas personas.






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