Mi problema con la izquierda

Desde hace muchos años y quizá al leer la novela "Sin Remedio" de Antonio Caballero, empecé a ver mis dificultades para seguir un camino de izquierda en Colombia. No sé tanto de otros países como para decir mucho pero creo que la gran virtud del libro de Caballero es que, aunque el tema es del ser humano cualquiera sea en un cierto ambiente social y en un cierto conjunto de privilegios y certezas y familia y cultura, se las ingenia para además retratar la razón por la cual nunca ha habido un movimiento de izquierda en Colombia que logre el poder. La desconfianza mutua, la falta de pragmatismo, la reproducción de errores conceptuales y políticos que se perpetúan, la falta de autocrítica abierta, cierto y extraño conformismo en los revolucionarios, las doctrinas y el purismo, todo eso divide a los partidos que llegan a tener una oportunidad. Si salen elegidos necesitan los votos de otros, más recalcitrantes y dogmáticos, y eso empobrece las ideas, las salidas, etc. Y peor aún, pese a que muchos se dicen venir de una izquierda científica salen con ideas que los más puristas agustinanos o javerianos pueden rebatir. Y no ayuda que cualquier victoria la toman como la verificación de que su sabor de izquierda (viene en muchos sabores como lo pinta Caballero) es el puro, el correcto, el verdadero y El Camino.

Cuando era estudiante universitario en una universidad pública me deslicé de una esperanza en la llegada al poder de una izquierda que hiciera posible una sociedad más igual a un escepticismo algo paralizante (en lo personal) de que eso alguna vez llegara a pasar. Hoy sigo siendo escéptico, no de que de pronto algún día la izquierda llegue a la presidencia sino de que esos líderes, organizaciones o partidos que puedan ganar representen el camino a un país más justo e igualitario, aunque también soy escéptico de la llegada al poder mismo en un término de unos 12 años como mínimo.

Voy a explicar porqué. Lo primero y lo más importante para mi es el desprecio hacia lo que llaman con cierta idealización "el pueblo". Es un oxímoron. Idealizan lo que desprecian. El pueblo, según eso que he oído muchas veces en boca de los ideólogos o portavoces de movimientos de izquierda, es ese conjunto de seres puros e ingenuos que trabajan y no tienen pensamientos egoistas porque para qué se es egoista si se es tan pobre. Ese pueblo es no solo ingenuo sino sabio, reune la sabiduría de muchos años de combatir la pobreza y esquivar el hambre, el saber práctico de lo que es la vida del campo o de obrero, el conocimiento de base de lo que es ser igual a todos pues siendo tantos y tan iguales pues cómo diferenciar a Don José que pide dinero por una canción del señor que maneja taxi o lleva mercados en la plaza de mercado. Ese pueblo es generoso, comparte su pobreza, es también uniforme y pide a gritos libertad e igualdad, solo que los gritos únicamente el ideólogo de izquierda los sabe interpretar. Cada que oigo a alguien de un partido de izquierda invocar al pueblo la imagen que me pintan es esa o muy parecida. El mito del buen salvaje viene a la mente cuando alguien dice "el pueblo" como sujeto de una frase con un verbo como ser, estar, necesitar, lograr... en fin.

Pero lo del desprecio es lo que sigue luego de esa imagen. Porque cuando las cosas no salen bien y generalmente no salen bien, esos que se identifican con el pueblo desde su posición de pequeño burgués (hoy se dice milenial), maldicen la ignorancia, la ingenuidad (esta hace parte de las dos cosas, lo bueno y lo malo), la falta de pensamiento crítico, el egoismo y la falta de perspectiva histórica de ese pueblo que no los reconoce como los salvadores que son. Entonces el pueblo es pintado como una masa, una caterva de ignorantes que venden sus votos, votan por las apariencias, no tienen rigor lógico, son maleducados, faltos de gusto y conocimiento. Ahí sí la sabiduria popular es incompleta, la generosidad no pesa nada y el pueblo es un conjunto de gente superficial y plana.

Eso termina por ofenderme. La señora liberal de pensamiento, que le quita a Don José su autonomía para pelear sus propias batallas, que lo "desempodera" y le resta valor al volverlo dependiente de ella para combatir a los opresores dueños de restaurantes (que no lo dejan almorzar, no en su mesa sino en la de al lado porque, pues le damos el almuerzo, eso no es nada, es barato, pero tampoco como para tenernoslo que aguantar en la misma mesa que nosotros). Esa señora, digo es de extrema derecha aunque pose de liberal izquierdista. Y ese es mi argumento, el desprecio por la gente común y corriente, el desestimar sus formas y costumbres, sus atajos y el desconocer sus falencias y la falta de poder criticarlos, eso que de frente se puede criticar, eso es más de derecha que de izquierda en mi mente. Así las cosas, cuando leo al izquierdista despotricar del pueblo uribista, de lo ignorantes que son, etc., oigo a un ideólogo que no va más allá de una absurda megalomanía para ver el mundo y que no es ni remotamente capaz de ver el punto de vista de eso que llama pueblo.

El pueblo es un eterno engañado en esa narrativa. Es un mar de ciegos que se niegan a ver la salida, la verdad, el camino. Sendero Luminoso me pareció siempre el nombre perfecto para un movimiento de izquierda radical. 

Lo otro de lo que desdigo es de la pereza de la izquierda. Bien, muy bien, puesta en escena por Caballero. El pueblo debe escuchar sus discursos llenos de verdades autoevidentes, de palabras grandes e idealistas como libertad, participación, lucha, igualdad, pero eso sí, deben aceptar esa verdad y ya, no ponerse a preguntar más o a pedir mejores explicaciones porque qué jartera tenerse que poner a explicar algo tan obvio a gente tan bruta. Y eso se nota en algo interesante, nunca escriben para ese pueblo. Los libros de historia de Colombia (al menos Caballero acaba de publicar uno no muy riguroso pero es como el único) no dan una lectura alternativa que el pueblo pueda entender, debatir, preguntar, contrastar y llegar a respaldar.  No, la izquierda colombiana desligitima la historia oficial y la historia de los ganadores (nunca ellos) y a veces simplemente la historia, pero no proponen en buenos libros y debates eso que está mal. De vez en vez, cada que se cumple un decenio más de la Matanza de las Bananeras sale a colación alguna versión alternativa, generalmente con mucha pasión pero poca investigación y ya.

Y en lo otro que son de una pereza uniforme y descomunal los izquierdistas es en ir a trabajar con ese pueblo (que generalmente vive "por allá lejos"). Lo cual a veces me parece que explica porqué pierden: mientras la derecha va a cada pueblo, se va a lugares lejanos y excluidos a hacer promesas y a hacer su tarea, la izquierda se queda en las capitales pegada de Twitter y Facebook esperando que eso sea suficiente, sin tenerse que incomodar e ir a ninguna parte a aguantar calor y mosquitos, frio y jején. Eso, que también Caballero logra dibujar, los mantiene en sus púlpitos pero ni los acerca a ese pueblo que dicen defender ni les da la victoria. Excepto en las capitales en las que de pronto funciona Twitter y Facebook. Unos pocos lo hacen, claro pero no muchos. La derecha en esos pueblos es legión. Se pasan meses haciéndolo, hacen cuatro pueblos en un día. Lo que sea. No son del pueblo y eso se les nota, pero van allá. La izquierda que dice ser el pueblo se queda a prudente distancia, no muy lejos de la luz eléctrica, el celular e internet LTE. La gente que realmente trabaja en lugares lejanos, en pueblos perdidos como maestros o abogados, médicos o enfermeros o en esas cosas pueden ser de izquierda (muchas veces lo son) pero no los dirigen, no los escuchan, no son los ideólogos que construyen programas o luego llegan a los puestos de poder. Esa gente es la gran sacrificada de la izquierda.

Asi las cosas no creo mucho en los caminos políticos que tenemos ante nosotros. Casi todos van o en una ruta hacia una pared y el estrellarse o hacia un despeñadero y no se bien cuál es peor. O ni siquiera bien cuál representa cuál.












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