¿En qué mundo nos levantaremos en un mes?


Parte I. Lo normal.

Empezando por el final, como casi siempre hago, diría que no va a cambiar nada. En unos meses (podrían ser 6) algo de normalidad volverá a la rutina diaria. Normalidad queriendo decir: como eran las cosas hace unos meses. Y normalidad era esto: una cacofonía de discusiones erráticas, sectarias, irracionales (los temas muy racionales en general pero adelantadas en buena medida sin el uso de la razón), mezquinas, politizadas, llenas de argumentos falaces, mediáticas (social mediáticas si eso es un término válido para decir que orientadas a lucir bien hoy y desaparecer mañana no sin antes dar lugar a otra avalancha de falacias y sub-falacias, verdades a medias, mentiras directas, abusos, mil tweets), sin academia (aunque la hacían "académicos") porque los datos, su análisis, no conviene a la falacia y no caben en twitter.  Y normalidad eran también algunas cosas buenas. Poder moverse por este país para conocer lugares impensables, hacer lo que uno hace (en mi caso, enseñar), cortarse el pelo, comer basura e ir al gimnasio el mismo día. Y para el país era (aparte de esa cantaleta diaría que ya mencioné) trabajar, existir, ir mejorando en cosas de tumbo en tumbo pese a todo.

Sobre esta última frase, sí, hay mejoras. Hay una verdadera cofradía que se ensaña en repetir lo contrario. Convencida, como uno se convence de que dios existe, de que todo está mal y no ha hecho sino empeorar. Algunos miembros, aunque no convertidos a ella internamente, pertenecen a la misma porque es conveniente, útil y es más fácil. Es más fácil que hacer algo, es más fácil que quedarse callado (quedarse callado es muy difícil y lleva mucho trabajo), hace mucho pero mucho más por la vanidad y el ego que administrar o dirigir, liderar, hacer (estas cosas empañan el ego porque los logros se quedan cortos, los resultados son parcos y la gente siempre queda insatisfecha). Esa cofradía dice que es mejor Colombia en 1970 sin sistemas de salud o pensional funcionales, que el de hoy con la Ley 100 y todos sus errores.  Esa cofradía hoy sigue  en funciones, nada sirve, este país no sirve, nada de lo que se hace aquí sirve, nadie sirve. Solo ellos. 

Ese era nuestro normal. ¡Ah! y Colombia y su ruido, su desorden, su inmenso espacio para el relativismo moral, el alto índice de homicidios, la facilidad para acallar gente, etc. Y tambien la Colombia de gente humilde y mucha resiliencia, que aguanta todo (y lo ha aguantado) y sobrevive todo, se acomoda, se adapta y pervive. 

Y a ello, pongamos el ingrediente de normal sobre cosas que diré más adelante: una Colombia donde ser pillo puede pagar bien, llena de influenciadores con nada que decir pero con muchos seguidores, sin una buena educación, que favorece la banalidad y venalidad de todos por encima los argumentos complejos y directos u honestos. Un país donde la mitad de los noticieros se van en deportes, noticias de crímenes o farándula pero en la que jamás hay un debate. (En estos días un video de Yuvan Noah Harari, hablando del mismo tema que voy a tratar, se divulgó bastante, era una entrevista a un noticiero británico, muchos minutos hablando de un tema que aquí jamás veríamos en un noticiero.)

Parte II. A qué volveremos en unos meses (pensar con el deseo). Es una pregunta...

Habiendo dicho lo anterior, la primera frase de todas las de este texto, diré lo que vine a decir.  Me voy a permitir dar vía libre por un rato (mientras termino de escribir esto) a la esperanza que quien medio me conozca sabe que aborrezco. Pero en este encierro quiero, solo por hacer de abogado del diablo conmigo mismo, pensar con el deseo. Y lo haré en un tono que va a ser más dirigido a mis estudiantes, personas de alrededor de 20-22 años de edad, en una carrera científica y que vienen de lugares muy diversos de la sociedad y del país. Lo hago así porque espero que uno que otro lo lea y quizá sea el lector que espero tener y de quien quisiera una respuesta no directa, sino un cambio (no basado solo en esto pero a lo que este escrito contribuya). Como dije, demasiada esperanza. 

Para empezar, me hago la pregunta ¿a qué mundo volveremos en unos meses? la primera vez que la formulé pensaba en un mes, hoy creo que serán más. Y en esos días (hará dos semanas pero en esto es como si el tiempo también tuviera una escala exponencial) mi primera pregunta (que es en sí una hipérbole, extrema y desmedida) era si volveríamos a un mundo en el que un futbolista, un cantante malo (que es gente que entrena y ensaya y tienen una profesión) o alguien que a diferencia de esos no aporta absotulamente nada a la sociedad o al mundo o como lo quieran llamar, un influenciador que vive de propagar teorías estupidas, productos inútiles, juicios sin valor alguno o alguien que ni eso hace, Kardashians del mundo por decir algo, ganan mucho más dinero y están mucho mejor que alguien que ha pasado años estudiando epidemiología (para poner algo de absoluta relevancia como ejemplo) o que lleva años combatiendo emergencias o ayudando efectivamente a gente aquí o allá, digamos enfermeras o médicos. ¿No es inmoral que quienes hoy están escondidos ayer eran la sensación y pavoneaban sus picos por Instagram degradando la vida de la gente de la que hoy dependen? no los degradaban de nombre, basta mostrar que hacer nada y producir nada es mejor que un cierto trabajo productivo. 

¿Para qué sirven Messi o Ronaldo en esta crisis? ¿para qué sirvirán después? ¿para qué han realmente servido? Esta pregunta es extremista y no deja lugar a las zonas grises que todos conocemos. En ese sentido mi pregunta, como dije, es una hipérbole que no debería formularse así. Pero la dejo en esa limitación de figura retórica no ponderada. Mi pregunta en realidad apunta a dos cosas, el valor del conocimiento y la retribución al mismo. 

Y esa pregunta la contrasto con mi pensar con el deseo número uno:  quiero pensar que el futuro será en algo diferente, la mejor valoración del conocimiento, de la experiencia (en el sentido de ser expertos más de que haber vivido algo antes o haberlo practicado). Luego de un salto impresionante que no me canso de repetirle a mis estudiantes lo sorprente que es, desde una sociedad sin tecnología doméstica o sin tecnología médica alguna a una en donde estas cosas nos permiten un nivel de bienestar muy alto comparado con nuestros antepasados (los experimentos que dieron lugar a la mecánica cuántica, por ejemplo, fueron hechos con las uñas y solo mostraban un ingenio, inteligencia y disciplina enormes aparte de una curiosidad desbordada y mucha pero mucha imaginación, fueron hace apenas 100 años y hoy tenemos un llavero que emite luz láser con una botón o usamos un MRI para diagnosticar enfermedades basados en esas cosas de hace 100 años.) Luego de ese salto, hemos dado un paso atrás y ahora nos dominan opiniones, sentires, intuiciones y creencias de gente para quienes el conocimiento es el enemigo. Hablo de políticos, youtubers de mediocre inteligencia, discurso, saber y sentir, etc. Hablo de la gente que domina las tardes de la tele en infinito número de canales que pasan sanaciones, propagan teorías vacías o creencias sin fundamento o hacen un show por una infedelidad. Hablo de que en facebook se lee en grupos de universitarios, todavía hoy, frases como "cuenten sus experiencias paranormales" y hay quenes las cuentan y están en la Universidad en una carrerar científica.  Por eso no me arrepiento de la pregunta y su exagerado tono. 

Quisiera sugerir que el mundo. que hoy valora los modelos computacionales, el conocimiento para secuenciar el virus, aislarlo, empezar a estudiar vacunas, comenzar a estudiar tratamientos, lograr unas primeras conclusiones que ayudan mucho y eso en solo unos pocos meses, siga de ahora en adelante valorando que el saber es muy valioso y que quienes lo buscan y detentan merecen mejor suerte. Que quienes sacrifican sus horarios y vidas merecen mejor suerte. En esta crisis uno ve gente, cuyo valor agregado al mundo es dudoso, en fotos desde sus mansiones y lugares privilegiados y se muestran como víctimas sufriendo por el encierro. Y uno sabe que las enfermeras que están exponiendo sus vidas, los paramédicos y los investigadores que ponen en la línea de fuego su salud, regresan a apartamentos no muy lujosos, con pocas perspectivas de siquiera en una vacaciones digamos de dos días en algún lugar así sea remotamente parecido a la mansión de quienes dicen "día X de la cuarentena" y al fondo se ven piscinas, jardines y playas. Y esas personas en sus quejas de pobres niños ricos espero los hagamos al menos en parte a un lado, les quitemos valor, los valoremos por lo que a veces son, el bufón de la corte.

Sostengo que algo de esto que hemos dejado que prospere es inmoral. Y mi llamado, de nuevo, es a dejar de seguir a esos idiotas (y mi pensar con el deseo es que eso pase), dejar de escuchar al menos parcialmente las estupideces, dejar de poner cuidado a partidos de fútbol, deporte-negocio de cualquier cosa, centrarse si eso hace falta en los juegos intercolegiados, seguir el Instagram de un enfermero, un investigador de lo que sea, un profesor de colegio o un investigador de computación y estadística. Y sí, quizá todavía ver a los de sus mansiones pero quitarles privilegios, uno por uno de nosotros: no prestar atención, no escuchar enmudecidos. 

¿Qué tal si a las mansiones de estos imbéciles empoderados apenas pase esto van los conductores de una de las ambulancias, los cajeros de los supermercados que pese a todo están ahí día a día con su tapabocas casi inútil recibiendo cosas, entregando cosas de personas que no se sabe si están o no contagiados? ¿Qué tal si el país se tomara más en serio la necesidad de ser más igualitario y equitativo y se preocupara por redistribuir el ingreso de tal forma que está bien, los imbéciles empoderados tendrán sus cosas, pero los otros tendrán un lugar decente al cual volver al final del día y un día o dos de sol al año en un lugar donde la piscina de fondo parezca limpia y agradable? ¿queremos volver a un país donde escuchamos las voces de los ignorantes con dinero o a un país en el que ser experto, estudiar y poder ayudar en tiempos de crisis como este es valorado? ¿queremos volver a un día a día en que quienes pasan jornadas de doce horas en unas urgencias hospitalarias no tienen un desayuno decente o unas vacaciones tranquilas?

Lo anterior es una cruzada moral, algo más compatible con ideales luteranos que con el despilfarro romano-cristiano. 

Parte III. Seguir pensando con el deseo.

i. Necesitamos escoger mejor a los mandatarios. Quiero pensar que nos vamos a fijar más en a quienes escogemos como alcaldes, gobernadores y representantes o presidente. En diciembre pasado estábamos en el proceso de transferencia de poder entre los alcaldes salientes y entrantes. Nadie imaginaba qué iba a pasar. Y un par de meses después empezamos, en Medellín, a ver los errores de escoger a alguien sin liderazgo real, sin experiencia en manejo de un sistema tan complejo como una ciudad de varios millones de habitantes. Y lo vimos en el manejo del problema ambiental en Medellín hace unas pocas semanas. A pesar de que las mismas estadísticas del Área Metropolitana mostraban que los autos particulares significaban solo un 2.5% del problema global de contaminación, la acción del alcalde fue restringir los automóviles. Y con eso bajaba la contaminación en menos de un 1% y aun lo mantenía y no le importaba sino escucharse a sí mismo. No atendía la evidencia estadística, técnica y los datos. Solo a sus asesores de imagen (¿será?) o su círculo de amigos. Y eso lo pagamos caro. Solo que ese parecía un mal menor. Pero sirve para ilustrar la necesidad de mejores gobernantes, de personas que sepan leer datos, tomarlos y usarlos. No saque conclusiones a partir de datos incompletos o sepa qué hacer al respecto. Sepa interpretar una gráfica y entienda como establecer la validez de una afirmación científica o técnica. Ese ejemplo se ha multiplicado por miles en el mundo. No voy a entrar a hablar de mandatarios aquí o allá durante la crisis del COVID-19. Hay demasiados ejemplos. 

ii. Es fundamental mejorar la cultura centífica en la sociedad y la percepción de la misma. Esto sobraría pero me gustaría pensar que vamos a entender la necesidad de hacer viable que las personas cuya actividad no es en técnología o ciencia entiendan y acepten argumentos sencillos como el distanciamiento social y su impacto en algo que se propaga de persona a persona. Eso demanda una lógica, unos principios de razonamiento y un sistema de valoración de las conclusiones. Y eso se puede adquir en la casa o el colegio pero sin importar donde, las necesitamos. Urgente.

Esto serviría en múltiples frentes. Uno de ellos es nuestra reacción ante noticias falsas, fuentes de información de mala calidad o difíciles de valorar, teorías conspirativas, ideas sin sustento, etc. Y ello en el contexto de un mundo en el que Twitter o Facebook tienen para muchas personas más peso que Nature o The Lancet.  No creer, no seguir a ciegas, no guardar silencio frente a teorías que sabemos son idiotas, no propagar, no replicar noticias sin fundamento, es algo que ya entendemos la necesidad de controlar. La cadena de WhatsApp de las tías que dicen que tal dijo que comer ajo en ayunas previene el contagio (es un invento mío para el ejemplo) hay que pararla, hay que confrontarla, hay que manifestar explícitamente el desacuerdo, hay que hacer que sea menos fácil la reproducción de estas cosas. Es como el virus pero de la información. Y para ello las paredes son personas informadas y formadas. 

iii. Me gustaría verificar en un año que esta crisis nos ha vuelto más responsables socialmente. Vale decir, que comprendamos y pongamos en práctica normas que nos permitan aun si nadie nos cae bien un propósito común. Y la necesidad de hacer cosas que tienen impacto inmediato negativo para uno pero un impacto válido y bueno para todos en el mediano plazo. La idea de "¿lo hacemos por debajo o le cobro IVA?" no puede ser posible. Hoy esos impuestos pese al robo son los que permiten que los adultos mayores hayan recibido un auxilio, algunas familias hayan recibido una devolución de ese IVA y un etc. largo. Incompleto, regular, con errores y defectos, mucho mejor que nada. 

iv. Me deleitaría ver la necesidad de modificar en el corto plazo patrones de comportamiento que no había chance de revisar hace cuatro meses.  Por ejemplo, el problema del calentamiento global... con el cambio climático muchos vectores (como los de malaria) van a poder habitar y contagiar gente en lugares que antes no era posible, vamos a tener plagas que el clima (más cálido o más frío en algunos lugares, más seco o más húmedo) antes no permitía. Y esos impactos van de la mano del comportamiento individual. El razonamiento que hoy permite que entendamos que cada uno necesita asumir su parte es algo que debe mantenerse para continuarlo hacia otros males del planeta que no se van a ir y son tanto o más dañinos que el presente virus. Y que tiene solución si hacemos nuestra parte. Moderar el consumo de carne (es insostenible), agua, plásticos, combustibles, etc. deberían ser una continuación lógica de a donde nos podemos mover... y que ser capaz de cambiar hoy (y no para desmejorar) es posible.

v. ¿Qué sería de nosotros si vemos todas las cosas que no necesitamos? (y gente como dije antes).... podríamos hacer cada uno una lista de las cosas que podemos hacer a un lado y que no necesitamos reintegrar luego.  Y quizá dejar espacio en nuestras vidas para otras más importantes.

vi. Me agradaría ver que le tomamos más confianza al país. Que podamos desoír a los pregoneros del desastre, a los que todo el tiempo están en plan de que nada sirve y nada se puede, que Colombia es lo más mediocre ("este platanal" como a veces nos autodenominamos), inválido, etc. Que China o USA o cualquier otro país son necesariamente mejores. Eso está mostrando no ser la realidad. Mal que bien este período nos debería dar más confianza en que podemos superar crisis, problemas, arreglar cosas, tomar decisiones, cooperar y avanzar. El país no tiene el mejor sistema de salud pero está lejos de ser el peor, no es el más igualitario (y se puede mejorar como es obligatorio) y carece de un sinfín de cosas pero dista de ser el peor, lo más malo, pobre, mañé, ridículo, etc. ¿No será que logramos tomarnos confianza para que no dependamos tanto de otros para validar lo que somos? ¿no será que esa inseguridad que nos obliga a dudar todo el tiempo de lo que somos capaces nos deja crecer un poco y ya no vivir dependiendo de cierto servilismo hacia terceros para entendernos a nosotros mismos? (esa sed de "tenemos el camino de cal más largo del mundo" --invento mío para poner el ejemplo-- "hicimos la arepa más grande de latinoamérica", etc. son una muestra de esa necesidad de validación a la que me refiero). 

Esa confianza se puede reflejar en ser más autónomos y crecer. Digo por ejemplo, la CDC gringa ha metido los pies, los ingleses peor, en España no ha sido muy bueno, etc. y eso no implica que esos países no son relevantes, solo que no están tan por encima de todo y de todos. Y que podemos tomar nuestras decisiones y cometer nuestros errores. No debemos simplemente copiar las conductas de la FDA para manejar una medicina o cosas así. Hay como hacerlo en Colombia y se puede. No es tener fe ciega o irse al extremo opuesto, pero es simplemente ver que la ciencia es posible aquí, que hay gente formada y preparada, que hay elementos para nuestra propia aproximación a los problemas.

vii. La corrupción, capítulo forzado, nos es ahora más evidente y la necesidad de controlarla y la razón para hacerlo más clara. Los recursos que se roban nos han privado de ser mejores con los que más necesitan, con ser más equitativos. Esto no lo voy a expandir por obvio.

Parte IV: Coda.

Finalmente, en unos meses, sueño por unos minutos, el país podrá levantarse a un nuevo normal que no sea el normal de hace cuatro meses.  Estoy soñando; como dije al pricipio: dudo que esto pase así. Pero hay una oportunidad de que suficientes personas y especialmente los jóvenes se den cuenta del cambio de paradigma que esta crisis de 2020 implica y se cambien a ese nuevo deber ser y dirijan esta nave hacia allá. Nuestra generación, mi generación, no falló del todo, tampoco lo hicimos muy bien, pero la que sigue puede hacerlo aun mejor y se toman estas crisis para darse cuenta cuales caminos son transitables y mejores. 

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