Un virus cristiano.


Equivocadamente he asumido toda la vida que la religión, especialmente la católica, utiliza la represión de la sexualidad como forma casi única de mantener un control. En mi cabeza la explicación viene del establecimiento en la vida de las personas de la moral, que no obedece a razones divinas, y al razonamiento ético en cada uno. Esto, que sucede en los primeros años de la vida, si se fusiona con la religión es un cocktail que ha permitido regular y mantener a la iglesia y todo su aparato, sus formas de justicia y de contratos. Siempre me parecido que es muy refinado el mecanismo, una obra maestra: les ha permitido sostenerse por miles de años, regir por siglos vastas regiones del planeta, amasar fortunas, mantener control político, social y económico y presentarlo todo como algo para nuestro beneficio y que podríamos no escoger (ese es el toque de genialidad) pero ¡ay si no!

No todo en la religión es sobre represión sexual pues obviamente hay más, pero ese es un pilar fundamental... es lo primero que confiesa un adolescente que hizo mal, tener pensamientos impuros cuando no proceder a derramar su semilla por ahí sin mucho juicio. El error de Pío X fue adelantar a los 7 años de edad la primera comunión y por ende al primera confesión. A los 7 no es mucho lo que hay que confesar excepto alguna mentira y cosas así. En cambio, cuando se hace a los 12 lo que hay que confesar es mucho más ¿cómo decirlo? impuro, dejémoslo ahí. El hecho es que en la niñez no es difícil creer en cuanta cosa uno escuche, desde monstruos hasta dioses, cielo e infierno. Y si luego cuando ya se puede razonar mejor no te logras zafar porque  ya el miedo está subsumido y arraigado en la psique, tienes un cliente para toda la vida; para reconfortarse del miedo necesitas reprimir el deseo, hacer penitencia y  penalizar el exceso (no solo de sexo, pero eso es discutible, preguntemos a un psicoanalista por la sublimación y ya veremos).

Como sea, ese elemento de control social no lo estoy estudiando yo así que no digo mucho más, excepto que el SARS-CoV-2 me ha mostrado que hay que poner en el plato las epidemias (o pandemias). Llegado a este punto una parte mía me dice que basta mencionarlo y todos caen en cuenta... el temor a las plagas (alguna de las de Egipto caen cerca en la descripción) y las epidemias que llegan de improviso lleva a adoptar medidas de aquellos quienes con prestigio pregonan. Hagan esto y serán salvados, no se van a contagiar, no se van a infectar, dejen de hacer aquello y seran perdonados, hagamos esto y no se repetirá, etc. Ese temor, dando origen mágico a un contagio, explicándolo por el pecado o causas igualmente mágicas, es muy poderoso y se auto propaga y mantiene.

Qué tal si no tuviésemos algo de ciencia, ¿quién no creería que estamos recibiendo un castigo divino por X razón? Seguro muchos lo están pensando, así que solo digo que por lo menos no es la explicación usada por los gobiernos. Luego de esto, no faltará quien para prevenir la próxima epidemia nos proponga las medidas pías que vienen con el virus: poco contacto social, sin fiestas ni festines ni algarabía, sin jolgorios o barahúnda, sin aquelarres, dios nos va a cuidar ahora sí. De hecho, el virus será como un control de la natalidad bastante fuerte (ver por acá) como ya se estima y creo que ha sido un supresor de la sexualidad también poderoso, dispensando claro a las parejas casadas pero apartando a quienes no viven juntos (uno de los diez mandamientos). Durante tanto cierre las prostitución ha tenido no pocos tropiezos y aun si no los tuivera los tapabocas son un real enfriador universal (casi). Los casinos se cerraron y en general algún pecado capital también ha sufrido.

Pienso que históricamente las epidemias, la enfermedad que no llega "naturalmente" sino por dosis masivas y hasta no hace mucho tiempo inexplicables y que son además sociales y ligadas al comportamiento (ya en la edad media se sabía que era necesario el distanciamiento social como queda claro en obras como El Decamerón), eran una oportunidad de oro para cosechar fieles... sin esperanza en las decisiones humanas, sin explicaciones, sin razones, el pensamiento mágico, el miedo  se apodera de cualquiera. Cualquier explicación  o razón causa efecto por descabellada sonaría posible y valdría la pena intentarla. Y siendo la iglesia, que doctores tiene, el lugar de gente educada, el aprovechar las epidemias que, de paso, son mucho más comunes de lo que pensamos, para controlar, debió ser un festín. También para magos, prestidigitadores y pitonisos, no lo dudo, pero el boato adicional de la iglesia le da algo adicional.

En fin, ignorancia mía, pero veo con cierta sorpresa que las cosas de la iglesia tienen un tinte que con alguna lógica se puede adaptar al manejo de epidemias y al uso de las mismas para mantener o adquirir el control... y esta no es la excepción. Estoy esperando a que algo de esto pase y, suponiendo que sobreviva, ver las historias de curaciones mágicas, los llamados a la penitencia, la denuncia del pecado como causa de todo. Y funcionará, solo que esta vez menos que los tiempos de Newton. 

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