El paseo perfecto?



Durante cuatro horas y media sólo tienes ante ti, tras de ti y enfrente de ti un río y una balsa precaria hecha de guadua. Eso y la posibilidad de volver a tirarse a un río y jugar despreocupadamente. Durante ese tiempo la única responsabilidad es dejarse llevar por la corriente, respirar el aire puro y la brillantez del sol que ilumina los guaduales del Viejo Caldas. No hay casas, nadie te ofrece hacerte moñitos en la cabeza o deshacértelos, nadie pretende que le compres nada… o hagas nada. Uno pensaría que el paseo perfecto no puede estar constituido por una balsita hecha a mano, un campesino que la guía con mano experta por una corriente de juguete (pero que te da los mejores momentos del viaje) a lo largo de 15 Kms. inolvidables, una comida elemental envuelta en hojas de plátano y el ir del punto A al punto B que, en realidad, no importan. Sin embargo, en eso está el paseo perfecto… el sólo ver el verde de los guaduales y las colinas del Quindío y del norte del Valle, el sólo tener que tirarse al río para regresar a la niñez… que más pedir? Lo llaman “balsaje por el Río la Vieja” y todos deberíamos hacerlo para volver a creer en la belleza de lo sencillo.



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