A Carolina Sanín sobre su Última Columna

El domingo pasado me llamó la atención en El Espectador la columna de despedida del periódico de Carolina Sanín (http://www.elespectador.com/impreso/opinion/columna-317211-ultima-columna). Escribo esta nota mientras escucho "Have You Heard" de Eric Clampton justo cuando dice "if you should see my baby, yes please tell her that I love her so" lo cual es pura coincidencia como ya voy a explicar, aunque no del todo. 

Carolina, es la primera vez en mi vida que leo tu columna y justo es la última, por lo cual (por mi ignorancia) me siento un poco culpable en muchos sentidos. El primero es que busqué en linea otras columnas y notas tuyas y muchas me gustaron pese a no estar completamente de acuerdo. Por ejemplo, a diferencia tuya me gusta Juanes, con la ventaja de que no le paro muchas bolas a las letras de sus canciones (ver contradicción con el primer párrafo y proceder a perdonar) y por ende aunque tenga letras medio Opus Dei aún las canto sin saber qué estoy diciendo (una vez tenía una en la cabeza que habla de dios y yo estaba convencido que hablaba de un amor suyo). (Perdón también tanto paréntesis.). Sin embargo, en el eje de todo están tus juiciosos comentarios, una filosofía existencial que envidio y un estilo que me pareció cercano al que me gustaría tener para mi mismo si pudiera. 

En fin, ayer fui a buscar alguno de tus libros a la Librería Nacional (ese nombre parece una institución pública y tan general que uno piensa que tienen todo) y no encontré ni uno, lo cual me dio más bien furia y terminé comprando un libro de fotografías de pájaros de Colombia que en Amazon.com se consigue por la mitad del precio. No se la conexión entre ambas cosas, quizá que tanto esos pájaros como vos son producto de esta tierra y además raros y con ciertas horribles connotaciones de estar en extinción. No vos por supuesto, no te vas a extinguir como especie, pero sí como columnista justo cuando por primera vez te leo, lo mismo que muchas aves que se van a extinguir antes que las vea.

Volviendo al tema, me siento culpable de no haber leído tus columnas cuando estaban frescas, eso es realmente todo, y no haberlas comentado en ese momento con la gente con la que hablo de esas cosas. 

Pero ahí para mi culpabilidad y te deseo suerte. Menos mal vos tenés para donde echar como se dice. Es que creo que buena parte de la gente que vive en Bogotá quisiera irse pero no tiene para donde. Yo por ejemplo, que voy apenas un par de veces al mes me quiero ir. No vivo allá y pese a ello me quiero ir. No quiero las dificultades para conseguir transporte, lo malo que es, el pésimo estado de las aceras y las vías que hacen que cada aguacero que cae (me tocan muchos) me mande en la loca carrera de llegar a un aeropuerto a tiempo pero sin transporte, sorteando charcos que llegan a la mitad de la espinilla y tratando de adivinar donde poner el pié porque además la iluminación pública es medio inexistente o mala. Y luego, cuando tengo la suerte de parar un taxi tener que rogar al señor de los milagros que el tipo me lleve y no piense que "no quiero allá" sobre todo después de haber tenido que noquear una viejita que me quería quitar el taxi... la inhumanidad y falta de solidaridad y responsabilidad social están en niveles tan bajos que creo que están en saldo negativo en Bogotá. 

Pero vos tenés ese privilegio que los otros casi ocho millones no tiene. No tienen finca ni campo al cual retirarse a pensar y a hacer otra cosa. Muchos (la basta basta mayoría) tampoco pueden simplemente renunciar a sus trabajos y parar e irse, no tienen con qué más vivir. Incluso muchos ya renunciaron no tanto al trabajo como a la idea de trabajar... y tampoco se van porque no es que haya para donde irse o algo qué ir a hacer.

Tampoco pueden irse a pensar porque la verdad es que nuestra educación es tan tristemente pobre que muchos no aprendimos nunca a pensar como lo lograste vos. Carolina, seamos francos, tuviste el privilegio de recibir una buena educación en Colombia y el exterior y eso te arregló poder pensar con claridad, aprender a escribir (seguro tu familia nunca te dijo que te pusieras a trabajar -- pensando que pensar y escribir no son un trabajo -- o que estudiaras algo productivo, es decir, que te diera más plata). No, vos sos  ese 1% de este país que ha conseguido que el ahorro hecho en generaciones esté más a tu disposición porque también digamos la verdad, apenas levantes un dedo tendrás trabajo nuevamente o cambiarás de trabajo. Y lo digo porque el ahorro del país se traduce en élites educadas que ganamos mejores salarios, tenemos acceso y nos prestan atención; a vos mucho más que a mí que me leen cuatro amigos (gracias Fer) porque además, estoy seguro, sos más inteligente.

Pero en fin, ya te vas sin que haya podido leerte fresca, como mejor se comen los pandebonos, apenas salen del horno (en este caso de la imprenta). Espero volver a leerte en el futuro y conseguir alguno de tus libros tan pronto como pueda a ver si me desatraso, esperando que te dignes volver a la ciudad una vez hayan mejorado algunas cosas (al menos se pueda uno mover del punto A al B en menos de hora y media) en Bogotá o la gente de pronto vuelva a aprender cultura ciudadana y no le dé codazos a las viejitas que intentan quedarse con el taxi.  O quizá cuando los otros casi ocho millones hayan conseguido para donde irse y Bogotá no sea Bogotá sino "el campo" al cual uno pueda retirarse a pensar.

Y no te estoy juzgando, tenés todo el derecho a irse como todo el mundo... 


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