De Viaje (corto) por el Chocó.

He ido ya dos veces al Chocó. Primero a Bahía Solano; realmente a una vereda cercana, Playa Huina. Y luego hace unos días a Quibdó. Las dos veces he terminado sorprendido por muchas cosas distintas pero especialmente una, la gente y la tranquilidad. Es como sí el Océano Pacífico le pasara a estos pueblos algo de la tranquilidad que inspiró su nombre.

En el primer viaje recuerdo caminar por una playa en la que parece el desarrollo había llegado hasta el gobierno de Belisario Betancur. Esa era la última noticia. En esa entonces (en los 80) habían instalado un teléfono público que para 2007 todavía funcionaba. Funcionar es un término que refleja el hecho de que tenía cierta utilidad. Era operado vía satélite. Tenía al lado una antena parabólica que el clima había deteriorado considerablemente y funcionaba por cobrar. Uno descolgaba y una operadora, sabrá dios de dónde, te comunicaba con un número nacional que debía asumir el pago. Los gritos que había que dar para que lograran entender el número son parte del folklor local. Al mismo tiempo, no entraba señal de celular y ya está, es lo que había. Excepto claro una comida maravillosa a base de peces recién sacados, un clima espectacular donde aun en el sol era soportable, pero mucho más cuando lloviznaba y lloviznaba y uno no se molestaba. El océano era una presencia maravillosa.  Y la gente. Es decir, la gente tranquila, casi indiferente; nadie te pedía nada, nadie te trataba de vender nada. Ellos seguían su vida de pescadores (algunos) y de otras cosas que no sé. Pero para todos es como si fueras uno más que va pasando. Y el silencio de la playa era más que notable, todo para compararlo con otras playas que uno no sabe dónde esconderse para ver si lo dejan estar tranquilo.

Sobra decir la maravilla de conocer la selva cercana, de caminar a otras playas donde kilómetros de playa rodeada de selva y mar te aislaban del resto del planeta. Y por supuesto, conocer las ballenas y otros detalles. Pero por encima de todo el silencio digno, pausado y tranquilo de la gente que por allí vivía.

Esta última vez, Quibdó es una experiencia muy distinta con algunas cosas en común. Si digo la verdad, me sentí mucho más tranquilo que en otras ciudades colombianas, más "civilizadas". He visitado muchos pueblos en Antioquia y Quibdó es muchas veces más tranquilo. Por supuesto, hay una pobreza difícil. Sin embargo, de nuevo, una gente amable, tranquila, paciente diría uno. Hay un tráfico desordenado, ajetreado y movido. Hay un calor que ahoga a ratos, mucho comercio de ese que uno se pregunta qué vende, etc. Pero en medio de todo, los chocoanos viven su vida con tranquilidad o al menos eso me pareció. No vi indigentes, nadie me pidió nada, nadie intentó pasarse de "vivo". 

Claro, le podemos encontrar muchos problemas al Chocó. Alguna gente me contaba la dificultad para encontrar profesionales competentes. Todo mundo llega más bien tarde a las actividades y no es un paraíso tropical. Pero uno se siente en medio de un pueblo digno y centrado en lo que sea que es su vida, mucho más que otras partes.

Finalmente, en ambos viajes, el paseo en avión sobre una zona del planeta que realmente sorprende. Ver una selva en la que de antemano se sabe que el hombre no se metido o dañado, imaginar la vida que alberga, sobrecoge.  Me pregunto infinitamente, ¿cómo vamos a hacer para proteger eso? ¿cómo vamos hacer en este país en que el aprecio es por el dinero para cuidar esa selva, ese paisaje, esa vida? porque desde el aire se ven explotaciones esporádicas... que podrían crecer y dañar todo. 

Y una última reflexión. Le pregunté a algunas personas si sabían como se había formado Quibdó. Si conocían el origen de la ciudad y nadie supo realmente darme respuesta. Un sacerdote me contó que fue formada por esclavos que se fugaban y escapaban por el Atrato. Les dejo la consulta para que cada uno la haga en Internet. Pero se me ocurrió también preguntar si alguien sabía el origen étnico en África del que provenían y me sentí como preguntando si alguien sabe la ubicación exacta del Arca de Noé. Me tomó un buen rato encontrar en internet los trabajos del profesor Miguel Eduardo Delgado. 

En sus trabajos ha logrado mostrar, basado en evidencias genéticas, que la población negra del Cauca proviene de muchas partes de África que yo no pretendo describir. Estudia esos orígenes y da evidencias muy interesantes sobre ello. Lastimosamente ahora vive y trabaja en Argentina, un miembro más de la diáspora colombiana y creo que una pérdida para este país. Especialmente porque no tenemos idea de donde realmente venimos, estamos como divorciados con nuestro pasado. Habiendo vivido y viviendo con los resultados de varios siglos de esclavismo es casi increíble que Colombia no se apropie de su pasado y se reconozca en él.


Comments

Popular posts from this blog

Poema de William B. Yeats

Las campanas de El Jardin, Antioquia

Huerto En Marrakech