Lo ambiental como religión

Creo que a todos nos debería preocupar el deterioro del ambiente en el planeta, la extinción de especies completas, los daños irreversibles a ecosistemas y la acumulación de contaminantes a nivel global, así como el problema muy serio del efecto invernadero, en eso debo se claro. De hecho son de las cosas que logran hacerme perder el ánimo. 

Y paralelamente o, debería decir, de forma complementaria, me preocupa el problema de una buena alimentación. Asumiendo que "buena" es un valor que puede ser substancialmente diferente de persona a persona o de cultura a cultura, en mi caso significa balanceada de acuerdo con lo que sabemos de nuestro cuerpo y biología, adecuada para mis necesidades y que garantice en la medida de lo posible buena salud. Y solo por ser riguroso innecesariamente, salud significa la no necesidad de consultar médicos o tomar medicinas o reducir éstos a la mínima expresión y no sufrir o padecer y no limitarme físicamente excepto por aquellas cosas naturales como que efectivamente no puedo volar por más que quiera o no logro ver a través de las paredes, aunque me gustaría.

Hasta ahí describí, sospecho, a mucha gente que seguro comparte esas preocupaciones. Sin embargo, con frecuencia me encuentro en una posición incómoda o fuera de lugar con quienes comparto esas preocupaciones y me gustaría entender bien porqué. Creo que tiene que ver con una zona que históricamente ha sido gris entre ciencia y religión, aunque nos hicieron creer que hoy en día era clara: la ciencia es claramente no religión y viceversa. Tengo mis dudas de que el asunto esté tan resuelto para la humanidad.

Unas cuantas menciones históricas no sobran... Galileo, Diderot, Copérnico (aunque éste último después de muerto) tuvieron malas relaciones con la religión. Sus escritos y trabajos los pusieron en contra de la ciencia del momento, aquella aceptada por El Vaticano, fueron censurados de una forma u otra. Luego, todavía hoy, numerosas cosas en ciencias cruzan a terrenos que la religión considera intocables y que condena y obstaculiza dentro del poder más limitado que hoy tiene. Sin embargo, religión no es sinónimo de Iglesia. Religión es algo que hace parte del sistema de creencias y no solo una estructura de poder, burocrática y jerárquica, con credos y libros y objetos sagrados. La religión es algo que también nos forma como personas, es parte de nuestra estructura mental y se incorpora a nuestra forma de ver del mundo de forma sutil pero profunda.

Es en ese espacio que creo que no es claro que ya hayamos resuelto el problema de la separación ciencia-religión. Si bien la Iglesia se atraviesa y protesta por áreas o resultados de investigación, su injerencia hoy en día no es tan grande, especialmente en Europa. Es ese vacío el que lo ambiental vienen a llenar, el que han dejado cosas o credos (que ya no convocan a casi nadie) pero que dejan un espacio abierto para algo sacro en muchas personas.  Es algo en qué creer y de lo cual ser devoto practicante.

Leyendo un poco a autores como Michael Shermer (El cerebro que cree) y abusando un poco de la referencia, diría que una religión, es un sistema de creencias compartido con una cierta porción de la comunidad (local o global), este sistema es basado en algunos datos y hechos históricos, algunos de ellos "científicos" -es decir, basados en evidencia física- y un cuerpo de verdades de las que una o más personas (profetas, gurús) derivan, con cierta lógica, dogmas, que son generalizaciones y conclusiones de los hechos disponibles y son llevados y expresados como leyes o preceptos no negociables. De esos dogmas, en uso de la misma lógica, se derivan formas de solución de las incertidumbres de la existencia, fórmulas de comportamiento y castigos a quienes no los cumplen. Para reafirmarse, las religiones necesitan escenarios en los cuales reforzar los mitos y dogmas, proponer nuevos hechos que refuerzan las creencias y derivar nuevas formas de comportamiento, buscar abarcar cada vez más aspectos de la vida  y más personas (conversos), hasta volverse una visión total y completa del mundo.

Una parte fundamental del pensamiento religioso es que introduce limitaciones a la vida y al libre actuar y pensar. Ello sirve para suprimir la angustia de tener que decidir permanentemente, reduce la ansiedad de tener que pensar constantemente en el destino que se quiere escoger, en las implicaciones de las decisiones diarias, constantes, que tomamos.  La constricción al pensamiento crítico, se expresa en 

  1. limitaciones a la hora de actuar en contextos generales
  2. limitación de las opciones aceptables en cuanto a aspectos básicos de la vida, por ejemplo, alimentación, vestido, otros hábitos.
  3. limitación a la hora para aceptar nuevas tecnologías, nuevos conceptos o hechos si éstos no están todavía claros en relación con (o en alguna medida contradicen) los preceptos aceptados o principios.
Al final el pensamiento religioso se vuelve auto-evidente para el creyente, olvida los referentes y evidencias, se descontextualiza y controla el pensamiento y el libre actuar pues entumece y adormece al no tener que sufrir el continuo proceso de decidir, la angustia de que hablaba Sartre. Y no sentir angustia y no tener que vivir continuamente con las consecuencias de cada decisión nos ayuda a "ser felices", es como si ser felices lo confundiéramos con la tranquilidad de no pensar.

El ingrediente final del pensamiento religioso y que seguro muchos filósofos habrán pensado más rigurosamente, es la salvación. La salvación que siempre es de eventos catastróficos que se avecinan por efecto de nuestras faltas y pecados. Los preceptos dados sirven para evitar esos cataclismos finales, esos actos de un dios furioso que nos va a destruir.  Apaciguamos las fuerzas de lo desconocido adhiriéndonos irrestrictamente y siguiendo los preceptos y mandamientos derivados de los dogmas. La furia de los dioses es siempre una destrucción de la vida como la conocemos, de la raza humana. 

Sin embargo, es la destrucción de la especie lo que finalmente define una religión: qué pasa después de destruidos todos los humanos. En la religión católica lo que pasa es que unos van al cielo y otros al infierno. En otras religiones habrá otras formas, pero finalmente es el destino final inexorable: los humanos serán destruidos. Es una contradicción que hagamos todo para salvarnos pero que nuestro destino final (deseable para poder alcanzar la paz eterna) sea la destrucción, el llegar a la paz final.

Dicho todo lo anterior, lo ambiental para mi se ha vuelto el nuevo sistema de creencias, la religión de muchos en este siglo. Con casi todas, sino todas, las características descritas. A quienes lleguen hasta aquí en esta lectura los invito a revisar por sus propios mecanismos la pertinencia de esta valoración. Yo haré la mía pero es importante que cada uno se tome ese pequeño trabajo.

Para empezar lo ambiental parte de hechos ya hoy casi incontrovertibles. Que la temperatura media del planeta ha subido, que especies enteras han desaparecido, que el planeta está sufriendo el impacto de la sobre-explotación de la tierra, la destrucción ambiental y los desastres cuasi-irreversibles producto de la actividad humana. Basta ver a Haití. Una país sin árboles (solo el 2% de su superficie está arborizada después de que hace unos decenios era un 60%) es un país sin futuro alimenticio. Luego, hay un piso de evidencias de que los humanos hemos hecho mucho daño al ambiente y que esto significa menor calidad de vida para todos. 

Sin embargo, ese cuerpo de conocimientos, que es muy válido para quienes lo conocen y trabajan con él y es de hecho no un cuerpo de creencias sino de evidencias que pueden ser controvertibles, se traduce para un público muy amplio en un cuerpo de datos incontrovertibles y hechos que demuestran todo más allá de duda alguna y que no admiten debate alguno. 

Con ese cuerpo de creencias, se construyen unos preceptos para comportarse, para actuar, para funcionar en el mundo. Ellos nos dicen qué comprar, dónde. Qué vestir, casi como hacerlo, validan nuestras costumbres o las modifican para comer, valorar los hechos del mundo, ordenar nuestras prioridades y pensar en la existencia. Nos proponen un destino y existen penalidades para quienes no cumplan los preceptos, se pertenece o no a la comunidad de iluminados, se identifica uno con el grupo y en función del mismo se adoptan pautas, casi ceremoniales para comprar, comer, consumir o dejar de hacerlo, transportarse, vivir. 

En la población hay unas personas que son los gurús que ciertamente "saben" y casi dictan esas pautas. Hay un escenario para formar grupos, reforzar las creencias... Internet. Internet es el espacio por excelencia de la preocupación ambiental, allí está todo: la información real con la no real, la extrapolaciones adecuadas e inadecuadas, los grupos y las sectas, las disidencias y las herejías.

El pensamiento crítico cesa, se detiene: las personas dejan de preguntarse por la validez última de los comportamientos adoptados. Se hacen sacrificios, la gente come cosas horrorosas (a sabiendas) porque "son buenas" para el ambiente, se toma trabajos y hace ofrendas de sí para refrendar la creencia y apaciguar la naturaleza (en este caso castigadora). Cambian y adoptan hábitos sin preguntarse su real impacto. Paran de preguntarse por el actuar y se tranquilizan cuando sufren pues el sacrificio es por algo superior a ellos. El mundo empieza a ser de creyentes y no creyentes, de seguidores  y no seguidores. Ese orden trae paz, se puede dejar de estarse preguntando y decidiendo.

Y hay una salvación final: salvar al planeta. La tierra, la naturaleza pasan a ser más importantes que la vida humana, a veces que la vida propia. Es el dios al que se le rinde tributo, del que se espera que no nos condene y nos destruya con su furia vengativa. Pero también como dije arriba, para muchos ya la destrucción es bienvenida: preferirían ver la especie humana sacrificada completamente para que "la naturaleza" no sea más perturbada y destruida por nosotros, los pecadores. 

Claro, como en toda religión, unos se están permanentemente convirtiendo a la misma... cambian, adoptan los nuevos credos sin controvertir mucho. Pocos se toman la molestia de averiguar cuanta energía del sol llega a la tierra, en qué forma, cuánta la tierra devuelve al espacio, cual sería la temperatura de la tierra sin atmósfera o qué mecanismos sabemos que hay para mantenerla a la temperatura que está. Más importante aún, pocos intentan saber qué es energía y cómo pensar en ella como recurso limitado: adoptamos la palabra sin saber qué significa (y la pasamos a contextos que no tienen nada que ver).

Esa tranquilidad no es para mí, yo prefiero seguirme preguntando, pecando, viviendo en la continua angustia de saber que no hay una respuesta completamente cierta y que un pecado no me condena a nada distinto de a lo que se puede condenar un no pecador... y tratando de mantener la mente abierta a que el día de mañana encontremos evidencias de que lo que hoy pensamos incontrovertible es, de hecho, falso. Prefiero seguir cometiendo errores que a veces son dolorosos a vivir según preceptos tomados de verdades temporales elevadas a la categoría de dogma. Y vuelvo al primer párrafo, no porque no haya mucho que podamos hacer, sino porque justamente lo que mejor podemos hacer es ser conscientes y pensar, poner en duda y contrastar la "verdad" con la evidencia.

Y prefiero no lidiar con quienes quieren convertirme, es un debate agotador... nada cansa más que discutir con un convertido. Eso es lo que me hace sentir en una posición falsa cuando estos temas surgen en tantos contextos como surgen hoy. No valoro si esto es mejor o peor, pero cito a E.M. Cioran cuando dice que en cada uno de nosotros habita un profeta y, cuando este profeta se manifiesta, hay un poco más de mal en el mundo.

Comments

Sí profesor, una de esas nuevas formas religiosas pero que pasan desapercibidas como tal.

Me gustó sobre todo el último párrafo: su manera de concluir el texto en general.

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