WWI, ley contra borrachos al volante, elecciones 2014 y pruebas PISA.

Notas varias.

I.

Este año se cumplen 100 años del inicio de la primera guerra mundial. Es quizá una de las catástrofes humanas más grandes por tamaño y resultados y por lo inhumano de las circunstancias. No había penicilina y por ende las muertes por infecciones resultado de heridas de cualquier tipo eran masivas, las amputaciones eran la mejor opción, y muchas cosas que hoy damos por sentadas no existían. La Convención de Ginebra, las declaraciones sobre derechos humanos, nada de eso existía. Como resultado, se usaron gases tóxicos y guerra química. Fue la guerra de probar las armas automáticas, las ametralladoras que ya habían sido inventadas pero no probadas en esta escala: la Batalla de Verdún dejó casi un millón de muertos en total, una sola batalla. La batalla de Somme dejó entre heridos y muertos otro millón de soldados fuera de combate. En total pudieron morir unos 15 millones de personas y quedar heridas e incapacitadas otros 20 millones.

Los soldados ni siquiera sabían bien qué hacían en la guerra, especialmente al inicio de la misma. Hasta jugaban fútbol en pequeñas treguas locales. Y muchos morían sin siquiera disparar sus armas o disparando para otro lado: no eran soldados modernos, el entrenamiento no era el de hoy y como resultado disparaban para cualquier parte o no lo sabían hacer o se bloqueaban mentalmente a la hora de hacerlo. También se dieron casos masivos de limpieza étnica (un eufemismo poco pudoroso), otro millón de muertos Armenios (no se sabe bien).

Las mujeres tuvieron que servir de una forma o de la otra en la guerra; bien reemplazando hombres en las industrias y fábricas o bien en otros trabajos como enfermeras o en labores de oficina. Nunca antes la mujer había participado de forma masiva en la economía y como resultado, se piensa, el voto femenino se volvía inevitable.

El mapa europeo, los países que hoy conocemos, no se parece al que se tenía antes de la guerra. Las nacionalidades, las líneas divisorias, los sistemas políticos (de imperios a democracias parlamentarias), la burocratización y creación de nuevos ministerios, los requisitos de pasaportes y visas, los impuestos que se pusieron por primera vez para mantener la guerra, todo esto dura en buena parte hasta nuestros días.

La primera guerra mundial vio el nacimiento de los submarinos y de la aviación de guerra... es una guerra que cambió al mundo y no se puede olvidar.

II.

La nueva ley sobre niveles de alcohol en la sangre es como casi todas nuestras leyes, de mala calidad. Si bien es cierto que vale la pena y hay que hacer algo contra los borrachos conduciendo, lo que quedó es una exageración que puede resultar en muchos abusos y cosas absurdas. En las legislaciones europeas hay un nivel de alcohol en la sangre que es permitido, considerando que la gente se toma una copa de vino con la comida y nadie queda incapacitado por ello o que muchos postres, comidas, enjuagues bucales, medicinas y cosas similares te aportan algún nivel de alcohol, pretender que el alcohol sea cero absoluto para poder tomar un vehículo es desproporcionado, literalmente una ley draconiana: penas severas por tomarte una medicina o un postre?

En particular, preocupan las posibilidades de abuso. Primero porque los aparatos usados para tomar las muestras deben ser bien usados para dar resultados confiables (limpieza de las boquillas, tiempo de toma de la muestra, etc.) y porque seguramente serán alegremente usados por policías de tránsito que digamos la verdad no son ningunos expertos científicos o saben la diferencia entre alcohol en el aliento y el alcohol en la sangre  o cosas así. Y segundo, porque las ofertas de "arreglemos por las buenas", "yo no quiero perjudicar a nadie" o "lo mejor es arreglar por las buenas", son demasiado tentadoras dadas las cuantías.

Nuestro Congreso parece impedido de hacer algo completamente bien. Algo bien, a secas. Tiene que embarrarla de una forma o de la otra.

III.

El fastidio mayor del año es el de unas elecciones presidenciales que no despiertan ni entusiasmo ni mucho interés. Estamos como adormilados viendo el espectáculo político sin meternos en él. La mayoría de nosotros ve a Santos como un tipo que llegó ahí sin mucho mérito en su equipaje, el apellido y el respaldo de su ex-jefe y actual enemigo número uno, que no ha hecho mucho (promesas, eso sí) pero que no ha dejado caer del todo el entablado.

Y de otra parte no hay en la arena política ni una sola persona que logre despertar entusiasmo. Antonio Navarro, que sería al menos un buen candidato, no estará. Peñalosa es un pésimo candidato, menos mal Colombia la más educada todavía no es campaña, el uribismo renunció a su única carta con opción (Santos contra Santos), la izquierda ni se diga. Nuestra izquierda que tiene gente muy inteligente en sus filas muestra un grado de inmadurez y estupidez política que dan poca esperanza. El fundamentalismo, el purismo, el maximalismo y la confusión que todavía algunos sectores tienen respecto al uso de las armas y el terrorismo, son fallas que los hacen inelegibles, por decir lo menos.

Así que nos toca una elección que como ninguna otra me llevará a una depresión. La pobreza de estas campañas solo es directamente proporcional a los resultados de Colombia en las pruebas PISA (o cualquier otra), quienes resultan elegidos no saben leer ( Simón el bobito, por ejemplo), leen pero no entienden, no saben escribir, no piensan organizadamente, no tiene la forma de poner en orden varios argumentos e inferir cosas nuevas de entre el mar de cosas ya existentes.

Las competencias de las pruebas PISA son las mínimas que debería tener un congresista, pero como el sistema es representativo es apenas normal que apenas dos senadores las tengan, los otros 98 están como el 98% de nuestros estudiantes nacionales (y seguramente los guardas de tránsito), sin pista. Solo saben contar la platica el el bolsillo y a veces entender un extracto bancario.



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