Teoremas sobre la tristeza
En la tristeza y solo en ese estado puedes probar los siguientes teoremas:
La tristeza es infinita, sin límite, eterna.
La tristeza fluye en su estado líquido, al intentar dispersarla se
hace sólida, al intentar aprehenderla se hace nube.
La tristeza viene de atrás, de hace tiempo, está conectada con la
tristeza anterior y en conexión con la tristeza general.
La tristeza fluye hacia las cosas, las abarca y comprende. Todo se
puede mezclar con ella, todo es soluble en ella.
La tristeza nunca es superficial, siempre es profunda, sale de
partes de nosotros que son físicas y por lo tanto adquiere cierta
característica de cuerpo presente, de alguien que nos acompaña y a la vez no
está.
La tristeza hace apreciar la tristeza, comprender a otros tristes, comprenderse a sí mismo.
A la tristeza se la reconoce de inmediato, se la presiente.
La tristeza se cita a sí misma, es su propia referencia principal,
su propia razón y motivo.
Hay dos formas de estar triste, aceptándolo o no. Si se acepta
entonces la música, acaso el silencio, son la expresión natural, quizá también
la poesía. La segunda forma es la no aceptación y en ese caso su manifestación
es el ruido.
La lectura es un medio de acumular poemas para la tristeza, uno es
su agente y su explorador.
La tristeza es para unos pocos alrededor.
La tristeza no es sinónimo de soledad pero, con frecuencia, la busca,
es a veces su mejor amiga.
La tristeza recuerda o evoca en la memoria aquello que le conviene,
le da un orden. Tiene su propia gramática y su propia semántica.
La tristeza llega con muchos adverbios de tiempo, nunca, siempre,
antes. Y un condicional, si…
La tristeza huye del calor de la tarde, busca refugios en las
sombras de la noche.
La tristeza protege algo íntimo del desgaste de los otros, del día y
el sol.
Experimentamos abandono cuando las tristeza no se prolonga y
extiende hacia nuestros sueños y nos toca recordarla al otro día.
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