Los incentivos por ser buen profesor

La calidad de la educación superior y los incentivos para ser buen profesor.

Oigo con frecuencia, en realidad creo que cada día, a algunos profesores universitarios y políticos hablar de calidad de la educación superior. Escucho a nuestra desubicada ministra hablar del tema cada rato, aunque confieso que ya no leo sino los titulares, con eso tengo claro qué dijo o hizo. Que un índice que no mide nada, que un ranking más que no tiene significado alguno y sirve para absolutamente nada; que ser pilo paga, el mejor vehículo que Parody inventó para poder hacer lo que muchos han intentando antes sin poder: transferir directamente y en mucha cantidad dinero público a universidades privadas sin pedir nada a cambio, trasladando el peso de la inversión en educación superior de lo público a lo privado sin que tenga siquiera que licitar, contratar o supervisar. Una verdadera jugada maestra; las universidades privadas nunca habían tenido un ministro que les apoyara tanto económicamente. 

Escucho a la gris Viceministra de Educación Superior dando discursos sobre calidad, buscando la forma de meter como sea al Sena en este sistema, de nuevo, sin tener que revisar problemas de esa institución, en un Sistema de Educación Terciaria para que con dineros amarrados de recursos que se cuentan por billones de los aportes parafiscales, termine de matar a las Instituciones Técnicas y Tecnológicas al nivelarlos en titulaciones y tipo de formación con el Sena pero no en calidad y en exigencias académicas y mucho menos en apoyo con dineros públicos. 

Pero me estoy ya desviando demasiado. Resumo, escucho con ira calmada como gente que no son ni expertos ni conocedores, se inventan sistemas para subir en las encuestas y hacer carrera política sin realmente hacer algo profundo por la educación superior en Colombia y en particular sin mover un dedo para mejorarla, especialmente la que es de su directa responsabilidad: la educación pública. La tapa del cóngolo es Sergio Fajardo que mientras la Universidad de Antioquia se cae a pedazos da un montón de dinero pero no para arreglarla y ponerla al día en infraestructura sino para que le haga los mandados, lo haga subir en las encuestas y lo posicione como el político de la educación, inaugurando cosas, montando programas que llevan diez años en Medellín sin funcionar ni dar buenos resultados. La cruda realidad es que seguimos exactamente en los mismos puntos en todas las pruebas estandarizadas nacionales y hasta internacionales. De hecho en las pruebas Saber que acaban de publicar Antioquia bajó varios puestos. 

Al final, todo son anuncios, inauguraciones, posar para la cámara y echar a andar programas huecos y sin evaluación, creados por gente que no sabe pero que son del partido político correcto, metiendo las patas y dirigiendo un sistema de educación superior que anda por alguna inercia pero no acaba de ser motor de innovación y desarrollo o que, cuando menos, resuelva problemas de productividad, creación de conocimiento o produzca la cantidad de técnicos, ingenieros y científicos que demanda una industria aunque esta prefiera comprar soluciones hechas y no inventa ni los huecos del queso. 

Ahora, de todo lo anterior lo que más deprime es que escucha uno decir de la calidad a colegas que prescriben soluciones que solo funcionan en su imaginación porque no salen de procesos de evaluación de los problemas reales. Pero tampoco es a eso a lo que quiero referirme. Quiero referirme a mi sueldo o mejor dicho al sobre-sueldo que me gané por figurar como uno de los profesores "destacados en docencia" en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Antioquia. Soy físico y le dedico en estos años la mayor parte de mi tiempo y esfuerzo a la docencia universitaria. Lo hago con cierto convencimiento. 

Antes de seguir, una nota para quienes no saben como funciona el salario de los profesores de Universidades Públicas. A los profesores nos pagan asignándonos puntos, cada año el Gobierno dice el valor del punto y uno multiplica los puntos que tiene y por ese valor y voilà tienes tu sueldo. Sin embargo, esos puntos se pueden aumentar, el Decreto 1279 de 2002 fija las tablas por las que se asignan los puntos. Estos salen de publicaciones y otros productos académicos. Pero, y ese es mi queja, prácticamente no por docencia. A los profesores que hacemos docencia los incrementos salariales son en la práctica inexistentes. Me corrijo, todos los profesores recibimos puntos o bonificaciones por ser docentes, pero son casi nada ya que se limitan a dos o tres puntos por experiencia (un poco más de $20.000 pesos mensuales este año). Aparte de eso, un porcentaje más bajo recibe bonificaciones o puntos por ser buen docente. El criterio de "buen docente" lo fija cada universidad pero hay un límite monumental al puntaje que se puede dar, entre todos los profesores de la Universidad de Antioquia quedigamos que somos 2.000 se pueden repartir hasta 2.000 puntos y está prohibido que sea de a uno para cada uno. La fórmula es tenebrosa. El hecho es que con que a un profesor le den cinco puntos ya otros cuatro reciben cero, ah! y hay un máximo como de seís puntos. Fin. Para acortar esta cantaleta, por mi desempeño destacado fui uno de la minoría que recibió un incentivo por buena docencia, el equivalente a unos $40.000 pesos mensuales y no es salario, se dan una sola vez. 

Me gusta de vez en vez hacer postres, si llevo un postre para la venta y lo vendo en los pasillos de la Universidad ganaría más que eso. Y el trabajo sería de una media tarde. Igual, la Universidad es de nadie y no me pondrían problema alguno para instalar un puesto de postres. Me corrijo, la Universidad es de quienes se han apropiado de ella para montar sus miniempresas. Los venteros, pero también las mafias que contratan y hacen que cosas que uno compra por 100 pesos a la Universidad le cuesten 200. Y así. 

Quiero entonces rematar esta retahíla quejumbrosa diciendo  qué hago para ganarme mis 40.000 mensuales por una sola vez. Tengo tres cursos avanzados del programa de Física a mi cargo (enseño Física Moderna, Relatividad General y Gravitación y un curso avanzado de Relatividad General), cada uno demanda unas cinco horas  de trabajo propio (preparación y otras cosas) por cada cuatro que dicto y a veces más (30hrs en total). Tengo tres estudiantes de pregrado y soy parcialmente responsable de uno de maestría. Con ellos debo pasar dos horas de seminarios a la semana más atender sus consultas y deberes similares. Coordino una comisión que revisa los planes de estudio del área de matemáticas para mi programa (repito, Física), además de las típicas reuniones, informes y malas ideas que hay que combatir escribiendo y echando cantaleta (como esto que escribo), discutiendo e intentando proponer cosas mejores. No tengo tiempo para más, no tengo tiempo de arrancar con proyectos, no tengo tiempo de escribir libros, no tengo tiempo. Y el incentivo para hacer mi tarea bien hecha con los estudiantes (sus evaluaciones de mis cursos pesan en eso de ser "destacado") son $40.000 mensuales. Hurra. Mi salario está estancado pero esos $40.000 sirven para casi pagar alguna cuenta). 

Lo anterior me hace pensar. A muy pocas personas nos importan los pregrados en la Universidad (de Antioquia en mi caso pero creo que lo puedo hacer extensivo a otras). La mayor parte de los profesores le dedican si acaso el tiempo para un curso, en el caso más extremo, dos; muchos ni eso. Tengo colegas que no dictan más de tres horas de clase a la semana. No existe el incentivo siquiera para hacerlo bien, así que en versión de no pocos amigos y profesores los cursos se montan una vez y luego no hay que volverlos a revisar, basta repetir y releer las presentaciones de diapositivas, los vídeos o en caso último se apela a que los estudiantes expongan lo que sería deber del profesor explicar y presentar. 

Aparte,  la Universidad no le invierte dinero a los pregrados, estos no dan plata (no somos las  universidades privadas recibiendo miles de millones de ser pilo paga y no hay más dinero); las aulas de la ciudad universitaria están en estado crítico, las goteras no dejan dar clase, las paredes no reciben pintura hace años, los laboratorios de docencia de pregrado son o inexistentes o están acabados, a la biblioteca uno ya ni va y políticos como el mencionado Gobernador de Antioquia dan plata pero para que les hagan cosas que puedan inaugurar. Pero en versión de tanto colega, todo eso no nos importa mucho; conseguimos un proyecto, invertimos en nuestro laboratorio de investigación donde si acaso entran uno o dos estudiantes de pregrado, no tengo casi que dar clase, consigo los puntos que suben el salario y por el pregrado, nada, repito las diapositivas; eso no le importa a nadie ¿por qué me habría de importar a mi? 

Con ese estado de cosas, con una verdadera campaña en contra de la docencia, en la que no nos dan prácticamente ni con qué trabajar y toca comprarlo de cuenta propia, en las que las oficinas son un desastre de muebles de los años 70 o son nuevas pero hay cinco profesores en el espacio de dos, en las que a nadie le importa hacerte caminar doscientos metros para una llave para abrir un salón, bajo la premisa de que alguien se puede robar el proyector (eso sería pésimo porque entonces ¿dónde presentamos las diapositivas del día?), volviendo la tarea de ser profesor todavía más ardua y tortuosa, digo, con ese estado de cosas ¿quién enseña con entusiasmo y dedicación? ¿quién siente que tiene un incentivo para desarrollar un buen curso?  En realidad queda gente que hace algo de esa tarea, pero claramente no por el dinero.  Personalmente, quizá uno o dos correos que he recibido de algún estudiante que al final del semestre me agradece el trabajo pero, incentivos reales, de eso no hay.

Por eso cuando oigo hablar de calidad de la educación superior en Colombia, especialmente la pública, me da entre risa y rabia. La mayor parte de lo que dicen o viene de ese lugar en que la gente se cree muy inteligente y cree que conoce las solución a todos los problemas (el "deberían hacer esto o aquello") o viene de no haber tenido la experiencia de trabajar a fondo en docencia pues es mejor sentarse graciosamente a hacer otras cosas como por ejemplo pontificar sobre la calidad de la educación. Mi rabia y mi risa no se me pasan fácil, si le dedicáramos tiempo y recursos a los pregrados y la mejora en la calidad sería notable. Y si quiere la señora Gina Parody mejorar la educación superior pública le podría invertir al menos lo mismo que le está invirtiendo (a cambio de nada) a las universidades privadas y sobre todo, cambiar los decretos que dan como gran incentivo $40.000 mensuales por hacer bien la docencia y dedicarle tiempo a formar bien a las nuevas generaciones. 

El norte de la educación superior en Colombia no es claramente la calidad de los pregrados.  Ah! y la ministra también puede dejar de producir indicadores mal hechos y rankings que no sirven para nada, excepto para darse pantalla e intentar posar como inteligente. Y creo que debería decir que no siento rabia con colegas o profesores, la verdad es que los incentivos se crean para que la gente le dedique tiempo y esfuerzo a algo, solo que en este caso es claro que no es la educación, eso no me genera rabia con los que aprovechan esos incentivos, a veces la rabia es conmigo por no ser capaz de soltar tanto curso y conseguir escalar en las otras direcciones bien incentivadas. Y la rabia es con los políticos que toman la educación como caballo de batalla y discurso vacío y nada más y que al final terminan haciendo daños casi irreparables.

Y finalmente, ni siquiera creo que deba estar en la lista de buenos profesores, pero si oficialmente te pusieran ahí y fuera justo, ¿no debería ser esta una labor que se incentive adecuadamente?

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