Mi amor a las matemáticas (no correspondido)

Cuando estaba niño mi hermano mayor introdujo en mi casa una palabra: pentakismyriohexakisquiliotetracoxihexacontapentagonalis y ¿qué mas hacer sino aprenderla de memoria? Tras muchos años no se borra, nerd detected, ya lo sé. No sé bien si está bien asignada al polígono que dice mencionar, pero era como saber algo que tenía una cierta magia interna, que abría alguna puerta.

Más adelante, también mi hermano, me regaló una lámina que contenía las fórmulas de volumen y área de muchos poliedros, así como perímetros y áreas de polígonos conocidos y algunas fórmulas de álgebra, series y cosas de ese estilo, aglomeradas todas en un área de 12x15cms más o menos. Todavía la conservo. De esas usaba permanentemente las de geometría aunque no por el colegio, sencillamente me llamaban la atención. Admito que no era el niño normal; me pasé creo que una semana intentando calcular el volumen de todas y cada una de las cosas del cuarto en el que dormía. De paso, casi invento el cálculo diferencial esa semana intentando aproximar el volumen de las patas de un mueble que eran sólidos de revolución (lo son al ser elaborados en un torno). Utilicé conos truncados para las figuras que iban aproximando esa especie de paraboloide (bueno, usé dos o tres conos que me aproximaban bien el volumen en lugar de muchos pero era un principio), unas pocos conos más y el cálculo diferencial hubiera estado listo, más de trescientos años después de haber sido inventado por Newton y Leibnitz.

Más tarde, mi hermano nuevamente, me regaló un libro de geometría de Bruño... bueno, sobra decir que lo leí y estudié.



Mucho más adelante tuve una experiencia extraña. Un profesor, luego de yo llevar varios días de no ir al colegio por enfermedad, me sacó al tablero. Como es obvio, no sabía nada. El profesor cuando yo naufragué con un problema de conjuntos, murmuró "mucho bruto". Ese día pensé "debo sacar la máxima nota". Y lo logré, por fortuna. No recuerdo ni el nombre del tipo, pero espero que se haya muerto y esté en el infierno. Mentiras, ojalá siga vivo que es casi peor.

El hecho es que a lo largo de la vida he ido encontrando fascinantes diferentes cosas de las matemáticas. Que haya solo cinco sólidos regulares, que los primos sean tan extraños, que el teorema de Fermat, tan fácil de plantear y tan difícil de demostrar, que los primos de Mersenne (este año encontraron uno más, el 274.207.281 − 1). En fín, el tiempo aumenta y aumenta esa lista. Lo que también he tenido la fortuna de tener es fuentes de aumento de esa lista y de entendimiento al menos parcial de algunas de esas cosas.

Y algunos problemas que en algún momento de mucho pensar pensé que quizá podría ayudar a resolver. El problema de Shottky es el más notable. En algún momento pensé que en una de sus versiones podría buscar resolverlo. Obvio, no sabía ni la cuarta parte del problema en realidad y las cosas que no sabía eran de una vida de dedicación. En fin, alguna disculpa tengo que dar para no haberlo enfrentado más seriamente.

De cualquier forma la vida académica ha estado poblada de retos por entender matemáticas. Lo cual es bastante raro porque no fui ni soy matemático. Y algunas cosas de los matemáticos no me terminan de convencer. Pero eso no quiere decir que no conmuevan las demostraciones de algunas ideas o la vida de Gauss o Riemann. O que no me haya ya leído "Perfect Rigour" o la historia de "Fermat's last theorem" de Singh. O que no me sacuda el darme cuenta que en lo que queda de vida sería poco lo que logre aprender.

Hoy lo que puedo hacer es enseñar, especialmente y espero que no del todo fracasado, un aprecio por la inteligencia de algunas ideas y un cariño por lo abstracto e inmaterial. Mucho mejor que el amor por cosas que no duran.



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