Metido en la grande

No sé qué tanto la gente haga lo que yo. Algún buen medio día en que digamos que todo está tranquilo; en que no hay mayores retos al frente o nada muy inmediato qué enfrentar, decido hacer algún giro y meterme en enredos espectaculares sin muy buena razón. Digo, si las decisiones enfrente de uno son el color de una pared, el dinero para arreglar un sofá o la sacada de una cordal ¿qué lo puede llevar a uno a, unos pocos meses después, estar sepultado en compromisos y deberes, muchos de los cuales llegan sin una real preparación? quizá no nací para estar tranquilo. Cada que llego a ese punto donde lo más importante del día es si alguna me miró o no; ahí, justo, me busco algo nuevo por lo cual preocuparme (y mucho). Algo que me imponga nuevas tareas, que se vuelven obligatorias e ineludibles. ¿Miedo a la que me miró? ¡tampoco es tanto! En fin, no creo que el asunto sea una muestra de inteligencia en forma alguna. Creo que es una forma de evasión a de enfrentar temores. De qué, no tengo idea clara y me va dando pereza todo el trabajo para averiguarlo; pero evasión eso sí que sí.  A responderme preguntas a mi mismo de esas que empiezan por ¿por qué no ..? (llenar espacio en blanco con cosas como aprender otro idioma, escribir un libro, organizar un trabajo, escribir unas notas, terminar un cálculo, etc.)

En esas circunstancias entonces me suelo meter en lo que no sé. O que me imagino que sé pero no, no sé. Como una vez que viajé a un país pensando que sabía el idioma y dos horas después me di cuenta que no sabía decir "diecinueve" que es algo debería saber. En fin, de alguna forma me las he arreglado en ocasiones anteriores y siempre pienso que de la presente también saldré. Supongo que también hay algo de juego de ruleta rusa en esos saltos al vacío. La ruleta rusa es una forma combinada de salto al vacío y evasión. Nunca la he jugado realmente ni creo que lo haga. Pero tengo presente, eso sí, que si lo hiciera y sobreviviera, quedaría con esa sensación de que, en proporción a eso, cualquier riesgo de las cosas de la vida diaria es más bien trivial. En fin, hay formas de explicar que eso es evasivo pero creo que con lo dicho medio me explico. 

Bueno, en estos instantes de la existencia estoy en el medio de no sé dónde haciendo cosas que escasamente estoy aprendiendo al paso que las voy haciendo. Cometo errores de primiparo cada día, recibo tareas como cualquier estudiante de tercer semestre, quedo mal en las entregas, me tensiono por todo ello y la sensación de confusión es tan familiar que ya debería resultar natural y más bienvenida.

Razono mientras bebo algo alcohólico (y bueno) que  es que esa mi manera de darle forma a la soledad. Todas esas tareas y momentos, toda la confusión, toda la frustración con los errores y pasos en falso, todo el enfrentar gente que ya es experta en lo que yo apenas empiezo, todo eso, no hace sino contribuir a acentuar el hecho de estar solo. A resaltar, desde ese primer recocimiento de que estoy aquí, tengo lo que tengo y nada más y nadie va a ayudar o a acompañar, ni a decir mucho o a intervenir, desde ese primer instante vuelvo internamente a un lugar que no es cómodo pero es conocido. Es si se quiere una vieja costumbre. No familiar porque cada vez cambia de forma, pero sí costumbre en cuanto a los resultados y los riesgos. 

Eso por no mencionar la lejanía de gente conocida. Cuando fui a estudiar a la Universidad o a hacer el doctorado o en otras circunstancias similares, estoy lejos de cualquier conocido. Todo el mundo es nuevo, todo el mundo es más bien desconocido. Y nada de los alrededores es familiar, hay que aprender desde el horario del bus hasta cómo se hace para comprar un cortauñas. Y en un idioma que no conozco. Nada lo hace sentir a uno más lejos y solo que no saber cómo explicar algo...

En fin, deduzco que es mi forma interna de recalcar lo que ya sé y a veces la cercanía y familiaridad con las cosas del día a día enmascara: la soledad que me rodea. En lo personal, esto es una aventura hacia adentro, una más, para saber qué soy, qué puedo hacer y qué no, qué logro y qué no y para saber cuánto tiempo puedo pasar sin hablar de mi mismo o casi, porque hay la ocasional llamada o conversación que suena personal y dirigida a mi. Llamada que termino de todas formas medio esperando hacer o recibir pese a todo.

Y luego, cuando la llamada no sucede y vuelvo a la realidad de la soledad, me doy cuenta a cuales  cosas vuelvo: algo de música (jazz, blues, cosas viejas), algo de lecturas, algo de husmear las vidas de los demás que no conozco, algo de viajar, algo de caminar, algo de insomnio, mucho café, muchas conversaciones con seres imaginarios, trabajo, algo de escribir y mucho de lejanía de todo. Que son solo una parte de una lista más larga que quizá realmente me defina mejor que todo aquello de lo cual quedan certificados y papeles. 

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