El país del rodeo

Mi país es un nudo de contradicciones. Les voy a señalar una, solo una. Pero en mi mente es como para volverse loco o casi loco.

Cuando uno va por la calle, cuando uno es un "civil" común y silvestre (en estos días hablaban de unas muchachas de un colegio en el que se produjo un ataque a otra compañera, las describían diciendo que iban "de civil" porque iban sin uniforme, luego asumo que el uniforme del colegio es militar ¿no es eso la explicación del ataque mismo?), no puede uno más que notar que la gente en esta parte de Colombia habla y habla y habla. Uno ve a los policías por ahí en la calle, a quienes es verdad no se les paga mucho y tienen su riesgos obvios, y adivinen ¿qué?... los ve hablando. Entre ellos, por celular, chateando, con la muchacha que pasa, con un amigo, con alguien. Siempre están hablando. No vigilan nada, no ven nada. Si acaso no hablan es porque van en sus motos a 100Km/hr esquivando carros como cualquier vándalo.

Luego la mirada distraída se posa en los agentes del tránsito... están, para qué disimular, hablando. Lo mismo que los policías, que cualquiera. Si ves militares en la calle y a menos que les hayan acabado de poner un bomba, van ... hablando, ¿cómo mas?

Si vas a una oficina, los empleados estan hablando, entre ellos, con alguien y no de trabajo, casi nunca de trabajo. Hay que esperarlos, hasta que no terminen de explicar la idea no es tu turno, no importa que lleves 40 minutos esperando. ¿Quienes atienden las cajas de los supermercados? ¿de verdad se necesita la pregunta? están hablando. Con el de al lado, con el que empaca (si ya no dan bolsas ¿qué hacen ahí?), con quien acaba de pagar y tiene un comentario sobre cualquier cosa o con la jefe o con quien sea.

Vas a comprar un café y a menos que haya un solo dependiente (qué ganas de decir "una" pero en esta rectitud de género no sé si reconocer que la mayoría son mujeres, no se convierta esto en el motivo de mi condena final), está hablando con los otros.

Todos tenemos que vivir esperando a que a quienes se les paga privada o públicamente terminen de hablar para que hagan algo de su trabajo. Y, mientras tanto, hablar de verdad, decirnos las cosas con claridad, sin miles y miles de metáforas, hipérbolas, desviaciones y circunloquios, eso puede esperar a mañana. No se dice. ¿Qué tal? ¿A quién se le ocurre decir las cosas de forma directa? se necesita cierta vocación suicida para eso, es querer que todo el mundo se enoje, que tengan las mismas conversaciones pero denigrando de uno, en fin, eso es la muerte social. Si dices algo directo, eres antisocial en Colombia. De inmediato eres "criticón" y quién sabe qué más cosas.

En otras palabras nos la pasamos hablando pero no de lo importante, no de forma directa, no sin arabescos, adivinanzas y adornos, no sin eufemismos, no sin tratar de decir sin tener que decir. Somos expertos en usar un párrafo cuando las cosas caben en una frase. Colombia es el país del rodeo. Pero no del rodeo texano, sino nuestro rodeo, el verbal.  Somos los reyes de "la indirecta", la debimos inventar, para decirle algo a alguien.

Y ni hablar de hablar con los oponentes, los contradictores o los contrarios: ahí "somos directos" que en Colombia simplemente significa ser insultante, descalificador y grosero, normalmente. No sencillo y al punto, sino recurriendo a las figuras de la lógica más erróneas y a los peores usos del lenguaje y, obvio, "la indirecta". Ser directo en Colombia suele ser "le dije algo que ahí mismo entendió" es decir, no directamente sino mediante algún sobre-entendido.

Todo lo anterior me llena de pavor porque nuestro país necesita diálogo. Y un acuerdos en tantas y tantas cosas... que nunca logramos porque no logramos hablar directamente.

Yo me pregunto si eso no es un causa y a la vez una consecuencia de no confiar en lo que el otro dice, en lo que el otro enuncia. Lo ponemos en duda, lo interpretamos, le buscamos la indirecta subyacente. Y luego traducimos lo que dijo, que nunca es lo que dijo, es otra cosa que se acomoda a nuestra fantasía y de forma fundamental, a nuestra desconfianza y paranoía. Sin confianza no lograremos tejer sociedad, llegar a acuerdos sobre cosas como cumplir una norma o bajar la corrupción. Nunca, jamás. No es cuestión de policía o jueces, es cuestión de nosotros todos.

Cuando llego a alguna parte y me toca esperar a que sea mi turno, aunque es mi turno, pero es que quien atiende está hablando, a veces escucho... háganlo y en un cuaderno hagan una rayita cuando crean que la conversación era vital y no podía esperar. Creemos construir sociedad con el comentario y el chisme y, lejos de eso, fomentamos la desconfianza y minamos la cohesión. Creemos estar siendo parte de una comunidad regando cuentos, utilizando mal el tiempo en el que esperan que trabajemos y no, no somos una parte muy útil de esa comunidad, no por eso.

Yo digo, hagamos un poco de silencio y trabajemos. Al menos los que tenemos un trabajo qué hacer. Y hablemos lo que es necesario para el trabajo, nada más. Y hagamóslo un día al tiempo como quien acaba de dejar el alcohol. Es una adicción y es casi imposible de dejar... como el azúcar, como las drogas poderosas. Y como esas cosas, nos está matando.



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