Pantano

Y qué si una oleada de tristeza deja a su paso un desastre de luces apagadas, días que terminan sin que salga el sol o lluvias que al caer no son música como en otros tiempos. A quién finalmente habría de importarle. Me estoy acostumbrando a preguntas sin signo de puntuación alguno, dichas de corrido y en tono afirmativo. Toda frase en realidad es una pregunta. Para qué molestarse. Un solo par de ojos hacen realidad este texto. Están mirando.  Y tras esa ola de desastre que ayer o antes de ayer pasó nada se recupera. Las cosas han quedado hundidas sin salvación alguna. Las palabras sobre todo yacen a cientos de metros bajo un pantano asesino. No saldrán o si lo hacen será para formar alguna frase mentirosa. Quizá las palabras no se hundan si yo no me hundo con ellas. Y en eso entonces estoy bajo arenas movedizas sin solución a la vista. Pendiente de un hilo que alguien tire para rescatar algo de mi. Pero ni llega ni yo creo que pudiera hacer algo por alcanzarlo. Ni siquiera lo intentaría o intentaría a medias pendiente más de la decepción final.  No fue. Otra vez. Esta vez tampoco fue. No existe una vez que sea. Y ese estar pendiente de un hilo que llegue es quizá la peor pérdida de todas. La de la desesperanza. Que sería si acaso lo único que valoraba y una vez más yace hundida en algún lodazal. Ni siquiera puedo decir que sea colosal. Es solo algún lodazal ridículo del que soy el único que no logra salir. Cuando será que pierda definitivamente y sin piedad alguna toda esperanza y me quede en ese lecho suave sin esperar lazo alguno.

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