La lluvia y el tiempo

En ocasiones hago un cierto esfuerzo en llevar la cuenta del tiempo, de su paso, en aguaceros. En tormentas, granizadas y lloviznas. Internamente ese es un reloj, inexacto pero que lleva mejor el ritmo a otras cosas. No la navidad o la semana santa, no las vacaciones u otros eventos aunque en cierta forma quedan incluidos. Hace unos setenta lluvias que no estamos juntos, hace unos quince aguaceros que no nos miramos a los ojos, hará diez tormentas que decidí salir de su vida para siempre.

Quizá esa percepción tenga que ver con los significados contradictorios de algunos verbos. Si la lluvia pasa, cesa. (Y los sinónimos, parar, acabar, otros más.) Si el tiempo pasa, transcurre. Quizá con la idea de que cada tarde de lluvia recuerdo alguna especial, la noche que siguió a cierta tarde y que permitía ver un futuro y en la cual llovía a cántaros. Mientras llueve el tiempo transcurre diferente, cuando hace sol mi sensación es de que el tiempo no pasa o a duras penas. Entonces cada lluvia es como un click hacia adelante. Un pasar de la manilla que cierra el lapso de un tiempo de calor, inútil e inane.

Es posible que se relacione con el confort que me produce la lluvia, porque no hay sol por ejemplo, porque el olor a tierra o polvo que se suele levantar me trae en la memoria a un lugar más tranquilo, muy anclado en otros días. La lluvia en ese sentido es una especie de máquina del tiempo que me lleva a momentos del pasado múltiples pero buenos casi siempre. No que el pasado haya sido mejor, sino que la lluvia trae de ese pasado y actualiza sensaciones de bienestar. Digo, casi siempre. También llovía algunos días horribles.

En realidad cada aguacero es una metáfora del tiempo que no vuelve pero se retiene en el recuerdo. Como una pequeña gota que llena ese vaso que es la memoria, vaso algo resquebrajado que gotea y se deforma pero que mal que bien contiene una memoria, uno, yo, ese que soy. Ese que fui, ese que he sido. Los aguaceros o las tormentas no se llevaron todo. Las inundaciones no ahogaron todo.  (¿Será por eso que para mis fotos escojo gotas con frecuencia?) Como símil también funciona que cada noche de lluvia es como un pequeño alfiler que se usa para fijar algo, una pequeña nota que dice lo que pasó, lo que fue y permite saber luego lo que se perdió, lo que ya no es.

Aparte, la lluvia trae a mi mente lugares imaginarios. El Venus de Ray Bradbury, donde no escampa nunca y la llovizna se vuelve ese otro personaje de la historia, de cada historia. Así, cada que el agua cae sobre las tejas no dejo de preguntarme ¿y si nunca más escampara y la lluvia fuera para siempre? lo cual me lleva a Borges. Dice en alguna parte Borges que la muerte o la inmortalidad son una cuestión de estadística, la certeza de la muerte surge del hecho de que hasta donde sabemos todos los hombres que existieron hace unos 150 años están muertos y casi todos los de 100, etc. Este hecho que creemos confirmado nos lleva a concluir que todos vamos a morir. Pero se pregunta él si no será posible que alquien que esté hoy vivo ya se convierta en el primer inmortal. De esa forma hay una conexión (en mi mente) entre lluvia y eternidad, las cosas que no cesan (haciendo a un lado los detalles de la finitud del universo y el tiempo que nos superan) o no se pueden detener.

Y luego, obvio, ese elemento permanente de nuestra cultura en la que la lluvia es ese elemento perturbador, que destruye casas, provoca inundiaciones y daños. Y no los podemos en realidad evitar por mucho que luchemos. Como el tiempo y lo que destruye a su paso... Entonces la lluvia me recuerda mi propia inutilidad y futilidad. Nadie puede parar una aguacero como no pude impedir lo que pasó pasara o detener el tiempo.

Finalmente, es también cierto siempre en la lluvia hay una metáfora por el llanto, ¿será eso? que por asociación ¿en realidad mido el paso del tiempo en lágrimas? (hay llantos torrenciales y se llora a cántaros también... el elemento común, las gotas, el tiempo, la posilidad de que nunca cesen).

ps. no quiero siquiera pensar entre la asociación entre lluvia y tristeza...



Comments

Maria Elena said…
Excelente reflexión. Confío que este encierro produzca cambios importantes en el comportamiento de todos y que este momento histórico que vivimos sea el sacudón que necesitamos como sociedad para empezar al menos a cuestionarnos.

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