Profesores, calidad de la educación y pandemia.

Los temas que estoy juntando en uno tienen algo en común, lo prometo. Eso lo diré al final... espero que aguanten.

Nuestra educación superior en Colombia y en el mundo ha recibido un golpe severo con la pandemia en medio de la cual estamos. Da algo de consuelo que el mal sea de todos. Sin embargo, también sabemos, algunos se van a recuperar más fácil. Una universidad de primer nivel mundial, sin mencionar nombres, no se va a frenar. O mejor, mencionemos nombres, la Universidad de Harvard se sienta sobre un capital base de unos 50.000 millones de dólares, por poner un ejemplo y será menos difícil recuperarse. Como sea, en Colombia va a haber consecuencias no previstas de todo esto.

Por una parte, muchos estudiantes van a terminar saliéndose y a desertar. Las razones serán muchas pero la situación económica de muchas familias será mucho peor, eso obligará a muchos al rebusque y en particular a abandonar actividades que no rinden beneficio económico inmediato. Cada estudiante que cancele semestre en abril o mayo de 2020 va a ser un desempleado más en septiembre u octubre. Y muchas carreras van a quedar truncas y con ellas muchos sueños de equidad. La educación es de las pocas cosas que promueve la movilidad social. Y para las universidades hoy debería ser un prioridad no permitir que esto pase. Y es una prioridad especialmente para con los estudiantes que no han podido continuar por falta de computador o acceso a Internet. O con todos, porque el que simplemente está muy afectado emocionalmente está igual.

Igualmente muchos estudiantes van a postergar sus estudios hasta que haya normalidad presencial. Esto porque aquellos que no han podido en esta crisis tener clases virtuales o no se han podido acomodar a los métodos o al sistema no van a cambiar solo porque empiece un semestre en algún momento. Menos aun si les cuesta una minifortuna. Y porque además muchos de mis colegas han aprovechado para sacar al pequeño dictador que todos llevamos dentro y han vuelto su clase virtual una pesadilla de imposiciones o cosas absurdas. Y ese pequeño dictador ha logrado alejar a mucha gente. Muchos están ahí hoy pero han perdido moral y ánimo y posiblemente no sigan mañana ¿para qué anotarse en un programa a que abusen de uno?

Adicionalmente la calidad va a sufrir todavía más. Los profesores que ahora somos virtuales no hemos tenido esta experiencia previamente. Hacemos lo que creemos viable pero ya sabemos que no es lo mismo. Sabemos que la posibilidad de un diálogo en un salón, una discusión, una buena charla, una buena presentación, un comentario oportuno, un ejemplo mejor, una frase mejor, todo eso surge de una clase. Todos hemos vivido clases en las que se cambia el libreto porque algo pasa que alerta que algo no queda claro, no se entiende, no se sabe, etc. Y esas clases y discusiones son mejores y forman profesionales. En línea los estudiantes son silenciosos, no hay mirada sobre ellos, no hay una realimentación que nos permita a los profesores saber que acabamos de decir algo que los dejó aburridos, asombrados, inquietos, lo que sea. Sencillamente no sabemos. Y sin eso dirigimos la clase por instrumentos, a ver como aterriza en medio de la niebla. Lo hará pero no bien.

Así que esto será complicado por donde lo miremos. Y nada ayuda la absoluta falta de imaginación de muchos de los que tienen que tomar decisiones. Por ejemplo, no debería haber un servicio a domicilio de biblioteca? no podríamos usar Canal U o para ese caso Telemedellín o Teleantioquia para clases masivas para todas las universidades que tienen que ver Cálculo I o Física I o Química General? No deberíamos haber grabado un buen video ya de esos cursos y puesto en línea material común a todos esos cursos, comprado e-libros, comprado software de simulación de laboratorios, alguna cosa? Ni hablar de los laboratorios en casa, algo se puede pero necesita mucho apoyo y no lo está teniendo.

Ahora, todo será peor, mucho peor. Y lo será por cuenta de algo que está muy próximo a suceder, el desenganche masivo de profesores de cátedra. Empecemos por dar números. La Facultad de Ingeniería de la Universidad de Antioquia tiene unos 200 profesores de tiempo completo. Y unos 8.000 estudiantes (pueden ser más). La Facultad de Ingeniería del Politécnico Jaime Isaza tiene 42 profesores vinculados (boletín estadístico de 2019-II) y 6 ocasionales, para 4400 estudiantes. Ah! y 330 profesores de cátedra. En la U de Antioquia solo los profesores de cátedra de los cursos de ciencia básicas de ingeniería suman más de 400, así que piense en los que son contratados para otros cursos (componente sociohumanística, inglés, cursos profesionales, etc.) En la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales somos unos 185 profesores para unos 2200 estudiantes y ya pueden imaginar cuántos profesores de cátedra en talleres, laboratorios, etc. Y no olvidemos, el número de profesores vinculados en las sedes regionales es como cero, es decir, todos son de cátedra.

Lo que muestra lo anterior y esta es una generalización que hago con conocimiento de causa: trabajé directamente con el Ministerio de Educación revisando programas de educación superior para obtener o renovar sus registros calificados, es común en todas las instituciones de educación superior en Colombia. Para decirlo en otras palabras, nuestra educación superior anda porque este ejército de profesores de cátedra la hace andar. No porque los profesores de tiempo completo seamos genios o hagamos mucho.

Y a cambio, los profesores de cátedra reciben contratos débiles, por horas y mal pagos. Muchos tienen que dictar tres o cuatro clases diarias para completar un salario. La estabilidad es nula: los echan cuando quieren, no tienen estabilidad de ningún tipo. Y por ende, no tienen  capacidad alguna para mejorar lo que hacen. Rara vez tienen alguna capacitación que se les ofrezca gratis y de buena calidad, rara vez (nunca?) participan de eventos valiosos, rara vez o nunca están en proyectos de investigación genuinos. Jamás les pagan las vacaciones, nunca tienen derecho a permisos remunerados para ir a un Congreso. Les hacen descuentos miserables en los programas de posgrado de la propia institución, si los hay.  Sin embargo, sobre ellos recae el grueso de la formación. ¿Y pedimos calidad?

La inestabilidad los lleva no pocas veces a ser una clientela. Entran o salen del cargo por obra y gracia del jefe de turno, de seguirle sus caprichos o sus imposiciones. De ser "buena gente" con esos jefes; no quiero pensar en cuantos abusos han de soportar. Baste decir, en un programa de la Universidad de Antioquia hace años el coordinador lo atendía con profesores de cátedra. Como eran muchos se animó, se lanzó al Consejo de Medellín. Iba a ganar según él porque cada profesor de cátedra le iba a conseguir 10 votos o 20 o no sé cuantos. Las cuentas daban. Pero no, no los consiguieron, perdió y su furia se sintió en varios municipios.  Los profesores de cátedra además tienen que asumir las tareas que son demasiado algo para el ego o la vanidad de los profesores vinculados. Y ¡vaya si les toca!  Pero aparte de todo esto, como es casi claro, no tienen representación. No figuran en comités o consejos, no toman parte efectiva en casi nada que signifique orientar las instituciones.

En este ambiente, ¿cómo podemos pedir a los estudiantes de nuestros programas y futuros profesionales que tengan pensamiento crítico? si la mayor parte de sus docentes carecen de la estabilidad e independencia que les permita criticar y desdoblarse de políticas oficiales, jefes, supervisores y demás? Y jefes tienen. Muchos. Los profesores de cátedra que tienen que mostrar "los valores X-sianos" donde X es el nombre de la institución. Eso solo suele ser: no critique y trabaje, dé clase a destajo, no reclame, no proponga, asuma y entregue.  Ese silencio es recompensado, les renuevan el contrato, no pierden el empleo. 

No lo pierden a menos que no se matricule gente o no hayan logrado presionar suficientes estudiantes a terminar de mala manera una educación virtualoide que no pidieron. Y lo perderán porque va a bajar la matrícula, porque nuestros directivos no están previendo que estos profesores hay que cuidarlos, mantenerlos en nómina para que estén, para que sigan, para que tengan salud y seguridad social, para que sostengan este tren en esta frenada en la que la inercia no va servir. Y la visión irresponsable de las autoridades académicas va a  dar un golpe más a la calidad.

Finalmente muchos profesores de cátedra, no todos, son estudiantes de posgrado. ¿Con qué van a pagar matrícula? ¿con qué se van a sostener entre julio y septiembre u octubre que se abra de nuevo un semestre? ¿se nos olvida a los profesores vinculados que muchos fuimos profesores de cátedra hará mucho tiempo?

Si no por otra cosa, solo por un sentido de solidaridad, de retribución a los años de dedicación de estos profesionales, las Universidades e Instituciones de Educación Superior, etc. deben, tienen, que sostenerlos durante este período. Y deben, tienen, que evitar que los estudiantes cancelen o se vayan. De lo contrario el problema del desempleo es ahora pero el de sueños perdidos es mañana y durará mucho tiempo. Y la suerte de nuestros pregrados y posgrados está en veremos. 

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