Los bancos y la ética (y la moral).

   Cuando era niño aspiraba a tener un juego de monopolio. Creo que lo vi alguna vez en casa de algún amigo y me enamoré de las compras y las ventas, de la posibilidad de construir y de recibir dinero por arriendos, ventas, etc. Sin embargo, lo que más me gustaba eran las cartas que salían de vez en cuando. En unas decían 'error del banco en su contra, debe pagar 200'. Uno con decepción pagaba esa multa. Pero obviamente de vez en cuando salía 'error del banco en su favor, pase por el banco y le darán 200'. Eso era glorioso. Crecí pensando que algunas veces los bancos se equivocaban en mi favor.
   La dura realidad del mundo adulto es que el monopolio es un juego que nada que ver con los detalles de la realidad. Uno no empieza a construir sino que tiene que pedir infinitos permisos, conseguir el plante inicial es casi imposible (¡el juego te manda al mundo con dinero!). El juego de monopolio está lleno de cosas ilegales, te mandan a la cárcel sin haber hecho nada, tienes que pagar cosas por azar, los préstamos como que no se han desarrollado. Uhm! creo que eso es justamente la realidad. A la gente la meten a la cárcel por un caldo de gallina, te llegan multas del cielo y tributos imaginarios, como ir a pagar una fotomulta por ir a 68Km/hr a las cinco de la mañana o ir a pagarle a unos tipos aliados de congresistas para que digan que tu carro nuevo está en buen estado. El Estado te intimida con que si no pagas la multa sin chistar no te hacen un descuento (si usas los medios legales para defenderte te penalizan). Y el crédito está cerrado para la mayoría que no tiene como demostrar que no necesita un crédito para obtener uno. En fin. 
   De todo lo anterior entonces, de lo poco que no concuerda del juego de monopolio con la realidad es que los bancos se equivoquen en mi favor. En mi contra, listo. En mi favor, jamás. No les importa llamarte a ofrecerte cosas que no necesitas, pero cuando se pierde dinero de tu cuenta lo primero que oyes es que es un auto-robo. Tú mismo te pillaste tu clave, pusiste la tarjeta y te robaste para meterte en problemas con el banco. Luego están los largos procesos para que un error de reporte a las centrales de riesgo sirva para que te borren de las mismas. Y por último los cargos, re-cargos, pagos y demás por usar lo que deberías poder usar (cajeros, oficinas, etc.) pues al fin y al cabo, ¿qué razón hay para pagarle al banco para poder acceder a tu dinero cuando ellos con él han jugado el milagro de los panes y los vinos?
  Esta semana que pasó un gerente indignado le mandó un severo cantaletazo a sus hijos, los empleados, para regañarlos porque habían aprovechado una mega-oferta de un almacén (el banco: Bancolombia, el almacén: el Éxito) y habían comprado en línea unas neveras al 10% de su valor original, oferta que luego resultó provenir un error pues todo se debía a que al almacén se le había olvidado un cero a la derecha en el precio. 
  El gerente del banco entró en ira santa. ¡Cómo puede ser posible que sus empleados en lugar de comprar no llamaran al almacén (de una multinacional) a decir que tenía que haber un error y que lo debían corregir! La recién encontrada moral del gerente se dejó sentir y a los empleados, cuyos puestos estaban en entredicho, les tocó hacer actos de arrepentimiento y sumisión para no perder su empleo. En otras palabras, por una vez el banco se equivoca en favor del usuario y hay que devolver el dinero, pero no solo eso, según esta lógica no solo pierdes la oportunidad de tu compra sino que además quedas en la picota pública por inmoral.
  Lo primero es que según dicho gerente debemos primero llamar a todo almacén que nos dé algo barato. Alertarlos de que eso no puede valer tan poquito, lo cual contraviene toda lógica del comercio. Si algo está barato para uno será porque el vendedor le parece mejor ofrecerte un precio dado pues con él obtiene alguna ventaja. (Vender, desocupar una bodega, mover un saldo, etc.) Y los usuarios no somos quienes para dictar la lógica de un vendedor, menos de una multinacional. (Hay que decir que el Exito entregó las neveras.)
  Y lo segundo es que, según este hombre, es inmoral apropiarse de algo en una transacción plenamente legal si la contraparte no sabe bien lo que está haciendo, aun si uno no tiene idea de ello. Eso sonaría bien quizá viniendo de las monjitas que venden empanadas en la esquina, pero de un banco que no tiene problema para cobrar las deudas con desalojos forzosos, cobrarle a pensionados de 80 años cargos por poder retirar sus magras mesadas, acusar a la gente de auto-robarse y un larguísimo etcétera, esa ira santa es poco menos que hipócrita. En todo caso, en su indignación el gerente se pregunta qué pasaría si ellos, los empleados fueran los vendedores... pregunta que no pasa de ser retórica, pues los empleados tendrán para la venta una nevera, no 70, no negocian precios con las multinacionales que las producen, no reciben descuentos aparte de los obvios que aprovecharon y no están obligados a cumplir las reglas del comercio, excepto como ciudadanos. Hacer la pregunta es una trampa cínica.
  Esos mismos personajes tienen mansiones en zonas donde no se puede construir por ser reservas naturales, pagan unos pocos miles de pesos de impuesto predial y reciben servicios públicos a precios subsidiados pues esas viviendas son estrato uno (cuidan poder construir pero no que lo cambien a estrato 6) y un enorme etcétera que todos sabemos. Esos mismos gerentes deciden jugar con el dinero de sus clientes en cosas inmorales y anti-éticas (como prestarle a mafiosos y ladrones de cuello blanco) y no tienen empacho en maximizar sus utilidades diciendo incluso mentiras si eso se necesita.
  El problema de la ética no tiene nada que ver: unos empleados pagaron lo que un almacén les pidió por un aparato y lo obtuvieron. El almacén se dio cuenta que había vendido mal y corrigió su precio. Fin.  Para los empleados que se alertaron los unos a los otros, es equivalente a llamar a un amigo a contarle que están vendiendo zapatos a mitad de precio en algún lado. Moralmente sin embargo, se trata de cargar la culpa del error en el comprador que ve una oportunidad de obtener algo a un buen precio como si comprar fuera un acto en el que interviene la moral. Si algo nos ha dejado el capitalismo simple es que comprar no tiene nada moral. Aunque uno pueda preferir comprar verduras orgánicas no hay nada inmoral en comprar otras verduras. Aunque uno prefiera no comprar de lugares que tiene duda de lavado de activos u otras irregularidades eso solo proviene de que tengo libertad de comprar ahí o no. No de que el comercio sea un espacio para la moralidad. Las ilegalidades se tramitan ante los jueces. El Sr. gerente de repente es uno y como seguramente no pudo comprar su nevera a tiempo, condenó. ¿Qué hubiera pasado si él ve la oferta a tiempo? (y esta no es una pregunta cínica, es solo curiosidad).

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