Mi último mercado

Mientras me ducho hago la cuenta. 400ml, de shampú sacando de a un mililitro cada cuatro días más o menos, me dura más de cuatro años. En lo que me resta de vida puede ser que necesite cinco o seis tarros más pues el pelo también se agota... cada vez necesito menos shampú. Me pongo a mi mismo la tarea de calcular esto mejor, a sabiendas de que para qué. Termino la ducha y hago la misma cuenta con el desodorante, este si diario (digo). Con unos 50 desodorantes más podría tener.

No estoy leyendo tanto como en otros tiempos, principalmente porque en mi tarea de profesor debo leer mucho y en los tiempos libres estoy ya algo cansado de leer. Así que me quedan unos 300 ó 400 libros que como máximo alcanzaré a leer. En mi biblioteca digital tengo como cinco mil (la mayoría piratas, no le cuenten a nadie), no lograré leer ni lo que ya tengo, no creo que compre muchos más libros en la vida.

Llega un momento en que uno mira y dice "en lo que me queda en este planeta lograré si mucho hacer X cosa unas N veces, a lo más". Y cuando eso pasa uno se da cuenta de la futilidad de montones de esfuerzos y de la realidad de la muerte más tarde o más temprano. He empezado a pensar en mi último mercado. La última compra de shampú y desodorante, los últimas compras de muchas otras cosas harían muy práctico poder pensar en otras, en las X que puedo hacer N veces. Y dedicar un tiempo a disfrutar las N veces ya que las veces 0 a N no les paré muchas bolas o ni me di cuenta.

Borges, que era más inteligente, se dió cuenta de esto antes de mi y lo puso en palabras mucho más hermosas. Habló de que el número de veces que a uno le es dado ver la luna está marcado y que quizá anoche fuera la última vez que la vimos. Yo pienso que podría comprar mañana las latas de atún que creo que voy a necesitar por el resto de mis días, más o menos, sin pensar que están contadas y que ya me podría haber comido la última. Al final no importa, el atún no tiene vena poética.

Mis abuelas pasaron de los 95, mi padre murió a los 83 (en su haber hay que decir que se comía un paquete de panelitas con leche en una sola sentada, así que la diabetes no fue gratuita), mi madre ya pasó por esa edad.  Una calculadora de la esperanza de vida que encuentro en internet me pronostica vivir hasta los 85 o algo así. Yo espero que sea francamente menos, qué mamera. Tampoco me voy a comer un paquete de panelitas cada día para matarme, pero qué mamera.

Volviendo al tema, estoy haciendo la lista de mi último mercado. Algunas cosas sí claramente no las puedo meter ahí, el café, por ejemplo. Pero otras, cada vez más cosas, entran a esa lista y el número al frente no es desproporcionado ni irracional... quizá las compre, quien quita que sobren.


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