Hombres en la Edad Media

Una de las cosas curiosas que uno vive a los 45 es que llega a un cierto "plateau". Una meseta en la vida en que por unos años (tampoco muchos) las cosas parecen cambiar sin cambiar; uno las va viendo como las veía antes, excepto que distinto, desde una óptica que solo pueden dar los años, pero sin que los años sean el factor predominante. Principalmente porque no se notan mucho.  Por alguna causa a cierta edad que no puedo precisar a los hombres no se nos notan tanto los años pero sí la madurez...  probablemente así está mal dicho pero es complicado describirlo.

Es una distancia extraña frente a la realidad, que parece suceder igual pero te importa menos, aunque duele igual cuando te duele. O peor, porque eres más consciente de lo que pierdes, eres más consciente de lo que pierdes para siempre y lo sabes mejor que antes. Pero si te fijas en el promedio de la vida, puedes dejar pasar cosas. Puedes dejar de ir a una parte o a otra, dejar de hacer algo, dejar de ganar algún dinero, dejar de conquistar una mujer... e importa menos. No es siempre, a veces te importa, pero en el promedio, es menos.

Y si sabes hacer una pausa, te puedes reír de todo ello.

A los 45 uno es mucho más consciente de sus principios y valores y puede pararse al lado de los mismos, sin importar si a alguien le caen bien o no. Es la libertad. A los 45 uno es mucho más libre que a los 23 independiente de quien haya sido uno. Es cuando uno toma las decisiones por uno mismo, sin realmente pensar en lo que dirán o dejarán de decir. Excepciones hechas, claro. Pero si uno lo ve en retrospectiva, qué sensación de libertad la de la mente a los 45.

Todo el truco, creo yo, está en los límites. Poner límites a las cosas, a uno mismo y a los demás (sobre todo a los demás) es una de los aprendizajes más difíciles de la vida. Especialmente a la familia y a las parejas o las potenciales parejas. Esos momentos en que uno tiene que ser uno, poner una línea en el piso y decir de aquí no paso. Con el problema de que a veces uno pasa y sabe que no pasa nada en realidad. Pero poder decir sin tapujos, "este es el punto hasta el que yo llego" y no sentirse (muy) culpable, es una ganancia de los años. Claro, de nuevo, seguramente hay quienes creen que lo logran a los 25 pero a esos solo les diría, esperen que pasen de los 40... y verán. 


Sin embargo también hay sus desventajas, por decirlo así. No me quiero referir a la salud que empieza a preocupar o a molestar. Me refiero a las tentaciones... por un lado, la de dejar todo y vivir en simple vida dedicada al gozo del promedio y el instante. Si todo te importa menos, una opción es dejar todo más o menos a medias. Esos sueños de joven, adolescente o niño que ya viste que eran como difícil realizar, hazlos a un lado, déjalo pasar. Esas ideas brillantes, deja de concebirlas y piensa en el corto plazo, cosas que te hacen gozar y estar bien. Y en el fondo, no quieres renunciar y quizá no debas porque te volverías pasado en un abrir y cerrar de ojos. Así que pienso que se debe conservar una ilusión aun si es fugaz, una ambición, aún si es tonta o pretenciosa. Pero la tentación es mucha y caer en ella es apenas humano.

Luego está el problema de las relaciones. Si eres soltero la distancia se obtiene para ver las cosas desde una  barrera que si sabes usar te puede rendir los frutos. Pero obvio, si es eso lo que te importa y que no tiene que ser así. Ahí es donde pienso que está el principal riesgo de los hombres a esta edad mía: en las tentaciones fáciles. 

Soy profesor universitario y me doy cuenta de dos cosas. Una. Las mujeres en mi edad o un poco menores, son demasiado complicadas. Ellas dicen que son "chéveres"  y relajadas, que son muy libres y ya son como pajaritos que vuelan por el aire. Pero la verdad monda y lironda es que los hombres las vemos enredadas a más no poder. Si tienen familia, con la familia, si tienen hijos, con los hijos, si están solas, con la soledad. Pero la verdad es que quisiera conocer una mujer que no esté enredada entre los 35 y los 40 por poner un número... no la conozco. Están enredadas con no ser enredadas. Con las excepciones del caso que aunque no conozca debo tener en cuenta.

Dos. A cambio, y ahí está la trampa, las mujeres de menos de 25, son tranquilas. Quieren experimentar, quieren aprender, quieren vivir, saben que tienen tiempo. Y no fijarse en eso es como pedirle a un niño que no mire las golosinas en una tienda o los helados de cualquier centro comercial. No mirar el brillo en la mirada, la potencia y sensualidad de un cuerpo joven y la calidez... es realmente difícil. Si uno está en una universidad ve eso multiplicado por miles todos los días, lo que es mucho peor, no mejor. Pero es tanto más complicado decir que no. Y creo que uno debe tomarse el trabajo de decir que no. Detrás de esa flexibilidad  y belleza hay una inmadurez exacerbante, irritante a ratos. Una terrible falta de seguridad, una verdadera y consistente volatilidad  que te pueden volver loco. Y renunciar a esa juventud es de nuevo renunciar a una cosa que con el solo hecho de que exista te hace sentir bien, especialmente por que el sexo es bueno, no se puede negar. Como un elixir de juventud.

La risa, es como una maldición. Las mujeres de menos de 25 ríen. Las de 30 a 40 (y pico) parecen haber perdido el sentido del humor. Quieren opinar, ser serias y ser tomadas en serio. Y eso nada tiene de malo, excepto que eso cansa rápidamente. Y no porque uno no quiera tomárselas en serio, sino porque uno no se las quiere tomar en serio todo el tiempo.  Tomarse en serio a alguien todo el tiempo realmente cansa. 

Quizá en esos retos, los de superar las tentaciones, esté la madurez. No lo sé. Pero ahí está la tentación de todos los días de no madurar. Con el riesgo de que llega un día en que las cosas se evaporan...






Comments

Anonymous said…
[...]

Algunos hombres que rodean los 45 pueden pretender vivir lo que no vivieron durante los años en que "tocaba", depronto dictaminado por la sociedad (suciedad como dice una amiga mía). Comparto plenamente que las mujeres solas vivimos enredadas en nuestra soledad, pero es una delicia vivir enredadas en ella cuando realmente lo podemos hacer sin tener que estar pensando en rendirle cuentas a alguien llámese como se llame (padres, hijos, parejas, exparejas) y aquí es cuando a mi me da un ataque al pensar en todas esas personas que pretenden que uno viva la vida que ellos quieren ver vivir. Me explico?

Difiero en que a los cuarenta y pico se toman decisiones sin importar el que dirán. Esas decisiones se pueden tomar desde los veintipico de la misma manera, lo que pasa es que a los 20 son tomadas como signo de rebeldía frente a los padres o frente a la famosa suciedad mencionada en renglones mas arriba; y lo de los límites a los demás? pueden ponerse desde edades tempranas (de la misma manera) sin tener que esperar los tan ansiados 40. A mis 41 años (casi casi 42) he tenido tan claro que el resto del mundo puede pararse en el pelo de la manera como mas le interese, pero mis decisones son mías y de nadie mas y como tal las asumo (rebeldía? es posible! - grosería? uffff y mucha! - inteligencia diría yo).

Las tentaciones? bacanísimas!!! todas!!! con las personas del sexo opuesto de 20 - 25 - 30 que delicia. Por que no caer? Por qué no disfrutar de la energía de las personas jóvenes? El problema NO es caer, el problema es COMO caer, y caer para levantarse no es caer siempre y cuando se esté absolutamente conciente de lo que se quiere hacer y hasta donde se quiere llegar; hacerlo (caer) sin hacerse pajazos mentales pendejos que sólo velan nuestra poca o mucha inteligencia. hacerlo con los pies bien puestos en la tierra y con la miurada fija en el horizonte. Así de simple!

[...]

Martha

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