Si se le deja espacio a la estupidez

Contra toda experiencia y muestra de cordura, en un blog anterior me atreví a decir que había luz al final de un túnel. No podía estar más equivocado... la razón es que dos cosas impiden que uno salga de una trinchera; la estupidez y la codicia. Y como cuando escribí que había salida o al menos se divisaba una, me olvidaba de esas dos cosas.

Primero la codicia. Los pecados capitales me parecen una curiosidad intelectual. ¿Por qué para los seres humanos son tan importantes y se repiten de alguna forma entre algunas religiones y desde tiempos inmemoriales? quizá porque varios son una forma de dar sentido a la necesidad del control de las emociones inmediatas y los instintos más básicos: la gula (comida), lujuria (sexo), avaricia (riqueza) y la pereza (descanso); en todos figura algo que es la búsqueda de casi toda actividad humana y por ello mismo, no pudiendo ser objeto de delito o legislación alguna (no hay forma de definirlos sin que todos seamos delincuentes), cabe una sanción moral cuando se juzga un exceso. La sanción, creo yo, no procede del rechazo a la búsqueda de la cosa (comida, sexo, descanso, riqueza) sino a que el exceso significa la subordinación de todo a su consecución y significa que hay un control de los instintos sobre toda otra actividad humana. Las sociedades premian la precedencia del pensamiento y la virtud (ciertos valores definidos de forma altruista y poniendo como prioridad la preservación del grupo humano y su orden) por encima de las necesidades. 

Supongo que un filósofo se reirá del desorden de las ideas que acabo de exponer... bueno, la codicia no es necesariamente un pecado, de hecho es algo buscado por empresas, bancos y mucha gente. Sin embargo, cuando daña el tejido social cuando el codicioso además es avaro y la búsqueda y conservación de la riqueza daña a los grupos, ahí es un problema. Y en mi caso, un grupo de mal llamados constructores por ahorrar hasta el último centavo pero vender al mejor precio para acaparar y ensanchar sus arcas, puso en riesgo mi vida y la de mucha gente con una edificación mal hecha. Y como resultado finalmente murieron personas, la vida de muchas familias se vino al piso y han causado un sufrimiento y unos daños indecibles muchos. 

Sin embargo, la avaricia les impide verlo y responder. Y ahora, combinada con la estupidez, eso ha resultado en que habrá que hacer no se sabe qué para recuperar lo que es de uno, para volver a vivir tranquilos, para volver a tener una vida como la que con trabajo se había logrado construir.

Segundo la estupidez. La falta de inteligencia no es un crimen, todos la tenemos por defecto. Lo raro es que tengamos un momento de lucidez. Y en el evento del Edificio Space todos hemos hecho estupideces: comprar sin verificar, quizá. Pero las principales estupideces sonde unos mal denominados ingenieros que construyeron violando todas las normas y no se les daba nada o ni siquiera sabían lo que estaban haciendo. Y otra que no logro decidir si es igual o peor, es la de unos empresarios sin ética ni responsabilidad, perdidos en el dinero, que creen que de esto pueden salir ganando algo.

Esas dos cosas, creo, nos han llevado a que ya habiendo logrado lo más difícil de lograr, todos los acuerdos se hayan echado a la basura porque a algún mal empresario, que juzgo más de estúpido y avaro que otra cosa, se le ocurrió que dado que ya se habían logrado acuerdos éstos podían ser usados para apalancar otras agendas y otros fines irresponsables y cortoplacistas.  

Ahora el futuro inmediato es más que incierto, los plazos se han multiplicado por dos en un mínimo pero por 10 en otros escenarios. La sociedad busca protecciones de estos seres dañinos pero implementa muy mal sus controles y menos aún las formas de resarcir los daños. Estaba celebrando que por una vez salíamos de un problema sin tener que recurrir a pleitos o más problemas, me había olvidado de esas compañías eternas de todo ser humano, su capacidad para hacer estupideces y su avaricia.  

En cuanto al título, es como una regla de Murphy: si se le da espacio a la estupidez, algún estúpido lo va a utilizar. Y en nuestro caso, eso hicieron, echar por la borda la posbilidad de un final menos infeliz.

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