Todos son unos falsos
Eso escuché decir hace poco: todos somos unos falsos, en realidad si recuerdo bien la frase iba con "son" no con "somos" pero, siendo yo el que escuchaba, entonces mejor me incluyo. Y para ser
honesto (y no tan falso), no supe qué decir. Sí. No. No lo sé. ¿Todas las
anteriores? He seguido tratando de articular una respuesta y lo único que se me
viene a la mente, una y otra vez, es una serie de televisión, Dr. House. Ese es
el eslogan, si no el mantra, del personaje principal: "todos
mentimos" y en cierta forma toda la serie es una larga búsqueda de las
mentiras en que todos incurrimos y la campaña para desemascarlas emprendida por
Gregory House.
Por supuesto, mentir está en la base de ser humano. Mentir resulta
en parte del miedo, de las emociones que lo acompañan y de otra fuente no menos
poderosa, la empatía. Solo los psicópatas están inmunes a la empatía pero son
curiosamente los personajes más manipuladores y mentirosos. Luego tiene que
haber otra fuente, yo diría que las ansias de poder, la ambición de prevalecer. Y creo que
la otra fuente es el histrionismo, la curiosidad y el afán de actuar.
Del miedo parten las mentiras a los jefes o profesores (no
queremos que nos echen o perder nuestro estatus), las parejas, las familias o
los amigos (no nos queremos quedar solos) y a nosotros mismos (no queremos
vernos como algo distintos de lo que creemos ser). Del miedo a la reprimenda
social fingimos simpatía por causas que no nos importan o personas por las que
no damos un guanábano. Al final, pretendemos y fingimos por miedo a perder
nuestra forma de vida actual.
De las ganas de prevalecer surgen las mentiras para manipular a
otros para que hagan lo que queremos que hagan, para ascender o avanzar en algún camino. Hay gente que finge
amor u odio que no siente para poder escalar. Los deseos de ser nos llevan a pretender. El deseo sexual es un motor poderoso que yo clasificaría en
esta misma categoría.
Y finalmente mentimos por pesar, por quedar bien, por no herir a los demás
innecesariamente. Cierta mentira tiene un papel social, ¿qué gana uno de
estarle recordando permanentemente a los demás que nos parecen viejos, feos o
gordos, no muy inteligentes o en alguna otra forma inadecuados? en cierta
forma esas mentiras reconocen al otro como un igual, no queremos que nos estén
recordando lo inadecuados que somos nosotros mismos en un sentido o en otro a
cada paso o que otro, que no nos conoce, nos de a conocer juicios de valor
dudoso, basados en premisas dudosas. No estar en esa campaña de recordarle a
los demás lo humanos que son es más o menos pedir que no nos lo recuerden a
nosotros mismos y aceptar que nuestro juicio es parcial, basado en deseos o
miedos no siempre transparentes, ciertamente un juicio no muy objetivo. Luego, es de
dimensión humana mentir socialmente, familarmente.
El dilema al final es establecer cuál es el límite aceptable y eso
no solo es difícil sino siempre provisional. Hay mentiras que pasan de lo
humano a ser simplemente una debilidad de carácter y esas son quizá las que no
perdonamos, unidas a las de manipulación que en cierta forma están en esa misma
categoría. Y quizá la persona que me dijo "todos somos falsos" se
refería a que de todas formas todos alguna vez o con frecuencia recurrimos a
ese tipo de mentiras. Nadie tiene tanta fortaleza como para siempre y en toda
circunstancia decir exactamente lo que se le viene a la mente. Aunque sería
exigible que todos pudiéramos, después de poder pensar, decir eso que pensamos
si es que es importante para nosotros o para los demás. En eso quizá consiste
el ser libre en buena medida, en hacer esos juicios de valor y decir lo que
pensamos o alejarnos de quienes no tienen el coraje o lo usan para lo contrario (mentir y
manipular). La manipulación es en cierta medida la forma más baja de no
reconocer al otro como igual, el manipulador se siente superior. Mientras no sea para sobrevivir es dudoso que perdonemos esas mentiras.
El otro aspecto es qué hacer al respecto. Quien me decía
sobre la falsedad de todos en cierta forma, no muy grave, expresaba cierta
angustia. Angustia más que justificada y que no deberíamos de dejar de sentir.
Sin embargo, lo que yo diría es que lo único posible es
aceptar que mentimos en numerosas ocasiones sin necesidad alguna y tratar de no sufrir
porque los demás lo hacen; oponerse sí, cuando valga la pena, cuando sean cosas
importantes, pero no sufrir por la debilidad de otros que no podemos ni
controlar ni eliminar. En su lugar, preocuparse por estar uno mismo lo más
cercano a la verdad como sea posible, ser lo más honesto posible con respecto a ese mismo referente e intentar que a medida que pasa el tiempo uno está cada vez más
cerca de esa verdad de lo que uno es, incluyendo nuestras debilidades y nuestros desafueros, aunque a veces duela. Eso
es algo con los que nos podemos comprometer, que podemos en cierta forma
controlar (un poco al menos) y que depende de nosotros. No hay peor lugar que
sufrir por lo que no depende de nosotros, es la forma más de agónica de
asegurar la infelicidad permanente. Depender y preocuparse solo de lo que uno puede al menos afectar, si no controlar, es ser un poco más feliz.
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