Cisnerismo o verdadera ingeniería?
Por esas razones y vueltas del azar y de las cosas, he estado mucho tiempo
vinculado a un ente que tiene un nombre larguísimo y todos llamamos simplemente
Conaces. 
Ahí se revisan y se recomienda o no la aprobación de los programas de
pregrado que se plantean en las universidades en Colombia. Casi todos. De
cualquier forma, durante varios años hice parte de la sección que estudia los
casos de ingeniería, ahora solo veo casos de ciencias exactas. En esos años
tuve que haber visto más de 180 programas en detalle; sus profesores, sus
recursos de laboratorio, sus currículos, sus principios y otros elementos. Y en
todo este tiempo uno sostiene una especie de diálogo disfuncional con las
entidades que quieren ofrecer esos pregrados o mantenerlos funcionando. Por
ello creo que tengo cierto bagaje para decir lo que voy a decir: tenemos un
problema.
 
Por un lado, no creo que haya una tradición muy fuerte de ingeniería en
Colombia. Las grandes obras históricas del país en general las han hecho firmas
o ingenieros extranjeros. Por ejemplo, los ferrocarriles en Colombia, en lugar
de ser el hito que fueron para Gran Bretaña en términos de logros en
ingeniería, son una historia de obras que prestaron un servicio limitado si se
compara con obras iguales en otros países. Cisneros, un pueblo de Antioquia,
lleva el nombre del ingeniero cubano que estuvo a cargo de la mayor parte del 
Ferrocarril de Antioquia. Dice una página de historia del Banco de la República (leer
AQUÍ)  
que las empresas que construían
ferrocarriles "vieron en esta debilidad del Estado una oportunidad para
montar la industria ferroviaria sin chimeneas que actuó por lo general así: se
celebraba un contrato entre el gobierno central o regional y un concesionario,
generalmente extranjero, contrato que servía como eje de una serie indefinida
de modificaciones que cambiaban totalmente el sentido de la concesión primitiva,
hechas siempre a favor de la compañía concesionaria que [...] recibía al final
fuertes indemnizaciones, muchas veces sin clavar un solo riel."  Y más adelante 
ese escrito dice que hacia
1880, "después de Cisneros, ferrocarriles como el de Antioquia se
convirtieron en un verdadero festín de los concesionarios", de hecho, él fundó
un periódico para mantener a raya a sus adversarios "entre quienes se
contó la recién creada Sociedad Colombiana de Ingenieros, que le objetó a
menudo los estándares utilizados y criticó la caída de sus puentes y
muelles".
 
Sorprende que sea el tipo de personaje al que le dediquemos el nombre de
uno de nuestras poblaciones. Y sorprende porque en la época hasta se acuñó el 
término "cisnerismo" para hablar de lo que hoy sería un cártel de contratos o carrusel 
de la contratación, tipo siglo XIX.
 
El Ferrocarril de Antioquia se vino a terminar como debía 
ser en el siglo XX, gracias al aporte de un ingeniero nacional, Alejandro López, que 
diseño el Tunel de la Quiebra, obra que fue luego ejecutada por firmas extranjeras. 
Alejandro estudió en la Universidad de Antioquia, antes de que por capricho de un 
señor la Facultad de Ingeniería se saliera de la Universidad y se fuera por su cuenta 
y luego fuera incorporada a la Universidad Nacional en su Facultad de Minas. No creo 
que en la Universidad de Antioquia tengan siquiera enmarcado el registro de notas de López. 
Esa obra no la hizo él, él terminó trabajando en el exterior y haciendo otras cosas, creo 
que política.
 
El Cable Aéreo Manizales - Mariquita fue una obra 
de ingeniería interesante, novedosa e innovadora. La hicieron también ingenieros 
extranjeros.  
Sobra decir, del cable 
queda una torre y del tunel de la quiebra el hueco... ambos abandonados. 
 
No quiere decir que todo en la ingeniería nacional 
sea un fracaso, pero sí implica que nuestros estudiantes, los decanos, los profesores 
de las facultades, no se sienten llenando los zapatos de ingenieros notables. Si uno mira 
la obra de Brunel se va de espaldas. Los ingenieros británicos tienen un estandar muy 
alto que cumplir, los puentes de Brunel siguen siendo obras maestras, sus túneles están 
en uso, sus diseños y técnicas fueron incorporados a la ingeniería desde que los inventó. 
Brunel también hacía política y ganaba dinero, pero con frecuencia perdía y asumía sus 
pérdidas.
 
Ese estándar es algo que no parecemos querer tener:  
No pocas facultades intentan pasar programas de ingeniería en los que no hay cursos de 
ecuaciones diferenciales, en los que un curso de estructuras para ingeniería civil es 
electivo y otras incongruencias notables. Intentan enseñar ingeniería sin laboratorios, 
con la menor matemáticas y física posibles, sin profesores con la suficiente formación y 
sin investigar ni donde nación Cisneros. Han usado la excelente idea de las competencias 
o ideas de metodologías activas del aprendizaje para quitar rigor, para eliminar la ciencia 
y las matemáticas. 
 
Y no solo es eso, los cursos de lectura o que exigen 
lecturas complejas, son eliminados por relleno, la desescolarización prematura 
y apresurada para bajar costos lleva a estudiantes que rara vez debaten y confrontan 
ideas, no solo con otros sino con la realidad.
 
Faltando seis horas para que parte 
de mi edificio se fuera al suelo una ingeniera civil me dijo que era 
totalmente seguro, 30 horas antes un ingeniero muy prestigioso dijo que 
no pasaba nada, que era como si a la estructura le hubiera fallado un huesito. 
Yo me pregunto, ¿de dónde sacaron esa historia? no en lo legal y jurídico 
sino en lo técnico ¿cómo no tomaron con espíritu crítico lo que estaba pasando? 
¿cómo fueron capaces de tapar el sol con las manos y contarse entre ellos una 
historia y creerla sin cuestionarla? los que la cuestionaron probablemente se 
salvaron.
 
No ellos, las universidades de las que 
provienen, tienen un problema. Colombia tiene un problema. Necesitamos 
programas de ingeniería fuertes y rigurosos, que solucionen nuestros particulares 
problemas pero no sacándole el cuerpo al rigor y a lo arduo de las matemáticas y la ciencia. 
Y sobre todo, que sean capaces de cuestionar las voces establecidas con argumentos 
y con vigor, hasta que los convenzan también con argumentos científicos y 
técnicos de que están equivocados y no solo por la voz de la autoridad.
 
Hay mucho por hacer en este país y las 
firmas de ingeniería extranjeras rara vez saben todo porque no tienen esos problemas 
en sus países. Y si nos venden la solución hecha, como desde el inicio de esta 
Colombia, nunca vamos a aprender. A nuestros estudiantes les debemos el volverlos 
los ingenieros que desaprendan el cisnerismo que nos carcome y la falta de rigor 
y encuentren soluciones a problemas complejos, rigurosas, sólidas e imaginativas. 
Eso no lo vamos a lograr con la presente estructura de nuestra educación en general, 
la pregunta es ¿qué hacemos para tener una verdadera ingeiería nacional?
 
 
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