Un cierto hastío

Este blog ha sido una forma de hacer catarsis, liberar algunos demonios y bajar la presión interior de un cierto condensado de vapores no muy sano. Queda mucha presión interna que no se libera por este medio y demonios que necesitan otros tratamientos, pero este medio ha servido mucho para no explotar. Especialmente en estos dos últimos meses, esta válvula ha sido determinante en mantener cierta compostura y contención que, supongo, es pertinente o, al menos en mi educación, necesaria.

Creo que he cambiado en este tiempo. Sigo sin creer que la vida tenga propósito real, excepto que ya estamos aquí y lo mejor es aprovechar un poco para no destruir lo que hay, disfrutar también lo que nos toca y dejarle un lugar bueno e interesante a los que siguen, pero no hay un ordenamiento lógico que nos esté llevando del punto A al punto B.  Las cosas no pasan porque tengan que pasar y aunque recibimos las consecuencias de nuestras malas decisiones (o buenas) no es porque haya un sistema de castigos o recompensas en juego. En otras palabras, sigo pensando que Dios es una idea innecesaria, aunque admito que podría ser muy práctica para no tener que pensar mucho y no tener que asumir tantas responsabilidades. En fin, ese no es el propósito de este texto. Lo que quiero decir es que aunque los cambios no son tan radicales, todo lo que ha pasado en dos meses, me ha cambiado.  Me gustaría pensar que para bien, pero eso es también un problema de fe así que solo digo: cambiar, sin calificar mucho.

Una cosa es cierta que cambió, por primera vez en muchos, muchos años, pienso que he terminado siendo amigo de personas diversas. Me había vuelto demasiado selectivo con quienes era cercano y admitir a otras personas en mis alrededores era anatema. Por una vez siento que puedo admitir a otros, distintos de mis amigos o tipos de amigo tradicional. Es más, curiosamente me he visto a mi mismo ofreciendo mi amistad a otros sin mucho recato. Lo cual en nuestro sistema cultural es como mal visto. Es un gesto del que inmediatamente la mayor parte de nosotros desconfía. Uno ve en los demás, cuando hace esos gestos de amistad o cariño de los que hablo, las preguntas que pasan por su mente ¿qué querrá? ¿qué propósito tiene? ¿cuál será la segunda intención? y lo más charro es que esas pequeñas ofertas de amistad han sido sistemáticamente declinadas, excepto por quienes compartieron conmigo esta tragedia. Los demás no ven razón alguna para cambiar nada, no entienden (creo) que haya un tipo ofreciendo ser amigo sin una segunda intención (debo querer algo más, tener un propósito ulterior). 

Sacando una planta de un apartamento en ruinas y que llevaba semanas sin recibir agua (quizá un poco de lluvia en un balcón), notamos que tenía muchos retoños. Alguien explicaba, no sé qué tan cierto es, que bajo estrés y la posibilidad de morir, la planta se reproducía rápidamente para tratar de que sobreviviera la especie. Me imagino que algo así pasó conmigo. Dado que los amigos fueron un factor tan importante para recuperarse, para volver a estar sobre los dos píes y sobrevivir, me puse en la tarea de hacer más amigos.  Antes de que todo esto pasara estaba escribiendo un blog sobre la dificultad para hacer nuevos amigos a medida que uno gana años. Las rigideces que se arman dentro, la desconfianza, el cambio de hábitos que eso significa, todo ofrece resistencia. Claro, cuando te quedas sin casa de un momento a otro, te toca flexibilizar reglas, confiar un poco, abrir puertas y bajar la guardia en muchas cosas. Creo que es quizá el cambio más notorio (me digo a mi mismo), flexibilizar reglas. Por supuesto, otros no tienen porqué hacerlo pues no están pasando por nada parecido, de ahí que esas ofertas de amistad hayan sido declinadas con una mirada de "¿a este qué le pasa?"

Bueno, me siento concluyendo algo. Estoy en un apartamento que, aunque no es mio propiamente, sí es mi espacio, con mis trebejos y organización. Pero también un poco hastiado de todo lo que he tenido que hacer, dejar de hacer, decir y dejar de decir. Un poco hastiado de adaptar todo a todo, de hacer concesiones y negociar conmigo mismo, con otros, con el medio, con todo. Me siento como si hubiera interactuado con medio planeta en este tiempo. Por sobre todo, me tengo un poco hastiado de mi mismo, de las definiciones hechas, de los estándares adoptados, de las reglas puestas, de pensar.

Me siento más bien y en el fondo, hastiado de la realidad. Y ya sé, toca reasumirla en cinco minutos, enfrentarla el próximo lunes (hacer papeles, sacar documentos, llevar cosas, enviar correos certificados, asistir a reuniones, negociar, pensar, actuar). Así que ese hastío promete estar ahí por un tiempo, lo cual supongo es otra razón para que esas ofertas de amistad no hayan sido muy populares; la gente quiere ser amiga de personas "positivas", la realidad o cierto realismo son vistos siempre como negativos y algo de lo que hay que alejarse. En nuestra cultura queremos entretenimiento hasta en los amigos, buscamos lo light hasta en eso. Pero es entendible, creo, la realidad es una cosa dura y áspera y darse con ella deja huella. Te cambia y el cambio es algo difícil de enfrentar y de asumir.


Comments

Popular posts from this blog

Poema de William B. Yeats

Las campanas de El Jardin, Antioquia

Huerto En Marrakech